Heihô: La instrucción militar del Japón feudal

Por Luis Nogueira Serrano
Presidente European Bugei Society
Fûryûkan Bugei Dôjô
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Me gustaría comenzar en esta ocasión a introducir la temática que nos ocupa con una sencilla reflexión por parte del lector. Pensemos en una imagen que por sí misma represente todo y cada uno de los elementos que debieran tener las artes marciales, no importa el origen o tipo. Seguramente que la visión de cada uno es diferente, pero al mismo tiempo, encontraremos algunos elementos comunes.
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La característica común que me gustaría destacar es la de individualidad. Mayormente encontraremos en esa imagen a un único artista/luchador combatiendo y/o defendiéndose, con armas o desarmado, contra uno o varios atacantes.
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De la misma forma, si tratásemos ahora de dar una definición de las artes marciales, ésta estará muy vinculada a la misma idea de la defensa de un individuo frente a la agresión externa.
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El motivo detrás de esta breve reflexión se fundamenta en que, si nos centramos en Japón, esta idea de defensa individual, sin ser incierta, es relativamente moderna. El foco original de las artes marciales antiguas no estaba puesto en la defensa personal, sino en la victoria en el campo de batalla, y por tanto, centrado en el grupo, en la tropa.
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La transición entre una y otra se produjo paulatinamente, a partir de que el país fue pacificado a principios del siglo XVII con el ascenso del shogunato Tokugawa. Durante el citado siglo los veteranos de aquellas guerras sirvieron como baluarte de las artes militares y transmitieron a sus hijos y nietos sus conocimientos y experiencia en los campos de batalla. Sin embargo, estos últimos comenzaron a aceptar el nuevo orden establecido y se vieron en la necesidad de adaptar sus métodos a las incipientes nuevas necesidades de supervivencia en entornos de paz.
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Aunque esta diferenciación ya se trató en el artículo publicado en el número 42 de El Budoka, se hace necesario remarcar de nuevo esta diferencia dado que el heihô no puede, ni pretende, responder a planteamientos realizados desde una perspectiva de autodefensa.
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A pesar de que el principal objeto de su práctica sea la conservación de un patrimonio inmaterial de estas artes centenarias, sin embargo, también contiene la esencia de las artes de guerra japonesas. Con esto nos referimos al espíritu del combate, de la lucha a muerte. Y nos es que las artes posteriores perdieran ese fondo, pero sí que modificaron los métodos de aprendizaje y preparación para adaptarse a las necesidades de cada época.
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Entrando en materia, tanto heihô, como gungaku y bugei, suelen emplearse como sinónimos, pero para nuestra tradición tiene una diferencia sensible:
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Heihô
se refiere tanto a la instrucción militar del soldado, así como también las tácticas de combate.
Gungaku se trata de la formación del oficial militar y las estrategias de guerra.
Bugei como el compendio de todas las artes del samurai, entre las que se encuentran las dos anteriores.
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Con esto, también entenderemos que la práctica del Heihô no puede ser realizada en interiores, como un dôjô, donde se enmarcan la mayor parte de prácticas de carácter marcial, sino que requiere del exterior para poder desarrollar toda su capacidad y funcionalidad.
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Otra confusión habitual que debemos reseñar tiene relación con la composición de los ejércitos feudales. Es habitual pensar que los ejércitos estaban compuestos exclusivamente por samurai. Y no es cierto. Primeramente se realizaba una importante distinción entre samurai y soldados, normalmente conocidos como ashigaru (pies ligeros). Sin embargo tampoco era tan sencillo. Entre otras razones porque los ashigaru comenzaron siendo originalmente campesinos reclutados, que posteriormente, y en dependencia del feudo de servicio, adquirían estatus de samurai de baja clase.
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Realizamos a continuación un listado sin pretender ser exhaustivos en el asunto:
Taishô: General.
Bugyô: Comandantes. No confundir con los magistrados del periodo Edo.
Kashira: Capitanes.
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Samurai
: Militares, principalmente caballería.
Kachi: Militares, infantería.
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Dentro de las dos últimas categorías, podían distinguirse los Ippei, refiriéndose a samurai independientes que podían constituir su propias tropas o unirse a las de su señor, conocidos como ikki si eran caballeros e ippo si eran infantes.
Jizamurai o Kokujin: Señores y samurai Normalmente alejados de las intrigas y batallas se empleaban en labores de explotación agrícola.
Chûgen: Samurai asistentes.
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Ashigaru
: Infantería ligera. Soldados milicianos, normalmente provenientes de la clase de los agricultores.
Zôhyô: Mercenarios. Soldados contratados para una batalla expresa.
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Por otro lado, los ejércitos estaban divididos en:
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Kumi
: lit. grupo. Se refiere a las unidades divididas según el tipo de armamento. Entre ellas:
Nagae-gumi o Yari-gumi: Lanceros o unidades de armas de asta, formados en sôjutsu.
Yumi-gumi: Arqueros que empleaban el arte del kyûjutsu, basado en el empleo del arco en movimiento de tropas y no como una práctica de vía trascendente a través del disparo.
Teppô-gumi: Arcabuceros. Que fueron sustituyendo durante el avance del siglo XVI a las unidades de arqueros sin sustituirlas totalmente. Empleaban el arte del hôjutsu.
Hata-gumi: Portaestandartes o unidades de comunicación.
Kiba-gumi o Kibatai: Unidad de caballería. Que a pesar de su nombre contaba con numerosos infantes sirvientes.
Konida: Unidades de sirvientes que daban apoyo logístico, incluyendo monjes, sacerdotes, etc.
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Estas unidades normalmente contaban con al menos un Kashira llamado de Kumigashira. En ocasiones, estas unidades estaban divididas en grupos más pequeños como pelotones y comandados por pequeños capitanes, llamados de kogashira. Por ejemplo, era habitual dividir estas unidades entre los ashigaru y zôhyô por un lado y los kachi y samurai por otro, con sus respectivos capitanes. Por encima de ellos se encontraba el Bugyô, que coordinaba el comando de estos…


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