Aiki-Control. La gran paradoja

Aprender a pelear para no pelear

 

Por José Santos Nalda Albiac

 

El propósito de ennoblecer y humanizar el carácter de los practicantes de las disciplinas Budo, aprendiendo a controlar un acto de violencia sin causar daño al agresor, nace en el ámbito de las artes marciales japonesas, las mismas que enseñan técnicas de la máxima eficacia para destruir al adversario, aunque éste ya no sea en absoluto su verdadero objetivo.
Siempre tomando las referencias de Ueshiba, en sus escritos advertía a este respecto: “El camino del guerrero ha sido interpretado erróneamente como un medio de matar y destruir a otros. Aquellos que buscan la lucha cometen un grave error, porque golpear, lastimar o destruir es la peor equivocación que un ser humano puede cometer. El verdadero camino del guerrero pasa por impedir la lucha, es el arte de la paz y el poder del amor”.

 

¿Porqué quiso que su Aikido fuese ante todo un medio para alcanzar la armonía personal e interpersonal?

 

¿De qué manera el aprendizaje de una disciplina de combate puede servir para establecer la armonía con un agresor que no desea el entendimiento, sino causar el mayor daño posible…?

 

El mero hecho de practicar los ataques y defensas propias de este método, ¿mejora el carácter, la escala de valores de una persona, y su conducta, en el sentido señalado por el maestro Ueshiba?

 

Si yo tuviera que dar una respuesta a este último interrogante, con referencia a las numerosas personas conocidas practicantes de Aikido, diría que no, que el entrenamiento exclusivamente físico-técnico no posee el suficiente valor alquímico para conseguir esa transformación de la personalidad.
La mejora de las cualidades personales del budoka, así como la forma de ver la vida y de vivirla respetando un código de valores, requiere que los entrenamientos se ocupen también de las actitudes, mentales, anímicas, y espirituales o éticas que es preciso observar en todos los instantes de cada día, y desafortunadamente no abundan los dojos en donde se ofrece esta enseñanza.
El budoka que acepta los principios altruistas de la Vía que practica, se adiestra de manera constante, y por un periodo largo e indefinido –de muchos años– en el aprendizaje de las técnicas de lucha más eficaces con el fin de alcanzar varios logros, como son:

 

– Conocimiento práctico de las acciones de combate y sus consecuencias en caso de aplicación real.
– Saber neutralizar los ataques de un agresor.
– Familiarizarse con las situaciones de enfrentamiento físico para superar el miedo que generan.
– Adquirir confianza en los propios recursos.
– Adoptar las actitudes más convenientes en cada momento.
– Adquirir el suficiente dominio de sí mismo para usar sus conocimientos con el máximo control y respeto al adversario.
– Aceptar en su comportamiento un código ético o escala de valores.

 

Solamente desde la confianza en sí mismo, el control del miedo, los recursos técnicos aprendidos y el autodominio, será posible optar ante una pelea inevitable, por “impedir herir sin herir”. El budoka se entrena con perseverancia en las técnicas de combate cuerpo a cuerpo para adquirir la mayor eficacia, pero también para ser capaz de usarlas sin causar daño al atacante, y si es posible, y en ello ha de poner todo su empeño, sin dar lugar a la confrontación de fuerzas… (artículo entero en la revista).


leer_mas_pdf ◄ Volver Atrás