Las páginas del Dep. Nacional de Kenpo

ENTREVISTA A ÁNGEL RUIZ, UNO DE LOS KENPOÍSTAS MÁS LAUREADOS DEL DNK

 

Por Pilar Martínez
Dtra. del Dpto. de Comunicación del DNK

 

Ángel ¿Cuánto tiempo llevas practicando Kenpo?
Llevo 30 años practicando Kenpo, comencé a los 4 años de edad. Según me han contado, tuvieron que hacerme el kenpogi a medida porque en esa época no había kenpogi negro tan pequeño. Aún lo guardo con muchísimo cariño, al igual que mis cinturones infantiles.

 

¿Cómo te iniciaste en este arte marcial?
Gracias a mi tío y maestro, Manuel Cuevas, cinturón negro 7º grado y presidente de la Asociación Kenpo Karate España (A.K.K.E). Él fue quien me inició a practicar Kenpo. Dice mi madre que casi no sabía andar y mi tío ya estaba enseñándome la patada frontal, pero no fue hasta el año 1984 cuando comenzó a llevarme a sus clases, en la escuela que recientemente había montado en Jódar (JAÉN), localidad donde nos acabábamos de mudar a vivir. A pesar de la corta edad que tenía, recuerdo perfectamente el gimnasio donde comencé a entrenar. Era el gimnasio municipal del pueblo, un local no muy grande que tenía algún aparato de gimnasia y una cuantas pesas.

 

¿Qué recuerdos tienes de tu infancia en el Kenpo?
La verdad es que guardo muchísimas anécdotas de aquellos años; por ejemplo, recuerdo que en muchas ocasiones, comiendo en casa de mi tío, discutíamos algún tema de Kenpo y soltábamos la cuchara para ponernos a repasar. Otro recuerdo que guardo con mucho cariño es junto a mis grandes amigos Loren Jiménez y Juan Cazorla, cuando íbamos a un lugar que conocíamos en la sierra, al que nosotros llamábamos “la llanura” situada al lado de Jódar, donde nos tirábamos las horas entrenando. Este lugar era mágico, disfrutábamos de un silencio total en plena naturaleza. ¡Éramos tres frikis! Juan dejó el Kenpo en la adolescencia y Loren es hoy día uno de los grandes kenpoístas de este país y tiene su escuela en Barcelona. En esa época éramos muchísimos en clase pero de ese grupo sólo quedamos Loren y yo. Nos vemos muy a menudo y solemos entrenar juntos en los entrenamientos de profesores de nuestra asociación A.K.K.E.

 

¿Qué significa el Kenpo para ti?
La verdad es que el Kenpo para mí lo es todo. Llevo toda la vida entrenando y no sé lo que es vivir sin Kenpo. Forma parte de mi vida y está presente en mí día a día. Desde muy pequeño tenía claro que me quería dedicar a enseñar nuestro arte a otras personas.

 

¿Te ha ayudado el Kenpo en situaciones complicadas de tu vida?
Mucho. Como todo ser humano he cometido errores que me han hecho tropezar y caer, pero gracias a la serenidad, el equilibrio y la autoconfianza que me ha aportado el Kenpo, he sabido levantarme, sacudirme el polvo y seguir adelante con una nueva lección aprendida. Si no hubiese vivido con el Kenpo, sin duda no sería la persona que soy hoy día.

 

Y tu familia… ¿qué piensa de que te dediques al Kenpo?
Están muy orgullosos de ver todo lo que estoy logrando, pero siempre lo pasan mal cuando vienen a verme actuar en exhibiciones y tengo que hacer algún rompimiento o cuando llega la hora del combate en las competiciones. Mi madre, que ya es algo mayor, siempre me dice que no le gusta mi oficio, que no le gusta que tengamos que estar siempre pegándonos y haciéndonos daño, pero cuando habla con otra gente de a lo que me dedico no puede esconder su orgullo.

 

¿Impartes clases en la actualidad?
Sí, llevo muchos años dando clases a niños y adultos. Comencé a dar mis primeras clases en el año 1996, en una localidad cercana a Jódar llamada Bedmar. Iba dos veces a la semana en mi moto hasta el colegio donde impartía las clases a los niños. A los tres años monté un pequeño gimnasio en la misma localidad que nunca llegó a funcionar del todo bien y a los dos años cerré para irme a Linares donde creé una gran escuela de Kenpo y donde formé a algunos campeones de España e internacionales. A los pocos años de estar en Linares también abrí otra escuela en la capital, Jaén, de la que también han salido grandes kenpoístas. Por motivos del corazón y para poder seguir creciendo en mi carrera kenpoísta, en 2012 decido mudarme a vivir a Madrid y dejo mis dos escuelas en manos de dos alumnos avanzados. Aquí comienzo a dar clases privadas y creo una escuela en un club deportivo, a los pocos meses y después de mucho esfuerzo, consigo comprar mi propio gimnasio en la localidad de Las Rozas de Madrid. “Ángel Ruiz Gym” es un centro deportivo enfocado a las artes marciales en el que disponemos de una sala de 120 m2 de tatami con las mejores instalaciones para practicar artes marciales, una sala de 100 m2 para clases colectivas fitness, una sala de 60 m2 con 21 bicicletas de ciclo indoor y una sala de musculación de más de 200 m2. Además de Kenpo se imparten clases de Karate, MMA, Muai Thay, Jiu Jitsu brasileño, Capoeira, Boxeo y también todas las clases del sector fitness. Es un gimnasio súper cercano, amigable y donde todos los que lo formamos intentamos que nuestros clientes se encuentren como en casa. La verdad, es mi sueño hecho realidad.

 

¿Cuándo comenzaste a competir?
Desde muy pequeñito, tengo fotos con 6 y 7 años en competiciones. Claro que en esa época, a la hora de repartir los trofeos, siempre se olvidaban de mí y aunque sí es cierto que me llevaba un gran berrinche, nunca tiré la toalla y siempre seguía entrenando para poder mejorar. Recuerdo lo mucho que me gustaba viajar con los compañeros en los coches y autobuses para ir a las competiciones y también lo mal que lo pasaba la noche de antes del torneo con esos nervios que no me dejaban dormir.

 

Pero no tardaron en llegar los triunfos…
Los triunfos llegaron en su momento, los primeros fueron en el año 90, aquí hubo un antes y un después. Ese año gané mi primer campeonato de Andalucía y mi primer campeonato de España y desde entonces, en todos los torneos en los que he participado me he clasificado. Entrenaba dos horas diarias, lunes, miércoles y viernes en Jódar y martes y jueves en pueblos de los alrededores donde mi maestro impartía clases y yo siempre le acompañaba, Bélmez de la Moraleda, Huelma, Cabra del Santo Cristo son algunos de los pueblos donde entrenábamos… (artículo entero en la revista).


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