La naturaleza de Buda que todos llevamos dentro

Por Marc Boillat de Corgemont

 

«La campana en la Sala de Amida (…) sonaba en modo fúnebre, expresando un lamento por la impermanencia de todas las cosas y la vanidad de la vida.»
(“Las Enseñanzas de un Guerrero” Vol 1. Marc Boillat. Ed. Alas)

 

¿Quién es este Buda que nos recuerda que el mundo está lleno de apego a falsos dioses, fuente de dolor y decepciones?

 

Buda Amitaba (Amida en japonés) es quizás el más venerado en el ámbito del budismo religioso. Vivió hace muchísimo tiempo, y era un rey poderoso y un hombre sabio.
En una ocasión, hospedó en su palacio durante más de ocho meses a un iluminado –llamado el “Buda de las Joyas”–, el cual, hacia el final de su permanencia en la corte, emitió una profecía. Dijo que el mismo rey se iluminaría y transformaría en un poderoso Buda con el nombre de Amitaba, y que dos de sus hijos, también, alcanzarían el mismo estatus: uno como el bodhisatva Avalokitesvara y el otro como Vajrapani. La profecía se cumplió totalmente.
Antes de que el rey llegara a ser el Buda de la “Luz Infinita”, le fueron necesarias 500 reencarnaciones, durante las cuales acumuló un gran número de méritos.
Este buda prometió que cualquiera que recitara su nombre renacería en su Tierra Pura y que cualquiera que llevase su nombre escrito en un papel, joyas, objetos, etcétera, y los llevara encima del propio cuerpo estaría protegido grandemente.
En el budismo una cosa muy interesante es que no existe fricción entre prácticas. Por ejemplo, puedo practicar el zen y ser devoto de Amitaba al mismo tiempo sin que nadie se ofenda o quede escandalizado. Por ello muchos practicantes hacen ofrendas a Amitaba (flores, incienso, frutas, mandalas, etc.).
Además, el mismo Siddharta Gautama solía ofrecer mandalas a Amitaba… (artículo entero en la revista).


leer_mas_pdf ◄ Volver Atrás