Capoeira, lo que no se ve

Por Cristina Martín
cristinamacaxeira@gmail.com

 

Explicar qué es la Capoeira puede ser complicado y divertido a partes iguales. Algunas definiciones parecen contradictorias: unas veces es lucha, otras es baile; unas veces es arte marcial, otra es deporte; unas veces es música, instrumentación y otras cultura, tradición o folklore brasileño. Entre los que la practicamos despierta un punto ‘gamberro’, dependiendo de quién es la persona que tengamos delante, ya sea que queramos captar su atención o provocar ambigüedad. Además nuestra definición varía según el momento que vivamos y el tiempo que llevemos practicándola.
La cosa cambia cuando nos enfrentamos a la pregunta de los más escépticos: -¿Para qué sirve un arte marcial en el que juegas a dar sin dar, si no hay contacto?-.Enseguida nos aventuramos a decir cómo es más difícil no dar, controlando las patadas, que lanzarlas sin más. No obstante, lo esencial es que hay un verla, vivirla y sentirla y que no se puede expresar con palabras.
Lo más visual y externo son los saltos, las acrobacias, los ataques y defensas perfectamente sincronizados, enlazados infinitamente, como un diálogo, una partida de póker o de ajedrez entre dos jugadores.
Cualquiera puede percibir fácilmente una gran energía en torno a la Roda, ese círculo mágico lleno de significado y normas no escritas. Rápidamente apreciamos que va más allá de los golpes, que es un juego de engaños, mostrar respeto por tu oponente y que presenta gran similitud con la vida misma.
Con el tiempo, los más veteranos lo convierten en estilo de vida, con sus principios y valores, construyendo una segunda familia.
No obstante, lo que no se ve suele ser lo que más importancia tiene para los capoeiristas. Cada uno vive la Capoeira a su manera. Una lucha interior constante, un deseo de superarse uno mismo y los propios miedos, sentir que queda mucho por aprender, abrir la mente, llevarlo al resto de tu vida. El mayor reto de un capoerista es enfrentarse a sí mismo, el esfuerzo por mejorar, la frustración por la lesión, la satisfacción de lograr cosas que ni imaginaste y una continua búsqueda por entender el significado de mil y un aspectos que engloba.
Igualmente se comparte con el grupo. Muchas horas pasadas a entrenar juntos, a comentar sensaciones, golpes y aspectos personales que van más allá. Percibimos la esencia del jugador, sin capas ni convencionalismos, todos somos iguales. Entendemos los enfados y las alegrías, también las debilidades y por qué no los defectos. Compartimos la energía, el crecimiento técnico y espiritual. Hemos evolucionado juntos. Nos hemos retado.
Nos gusta saber de los compañeros y cómo viven la Capoeira y de este modo se forjan historias míticas del grupo de lo más variopintas de los viajes a eventos en la playa en coches compartidos, historias personales que encuentran una motivación, una vía de escape; del brasileño que se rencuentra con su cultura, del que lo vio en una exhibición y probó; del que empezó siendo niño o después de los cuarenta por amor, a la qué le dejó el novio y necesitaba algo distinto; el que después de años abandonó y ahora regresa con más fuerza… (artículo entero en la revista).

 


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