Sin ofender: Amor en conserva

Por Tengu

 

Si, han acertado. Es el título de uno de los más delirantes films de los Hermanos Marx. Y me viene que ni pintado para lo que quiero compartir con ustedes esta vez. A menudo algún conocido me ha comentado que las artes marciales antiguas se practican más en occidente que en oriente, que existe más interés aquí que allí. Que allí desaparecerán y las conservaremos exclusivamente en tierra cristiana. ¿Cuántos de nosotros no hemos compartido ese sentimiento romántico de acercarnos al país de origen de esas amadas artes, y encontrarnos con el Santo Grial Marcial? Permítanme que discrepe, tanta globalización y acceso fácil a la información ha creado serias interferencias en lo que a esto respecta. Hay que ir allí, para darse cuenta de que aquí hay tanto “maestro” como allí. Que el óxido no sólo es patrimonio occidental. Allí existen latas de conservas al borde de la fecha de caducidad, pero también buenas perlas que conviene saber encontrar, escondidas habilidosamente en la muchedumbre de conchas.

 

Como canta uno conocido verso antillano “te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao”. Si bien es cierto que para comprender el futuro hay que estudiar el pasado, y en eso los países asiáticos ejercen de pleno derecho, no todo se conserva igual ,por mucho amor y empeño que le pongan.

 

El número de practicantes de artes tradicionales en Asia es inversamente proporcional al de sus homólogos coccidentales. Eso es cierto, y la globalización y los medios ha sido buena parte de los artífices. Correcto. Sentimos más interés por vestirnos con ropajes a la antigua usanza japonesa, china o indonesia de lo que sus foráneos muestran. Nos encanta montarnos el ropero marcial con 40 equipos, armas, utensilios de entrenamiento… tirando de paypal y visa, para luego lucir palmito en los cursos y hacerse la foto de rigor con el ojos rasgados y colocarla en Facebook. Algunos maestros de ojos rasgados se aprovechan de la pasión occidental y hacen el agosto. Otros, pocos, se mantienen herméticos. Algunos de estos por que realmente saben poco y se pondrían en evidencia y ridículo, y otros directamente porque aman tanto lo que guardan, que se abren sólo a unos pocos escogidos. ¿Con ello ponen en peligro la conservación de la escuela?… (artículo entero en la revista).


leer_mas_pdf ◄ Volver Atrás