Las formas de dos personas en el Taijiquan

Por Francisco J. Soriano Tejeiro
Maestro Nacional de Taijiquan 4º Duan
Escuela de Artes Marciales Chinas Kan Li
info@centrokanli.com

 

El trabajo de aplicabilidad técnica es fundamental en cualquiera de los estilos marciales chinos. Imaginarse un programa de práctica en el que no se realicen ejercicios para desarrollar las técnicas contenidas en el Tao Lu o forma en su contexto nos aleja progresivamente de la realidad marcial del arte.
Las propuestas para abordar este apartado de la práctica son muy diversas dependiendo de la escuela sobre las que pongamos el foco de atención. Todos los estilos disponen de modelos sobre los que trabajar las técnicas: unas veces con muñecos de madera; otras, con compañeros imaginarios y otras, con compañeros reales.
El trabajo de contacto es el que más nos aproxima a la realidad del combate, por lo tanto es insustituible como elemento para profundizar en la comprensión global del sistema que estemos practicando. En el caso del Taijiquan, el trabajo a dos personas se enmarca en diferentes formas de trabajo que, a su vez, persiguen distintos objetivos puntuales pero que convergen en un marco general de utilidad para darle aplicabilidad real a los conceptos y las técnicas contenidos en las formas.
En este caso queremos repasar algunos aspectos de ese trabajo en el ámbito del Taijiquan ya que lo consideramos primordial para evitar autoengaños sobre la eficacia marcial de cualquier estilo de esta rama del Nei Jia Quan (Boxeo de la rama interna).
El Tui Shou y el San Shou se hermanan en una misma búsqueda pero en fractales de profundidad y de abordaje diferentes. Si observamos detenidamente los numerosos modelos de ejercicios de Tui Shou o «empuje de manos», podemos constatar la gran diferencia que existe entre los particulares enfoques de cada escuela. El Tui Shou es un gran método para desarrollar los fundamentos y las habilidades que la técnica marcial nos va a requerir en su ejecución práctica. Los elementos de escucha, comprensión, adherencia, seguimiento, transformación y emisión de fuerzas están incluidos dentro de la conciencia que se exige en cada rutina de este método.
Debemos desterrar la idea de que los ejercicios de Tui Shou son una forma de combatir en el Taijiquan. En estos ejercicios no se busca la victoria sobre el compañero, buscamos una conversación de contactos que nos permita desarrollar todos los elementos que citábamos en el párrafo anterior. Hablar de una aplicación técnica en el Taijiquan es limitar realmente su capacidad marcial. Las ideas que aparecen en las formas en diferentes encadenamientos nos permiten establecer una dinámica de acción autónoma reactiva, no siempre ligada a los mismos elementos de contacto. Una técnica que, en apariencia, sirve para desviar un brazo y golpear, también puede aplicarse, por ejemplo, sobre una acción de piernas o sobre un agarre concreto.
En el caso del Taijiquan, al igual que ocurre en otros estilos internos, no todo lo que vemos es realmente lo que parece. En el caso de los estilos Yang y Chen sobre los que he realizado mis estudios, la multiplicidad de contextos de aplicación para cada una de las técnicas incluidas en la forma es tan amplia que puede producir vértigo pensar cómo podemos desarrollar una dinámica de trabajo de aplicaciones sobre tantas variantes.
La respuesta a esta cuestión se encuentra en el segundo tipo de trabajo al que nos referíamos con anterioridad. El San Shou, como modelo de forma a dos personas, nos permite evolucionar la idea inicial del concepto de «aplicación», trascendiendo la forma habitual que tenemos de interpretarlo. Para el Taijiquan, la propuesta no es abordar todas las posibles maniobras de aplicación que puede sugerirnos la técnica en la forma. La idea fundamental de todo el estilo es el libre fluir dentro de unos parámetros que tienen la capacidad de adaptación oportuna al contexto en el que nos vemos inmersos.
Esta amplitud de posibilidades queda reflejada en la manera y los métodos de abordar el trabajo del San Shou en las diferentes ramas que conocemos.
Por una parte, el flujo ininterrumpido de un modelo técnico a otro, en la misma dinámica que aplicamos al trabajo de la forma en solitario, nos aproxima a la idea fundamental de la transformación o Hua que debemos dominar si queremos combatir dentro de los márgenes del estilo.
Mantener un flujo natural, evitar la oposición, practicar la adherencia, sentir la intención dinámica del compañero y la manifestación natural de su espíritu de lucha… son algunos de los objetivos fundamentales de este magnífico trabajo de aproximación. En realidad, todo lo que hacemos en las sesiones de entrenamiento es desarrollar modelos de aproximación contextual a lo que significa un combate real. En este caso, el San Shou es una de las últimas piezas del rompecabezas y su forma de practicarlo determinará en qué medida nos acercamos al límite de lo real.
El primer paso para abordar este trabajo es el conocimiento o aprendizaje completo de la forma que contiene las técnicas sobre la que se basa la secuencia del San Shou. Resulta difícil creer que podemos intuir el movimiento que va a realizar nuestro compañero o adversario si, previamente, no disponemos de esa imagen dinámica en nuestra cabeza a través del estudio de la forma. Necesitamos ser capaces de reconocer la acción que nos está llegando. Adquirimos el conocimiento de la estructura de la técnica a través de una comprensión profunda del trabajo contenido en el Tao Lu. Aprendizaje y desarrollo son las pautas que debemos seguir antes de iniciar la práctica del San Shou.
Este tiempo de aprendizaje y memorización profunda de los diferentes elementos de la forma debe conjugarse con una práctica habitual de Tui Shou que nos permita adquirir las habilidades internas, mínimas, para poder transferir las técnicas de las formas de mano vacía a un contexto de dos personas. Ahí comienza el desarrollo del San Shou como modelo de aproximación a la realidad del combate… (artículo entero en la revista)


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