Zanshin y autodefensa

Por Oriol Petit

Instructor. Escuela Sui-Lin-Dao

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Si se busca en internet el significado de la palabra zanshin o se consulta en cualquier diccionario especializado en el mundo de las artes marciales, vamos a encontrar definiciones que hacen referencia al estado de alerta donde se precisa de concentración y confianza.

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Con el concepto de “estado de alerta” no se entiende hipervigilancia u obsesión por la seguridad o ver “posibles enemigos” en todas partes ya que, entre otras cosas, esa actitud no nos deja vivir y genera estrés porque se activa el cortisol (hormona del estrés). El cortisol se genera cuando aparece el miedo o el enojo igual como también se fabrica la adrenalina.

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Los instructores, maestros, sifus, sensei… que nos preocupamos por dar una formación integral a nuestros alumnos, debemos ofrecerles también el tiempo, la dedicación y el entreno suficiente para que desarrollen esta capacidad. En este mundo actual en que todo va tan deprisa y en el que los que impartimos clases debemos cubrir las necesidades de un mundo tan cambiante, lo tenemos difícil para transmitirles los elementos del zanshin. Aprenderlo, educarlo y saberlo utilizar es imprescindible por muchas razones, y no sólo en el combate, sino en el tema de la prevención, que aún es más urgente.

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La batalla ganada es la que nunca se empieza, aunque a veces ésta es inevitable. El zanshin nos puede proporcionar esa “intuición” o la ciencia necesaria para “ver venir” los problemas, la agresión o el peligro de forma serena y así ser capaces de evitar la confrontación o de paliar sus efectos.

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Pero ¿Cómo se llega a ello? Pues, entre otras cosas, aprendiendo a “leer” allí donde la gente corriente no tiene la posibilidad de hacerlo. Nuestro cometido es enseñar a interpretar a los alumnos, los mensajes corporales, los contextos, las miradas, la forma de andar, de aquellos que nos rodean.

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Esta información, encriptada para la mayoría, puede ser leída por los aprendices del zanshin, y ello evitará efectos innecesarios y traumáticos tanto físicos como psicológicos que genera una lucha real en la calle, sea ésta vencida o no. La forma de interactuar de una persona muestra muchos códigos y aporta elementos muy importantes sobre su estado de ánimo o intenciones. La comunicación se desarrolla en doble sentido ya que también nuestra forma de mirar y de movernos transmite un mensaje disuasivo al posible agresor. Estar alerta, utilizar la postura corporal o el kamae propio, saber “mirar” en periférico, poder interpretar el tono de voz del otro o su postura corporal o su mirada o la cadencia de su marcha al andar, son algunos de los muchos elementos que debemos aprender y saber transmitir después a alumnos, hijos e hijas en este mundo, a veces, tan agresivo o violento.

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Mediante el trabajo interno podemos trabajar la autoestima y ésta se traduce en una postura corporal erguida y de paso seguro y mirada al frente. Por desgracia, y me vuelvo a repetir, conocer el zanshin no es cosa de un día, sino que lleva muchísimo tiempo y el aprendizaje se hace durante toda la vida. La sociedad demanda prisa y aprendizajes rápidos, y a ello se le suma el flujo constante de ruidos, sonidos, olores, imágenes, cuerpos, contextos, que perturban nuestra concentración y que pueden alterar el zanshin. Adaptarnos a los cambios, es también parte de nuestro trabajo en la enseñanza, transmisión y preparación responsable, seria y comprometida de nuestros alumnos. Se lo debemos a ellos y a nosotros mismos.


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