Danzas y wushu. Conexiones históricas (II)

Por Luis Priego C.
Sinólogo independiente
Taipei, Taiwán
www.sinologia.org

 

En la primera parte de este artículo se realizó un breve recorrido sobre el origen de las danzas marciales Wŭ Wŭ y su relación con los sistemas militares chinos, hasta el periodo Zhou, afirmando que los primeros pasos en el desarrollo y sistematización del Wŭ Shù chino no pueden desvincularse del entrenamiento militar formal ni de las danzas marciales como un elemento más dentro del programa de adiestramiento. Al mismo tiempo, no sóolo la práctica de la guerra por sí misma condiciona el desarrollo de los sistemas militares, también es necesario considerar la experiencia acumulada, el conocimiento estratégico (geográfico, climático, etc.), el desarrollo de técnicas y tecnología militar y la misma capacidad de improvisación del individuo, como elementos que podrían determinar la victoria en el campo de batalla. Un corpus de conocimientos que era compartido en el escenario de las celebraciones festivas, en forma de demostraciones de fuerza y poderío marcial mediante las danzas marciales. En esta primera etapa es muy difícil separar el entrenamiento de este tipo de danzas del entrenamiento militar propiamente dicho. Las danzas enriquecían la continuidad de la práctica de combate, además de promover el desarrollo y perfeccionamiento de sus técnicas, codificadas en series de movimientos concretos. A partir de ahora retomaremos el periplo y veremos cómo las danzas marciales Wû Wû se han ido deslindando paulatinamente de los sistemas de combate tradicionales chinos, si bien sin llegar a perder del todo los puntos de contacto.

De las primaveras y otoños hasta los Han

La danza siempre ha sido estimada desde la antigüedad por su denso contenido ritual. Cualquier celebración importante incluía algún modelo de danza ritual. Estas actividades de carácter religioso y lúdico, realizadas generalmente en los templos de la corte imperial o de la aristocracia, no sólo destacaban por ser extremadamente solemnes, también porque se utilizaban diferentes herramientas y armas, como escudos, lanzas, arcos, hachas, entre otra panoplia militar, que eran blandidas por los intérpretes e imitaban los movimientos de ataque y defensa característicos de estas armas. Se puede intuir, pues, que las danzas implican tanto una actividad física colectiva como un importante conocimiento marcial, dentro de un marco muy ritualizado e institucionalizado.
No obstante, la experiencia dada por el desarrollo de las guerras (las continuas expediciones punitivas realizadas por los Zhou occidentales), permitirá que se produzca una promiscua brecha funcional entre las danzas marciales y los sistemas militares, que irá aumentando de forma paulatina, especialmente en relación al contenido y funciones pragmáticas. En el caso de las danzas marciales, éstas fueron adaptándose a las necesidades que exigía la puesta en escena y exhibición, en detrimento de su aspecto bélico. Llegados al periodo de Primaveras y Otoños y los Reinos Combatientes (722 – 481 a.C. el primero, y hasta el 221 a.C. el segundo), las danzas marciales sufrirán un desplazamiento fuera de la esfera militar (aunque no definitivo), recibiendo incluso críticas de pensadores como Han Fei:
Ni la tabla oficial insertada en la cintura, ni el escudo y el hacha [de los bailarines] pueden rivalizar con una alabarda real y afilada; los movimientos ascendentes y descendentes, los pasos girando [no se pueden comparar a] una marcha de cien Li en un día; el flechazo a la cabeza de un tejón no es lo mismo que la descarga de una ballesta de gran alcance.
En estas líneas de Han Fei vemos una crítica directa a las danzas rituales, acusándolas de haber perdido todo su contenido marcial para convertirse en una representación ficticia de lo que realmente pudiera ocurrir en el campo de batalla (además de ser un ataque a la base de flotación del confucianismo, la institucionalización del ritual). En otras palabras, ni los funcionarios confucianos ni los miembros de la aristocracia acomodada que sostenían escudos y hachas durante las danzas serían capaces de resistir ante un soldado blandiendo una alabarda en una situación de conflicto real. La escuela confuciana, que se encargaba de la actualización de los rituales Zhou, nunca podría alcanzar a aquellos soldados rasos que podrían llegar a correr cien Li en un solo día. Aquellos que disparaban flechas al ritmo de la música ritual en absoluto podrían defenderse o competir con el ataque real de una ballesta.

Pese a que desde ciertas esferas políticas e intelectuales del momento no se apreciaran las danzas marciales, éstas continuaron enriqueciendo los sistemas militares chinos, especialmente en relación a la acumulación de la práctica de las técnicas recopiladas en el acerbo marcial. De hecho, para la constitución del corpus esencial del Wû Shû, así como para su posterior desarrollo y sistematización, las danzas marciales supusieron una profunda y duradera influencia que va más allá de la técnica marcial, y que se extendería en el Wû Shû posterior. Esto se entiende mejor al tener en cuenta que este periodo de la historia china supuso una explosión creativa en las artes y escuelas de pensamiento, conocidas como las Cien escuelas, Bâi Jiā, que en el ámbito de los sistemas de combate fueron tan fructíferas como demuestra la aparición de una de las obras más relevantes sobre sistemas marciales chinos, el Arte de la guerra, de Sun Zi 孫子. Es desde este momento cuando se inicia un incipiente desarrollo hacia la diversificación, especialmente en las cuestiones de conceptualización y entrenamiento marcial.
Pero también será el momento en el que empiece a impregnar el ámbito social, punto de inicio de un tipo de práctica marcial de naturaleza popular con características artísticas, lúdicas y competitivas, conocido como Vender Arte, Mài Yì. Por supuesto, el aspecto lúdico y competitivo de este tipo de demostración marcial en poco se parece al actual, ya que dichas competiciones suponían, con demasiada frecuencia, un enfrentamiento a vida o muerte. Este tipo de exhibición marcial desplaza a la sociedad parte de lo que ocurre en el cambo de batalla. El particular nivel de crueldad de las competiciones con espada, por ejemplo, quedó registrado en el Zhuang Zi, en el capítulo Sobre la esgrima, donde podemos leer: “Antiguamente, el Rey Wen del reino de Zhao, gustaba de la esgrima. Los espadachines se apelotonaban ante la puerta, y eran más de tres mil los huéspedes [presentes]. Día y noche luchaban entre ellos. Los muertos y heridos se contaban por cientos”.
A partir de este periodo, y de forma continuada hasta llegar a la dinastía Han, en particular durante la dinastía Han de Occidente (206 a.C.- 9 d.C.), el desarrollo de los sistemas militares chinos alcanzó un alto grado de auto-conciencia, por lo que su crecimiento y evolución fue comparativamente mayor. La ramificación de las funciones de los sistemas marciales en relación al desarrollo y formación de las rutinas y técnicas de entrenamiento establecieron las condiciones contextuales apropiadas para ello. Y las danzas marciales no serían ajenas a este proceso: los bailes realizados con espada, con hacha o hacha de combate suponían una referencia cada vez más explícita a los sistemas de combate, a las técnicas de ataque y defensa. Se podrían incluso llegar a considerar rutinas de entrenamiento simplificadas, aún con un gran componente ritual y lúdico, pero que pondría en evidencia el alto grado de sistematización y estandarización de las técnicas de combate en el momento. También aludirían al espíritu combativo, por lo que su naturaleza marcial sería mucho más evidente que en periodos anteriores. Qué mejor para ejemplificarlo que uno de los episodios más conocidos de la historia china, donde las danzas marciales juegan un papel importante, El banquete de Hong Men, que se reproducirá a continuación.

Fan Zeng se levantó y se fue a buscar a Xiang Zhuang, diciéndole: “La preocupación de Xiang Yu por los demás es inquebrantable. Ve a él, y ofrece un brindis por su longevidad. Al terminar el brindis, pide permiso para realizar la danza de la espada y, de este modo, atacar a Liu Bang en su asiento, matándolo. De otra forma, todos seremos capturados”. Por lo tanto, Xiang Zhuang se dispuso a realizar el brindis propuesto. Una vez finalizado dijo: “Mi señor, está bebiendo con Liu Bang, sin embargo, no hay ninguna diversión en el campo, así que permítame que le plazca con una danza de espada”. Xiang Yu respondió: “de acuerdo”. Cuando Xiang Zhuang desenvainó su espada y empezó a bailar, Xiang Bo también desenvainó la suyo y bailó junto al primero. Así, él [Xiang Bo] usaba su cuerpo para proteger a Liu Bang, por lo que Xiang Zhuang fue incapaz de golpearlo con su espada… (artículo entero en la revista).

 


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