“Simplificar”, la palabra clave de Bruce Lee

Por Toni Giménez Fajardo

tonigimenezfajardo@gmail.com

www.tonigimenez.cat

 

Si hay una palabra clave que resume toda la filosofía de Bruce Lee sobre las artes marciales, a la vez que de su arte y su pensamiento, así como de su vida, esa palabra es: simplificar.

 

Para Bruce Lee hay que liberarse de las formas, de todo lo que nos deja encorsetados, retraídos, sin expresión libre. Hay que aprender de todo, filtrar, depurar y quedarnos con nuestra versión de las cosas para poder dar la mejor versión de nosotros mismos y establecer nuestra etiqueta personal, lo que nos hace únicos e irrepetibles. Esto hace referencia tanto a nuestra vida personal, o sea a cómo encaramos nuestro camino particular y hacemos frente a los problemas y adversidades, como a nuestra vida profesional, o sea a dejarnos llevar por esa voz interior que nos ayuda a elegir qué es lo que realmente nos gusta hacer y para lo que estamos preparados y que llamamos vocación.

 

En el caso de las artes marciales, la idea básica es simplificar los movimientos, reducir la energía que se necesita para cada postura, ya sea en ataque o en defensa. Tener conciencia de las posibilidades de nuestro propio cuerpo. Simplificar las propias artes marciales, reduciéndolas a una sola manera de entenderlas, lo que nos lleva a simplificar nuestro pensamiento, nuestra manera de ser, o sea, de sentir, pensar y actuar.

 

A Bruce Lee, esta manera de interiorizar las artes marciales le llevó seguramente a sufrir y preocuparse constantemente por romper los moldes establecidos e ir a contracorriente, pero ello le permitió, a su vez, crear su propia arte marcial, o sea su manera concreta de mostrar y de entender la lucha, que en el fondo es la lucha con uno mismo, con lo que es y con lo que puede (debe) llegar a ser. Esta tensión constante debió influir muchísimo más de lo que nos parece en su propia salud personal. Su mente siempre estaba tensa: demasiada preocupación. Bruce pensaba deprisa y actuaba más de prisa aún. Su muerte, seguramente tuvo mucho que ver con su propia tensión personal. Dicen los que lo conocieron personalmente (y lo podemos ratificar en imágenes filmadas) que sus movimientos marciales eran tremendamente rápidos. Pero yo añadiría que su mente aún lo era más. Su mente iba más allá.

 

Aún hoy en día, más cuarenta años después de su muerte (1973), no hemos asimilado su profundidad. Sí, Bruce lo simplificaba todo, incluso la filosofía. Lo absorbía absolutamente todo y era capaz de generar un resultado inmediato. No perdía ni un instante. Su cuerpo y sus movimientos respondían a la rapidez de su mente. Una mente lúcida, por supuesto. Hay sinceridad en lo que dice y en lo que hace, al margen de que en algún momento nos parezca engreído. Esta sinceridad, esta honradez con lo que hace es lo que ha determinado que fuese una persona admirada y que siga siendo fresco y útil todo lo que aportó. Parece que estas personas que viven poco (en su caso 32 años), saben de manera inconsciente, que tienen poco tiempo para realizar lo han venido a hacer en esta vida. Bruce no era el hombre más fuerte del mundo, pero tenía una fortaleza interior tan impresionante que se merecería ese título tan solo por el hecho de que luchó tanto como pudo para llevar adelante sus creencias…


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