Bruce Lee: luchar sin luchar

Por Toni Giménez
tonigimenezfajardo@gmail.com

 

Esta frase tan simple que Bruce Lee utilizaba a menudo, esconde una compleja manera filosófica de ver, no tan solo las artes marciales, sino la propia vida. Alguien podría decirnos que es imposible luchar sin luchar, o preguntarnos que cómo puede ser una lucha que niegue la propia lucha. Vamos a ahondar un poco sobre ello.
Bruce se refería a luchar con uno mismo, para descubrir sus límites y sus posibilidades, y buena muestra de ello es que no quiso competir nunca, tan solo hacer demostraciones y solamente en alguna ocasión las circunstancias le llevaron a enfrentarse de verdad con alguno de sus habituales provocadores.

 

Bruce encontró en las artes marciales una manera de conocerse a sí mismo. Para él, las artes marciales y en especial su arte marcial (el Jeet Kune Do), eran un medio, no un fin, el fin era él mismo, para dar sentido a su propia existencia y entender la finalidad de la vida. Luchar para conocerse, no para vencer a nadie, porque ¿qué es realmente vencer? ¿Y para qué queremos vencer?

 

Al único sitio donde debemos llegar al final de nuestra vida terrenal es a nosotros mismos, nos advertía Sócrates. Vencer es algo que te deja vacío por mucho que quieras celebrar tu triunfo. ¿Qué hemos ganado realmente? Lee entendía la lucha desde el punto de vista de mejorar, no como algo agresivo. Luchar con las circunstancias, con los problemas, con las dificultades, con esas pruebas que la vida nos va tendiendo para ver no solamente en qué punto nos encontramos de nuestro camino madurativo personal, sino también si realmente vamos hacia adelante.

 

Vence quien sabe solucionar sus problemas porque los acepta, los afronta y sale victorioso de ellos por mucho que las circunstancias le sean adversas. Este es el gran triunfo. Incluso la educación es un acto violento en sí mismo porque enfronta maestros y alumnos, padres e hijos. Cuando alguien nos lleva la contraria, allí ya hay lucha. El maestro debe provocar al alumno para ver la solidez de sus argumentos e incluso debe procurar que el alumno ponga en duda constante sus propias enseñanzas que no son más que algo que le sirve a él y que el discípulo deberá poner a prueba para escoger de entre ellas las que realmente le sean útiles.

 

Quizás la manera de pensar oriental capte mejor esto de luchar sin luchar y sea más fácil de entender que para la mente occidental. La no-violencia de Gandhi (seguida por millones de hindúes), o la de los lamas tibetanos (con la ocupación china de sus tierras) son formas de lucha tremendamente efectiva. Es una lucha sin lucha, luchando por algo que se cree. Hay que ser muy valiente para luchar de esta manera (el arte de luchar sin luchar) y tener un gran aplomo personal para mantenerse sereno y calmado al enfrentarse a alguien sin agresividad.

 

No obstante, hay que separar al Bruce Lee actor del Bruce Lee filósofo y diferenciar al Bruce Lee artista marcial (en lo personal y en lo profesional) en relación a lo comercial. Para ello es muy importante no quedarse con las películas que hizo Bruce (algo sumamente comercial por los intereses de la editoras cinematográficas) y ahondar en sus libros, en los comentarios de sus alumnos y en la multitud de artículos que se han ido escribiendo sobre él a partir de sus escritos. Bruce murió joven, en plenitud personal y profesional y quizás ello se deba a un propósito más profundo. Se avanzó a su tiempo y ahora quizás podamos comprender mejor lo que nos quería decir. Hay que leer entre líneas su pensamiento. Creo que Bruce nos quiere decir que hay que escribir con mayúsculas la palabra arte y con minúsculas la palabra marcial y que, al margen de un nombre o de un estilo, el cuerpo nos da la posibilidad de contactar con la realidad modelando nuestra manera de sentir y pensar y que eso que sentimos y pensamos se manifiesta a través de nuestro cuerpo, mostrando realmente lo que somos y queremos.

 

Esta manera de ver la educación física queda lejos de cómo se imparte esta materia en la escuela y también en los centros deportivos (sea cual sea el deporte o actividad física que se realice). Seguramente sea equivocada la idea de hacer deporte como algo competitivo porque nos aleja de nosotros mismos, y nos hace ver a los demás como rivales, haciendo comparaciones absurdas y convirtiendo un gozo y un placer en sufrimiento.
Por eso hay personas que optan por correr solos o por ir en bicicleta o incluso practicar Taichi, sin necesidad de llegar el primero ni de quedar clasificado en una lista. Luchar, sí, porque la vida es lucha constante, la propia naturaleza nos lo muestra constantemente, pero luchar sin luchar, o sea, teniendo la mente expectante a todo, abierta a lo nuevo y encaminada hacia lo positivo, por tanto, a lo que no va en contra de nada ni de nadie.

 

Quizás sea ésta la meta de todo arte marcial: llegar a ser un gran luchador, el luchador que ha aprendido, que ha interiorizado que ya no necesita luchar con nadie puesto que tener que luchar con alguien demostraría que aún no ha llegado a sí mismo y que continua necesitando demostrar a los demás quién es.

 

A la cumbre se llega despojándose de todo, incluso de las ideas que nos dejan atrapados y también de la necesidad de demostrar nada a nadie. Quien sabe quien es, quien se conoce como persona, no necesita demostrarlo a los demás porque su lucha, su verdadera lucha, ya ha finalizado… (artículo entero en la revista).


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