Judo y la cultura del esfuerzo

Por la Comisión historia del Judo catalán

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Hasta el momento nuestros artículos han estado enfocados a la historia del Judo. En estas líneas os proponemos algo diferente, mezclar la filosofía de un deporte surgido de una cultura milenaria con la situación social actual. Creemos que la persona en la que se centra este artículo, Patricia Torres Ravés, es una muestra clara de la influencia de la filosofía del Judo en nuestra vida cotidiana.

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El Judo es un deporte producto de la evolución del Jiu Jitsu y otras luchas de origen oriental (formas de lucha sin armas). Y fue Jigoro Kano (1860-1938) persona visionaria, de gran cultura y con unas dotes pedagógicas excepcionales, que lo sitúan en la época en la vanguardia de las nuevas ideas pedagógicas. Kano, en 1888, es nombrado rector del Gakushuin y en su afán de modernizar el sistema educativo de Japón, conocedor de los sistemas educativos de otros países y después de practicar y estudiar varias de estas luchas, concibe un método de lucha-deporte-educación, el Judo (1882), con el objetivo de que sirva como método educativo y de crecimiento personal en el nuevo Japón el cual se está adaptando a las nuevas circunstancias sociales. El Judo en la actualidad es una asignatura más dentro de los planes de estudio en Japón. En 1908 el gobierno japonés ya implanta al Judo como asignatura oficial en la Escuela de Grado Medio.

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Jigoro Kano tiene la firme convicción que formando a los profesores en sólidos valores basados en el beneficio y esfuerzo común, éstos incidirían a su vez en la mejora de la sociedad japonesa, desde la educación general obligatoria.

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Dos de los principios básicos en la filosofía de Jigoro Kano son:

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Seiryoku zenryu: principio de la máxima eficacia. Máxima eficacia con el mínimo esfuerzo. De ahí el nombre de Ju (flexibilidad).

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Jita kyoei: progreso y solidaridad mutua (coopera con otros para conseguir la prosperidad y beneficio mutuo).

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Ciertamente, la conversión del Judo con el ideario típico de la época a un deporte moderno, el fondo filosófico-educativo de Jigoro Kano queda relegado a un segundo orden y se distancia de su planteamiento de crear un sistema educativo integral (intelectual-moral-físico).

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Estos principios básicos se ven enfrentados en la evolución del Judo como deporte olímpico. El primero tiene como objetivo buscar la perfección –el ippon– y el segundo tiene como objetivo la victoria. Pero tanto en un caso como en el otro, el Judo no pierde su esencia que es “la continua evolución cuerpo-mente”. Es también una rea­lidad que en la actualidad hay una corriente de recuperación de esta filosofía inicial por el gran potencial educativo que contiene.

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Según declaraciones del propio Kano cuando le preguntaron qué opinaba sobre la inclusión del Judo en el mundo Olímpico, contesta:

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“Mi punto de vista sobre este asunto es más bien pasivo (…) La razón es que el Judo no solamente es un mero deporte o juego. Yo lo veo como un principio de la vida, el arte y la ciencia. De hecho, es un medio para cultivar la personalidad (…) El Judo debe estar libre de cualquier influencia externa, olímpica, nacional, racional o financiera, o de cualquier otro tipo de interés organizado. Y todas las cosas que están conectadas con él deben estar dirigidas hacia su objetivo último: el beneficio de la humanidad”

(J. Kano, 1936).

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El Judo es más que un deporte, es un sistema educativo que potencia valores como el esfuerzo, la constancia, la solidaridad, el respeto…

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Cualesquiera de estos valores son aplicables a nuestra vida diaria y a cualquiera que sea nuestra condición personal física, psíquica, de género o social. Como deporte es un excelente complemento para nuestra condición física, potencia el desarrollo de nuestras cualidades físicas básicas (fuerza, resistencia, velocidad y elasticidad) además del equilibrio y la capacidad espacial.

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La competencia, enfrentarse al reto: en el entrenamiento, cuando te enfrentas a tus compañeros indiferentemente de la estatura, peso, grado, aptitudes, etc., nos obliga a poner en alerta nuestro cuerpo y mente, e intentar mejorar nuestra posición frente a los diferentes dilemas a los que te expone tu adversario, lo que hace que nuestra evolución sea continua.

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Aprender a levantarse en cada caída. El Judo, como deporte, nos puede ser útil en la organización de la vida diaria. Nos ayuda a estructurarnos mentalmente, a ser constantes y tenaces. La victoria reside en mejorar uno mismo, en el progreso personal por medio de la disciplina, la constancia y el trabajo. En el Judo no hay limitaciones físicas ni mentales, dado que el camino lleva sobre todo al progreso personal, siempre ayudado por tus compañeros…


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