Defensa Personal Policial ¿Un arte marcial moderno?

Por Elías Fco. López Merz

Monitor Nacional Nivel I, D.P.P. (Federación de Lucha)

C.N. 2º Dan Tai Jitsu (FCK)

 

Cuando me inicié en las artes marciales a finales de los años 70, tan solo teníamos en España unos pocos estilos… Judo, Karate y Taekwondo era lo que podías llegar a practicar siguiendo la corriente de aquella época. Poco a poco se fue ampliando la oferta de artes marciales con Kungfu, Full-Contact, etc., hasta llegar a nuestros días en donde la oferta responde a todos los gustos y necesidades de aquellos que buscan practicar, bien sea un estilo deportivo de combate, un arte marcial tradicional, o un estilo enfocado exclusivamente a la defensa personal.

En el campo de la defensa personal policial hemos visto una evolución (siempre hablando de nuestro país) en la cual vemos como al principio las artes marciales tales como el Judo y el Karate han estado presentes tanto en el ámbito policial como en el militar, si bien ha sido en estas ultimas décadas en donde la amplia oferta de artes marciales ha buscado entrar en estos sectores ofreciéndose como la respuesta a las necesidades de autodefensa para cuerpos de las fuerzas de seguridad tanto públicos como privados o militares, y es ahí donde surge la gran pregunta: ¿Cuál es el estilo mas válido y eficaz para las fuerzas de seguridad públicas o privadas o cuerpos militares? La respuesta de cada uno es previsible, cada uno defenderá el suyo y la realidad es que no les faltará razón si vemos las cosas con una mentalidad abierta y ciñéndonos a la verdad.

La eficacia en una respuesta frente a una agresión no depende del estilo en cuestión, sino del grado de habilidad (que no del color del cinturón), que el practicante tenga del estilo que practique, de su determinación para aplicar estas habilidades adquiridas, de su carácter y de su capacidad para gestionar el stress que toda situación violenta conlleva.

Para entender lo que es la defensa personal policial debemos ir a la historia, donde podremos observar dos corrientes bien definidas: por un lado tenemos la japonesa, que si bien tiene una trayectoria muy amplia, nos quedaremos con la que se inicia allá por los años 20 (1924 más concretamente) en donde se buscó dotar a la policía nipona de unas herramientas que facilitaran su trabajo, recurriendo para ello a reconocidos instructores de Judo, Ju-Jutsu, Kendo, Kenjutsu que recopilaron una serie de técnicas que se ajustaran a las necesidades de la policía nipona. Por otro lado la antigua Unión Soviética (más o menos por las mismas fechas) realizó un trabajo similar partiendo de ese arte marcial ecléctico, creado por ellos llamado Sambo (en el que se cojugan técnicas de Judo, Karate y estilos autóctonos rusos), así vemos cómo estas dos principales (aunque no únicas) corrientes se van expandiendo a por los cinco continentes, hasta nuestros días, y en algunos casos incluso se fusionan.

¿Qué podemos aprender de esto? Muy fácil, la realidad de la defensa policial es que en sí misma, no es más que un conjunto de técnicas cuya finalidad es el arresto y neutralización del delincuente, que no corresponde a ningún arte marcial en concreto, pero sí a la suma de lo que hemos expuesto anteriormente, porque la finalidad de la defensa policial no es más que el dotar de unas herramientas o habilidades al agente de seguridad (pública o privada), para el desarrollo de su profesión en el día a día, buscando siempre la máxima seguridad y eficacia.

Personalmente soy de la opinión que cualquier arte marcial, practicado con regularidad y seriedad, es válido para la defensa personal; pero que en los casos de los cuerpos de seguridad, éstos deben combinar el estilo que practiquen con las técnicas específicas de la defensa personal policial con el objeto de ser realmente efectivos en su trabajo, de ahí la necesidad de reagrupar la defensa personal policial para poder formar y posteriormente ir reciclando a los miembros de la seguridad pública y privada además de incentivar y motivarles en la práctica continuada para mayor efectividad y seguridad en su profesión, no exenta de tantos riesgos. Desde aquí animar y motivarles a que se inicien en la práctica regular de la D.P.P. (defensa personal policial) bien sea en clubs que lo impartan o asistan a los diferentes cursillos que se imparten en nuestro país.

 


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