Vaciando el vaso

Por David Martínez Pozo

 

Cuanta sabiduría esconde esa frase, con pocas palabras, con pocas letras, encierra un significado importante. “Vaciar el vaso” es un ejercicio de compromiso, de sinceridad con uno mismo y de humildad, “vaciar el vaso” implica que a lo mejor, es necesario deshacerse de determinados preceptos para volver a conseguir un avance.
Y eso ocurre en el campo de la preparación física, como en cualquier otro, e incluso cuando lo aplicamos a las artes marciales debemos también tenerlo en cuenta, porque los conocimientos cambian, y no es de recibo seguir haciendo determinadas cosas “porque es lo que se ha hecho siempre”, si queremos tener un camino longevo, fructífero y de calidad, debemos vaciar el vaso.
Este ejemplo es todavía más claro cuando hablamos de un tema muy importante, que es el entrenamiento de la amplitud de movimiento (ADM) o comúnmente llamado “elasticidad”(flexibilidad).
Lo vemos diariamente en nuestros gimnasios, gente que “quiere patear más alto” y se pasa horas trabajando sobre el spagat(sic) para poder golpear a más altura.
Así que vamos a vaciar el vaso.
La ADM se trabaja de dos maneras, por un lado los estiramientos tradicionales, denominados pasivos, dónde yo me apoyo, o tiro con ayuda de un compañero, o empleo cualquier otra manera de ampliar ese rango pero sin que yo intervenga más que resistiendo la tensión.
Este estiramiento no reproduce la realidad del movimiento que queremos mejorar, su única utilidad es al final del entrenamiento, evitar cargas musculares, relajarnos y dejarnos listos para el siguiente entreno. Pero no podemos pretender que desde la pasividad, mejoremos un gesto dinámico; por eso tenemos que irnos hacia el estiramiento activo.
La principal característica de este estiramiento es que se entiende que en un movimiento de amplitud determinada, esa amplitud se consigue por que un(os) grupo(s) muscular(es) se contraen, y por consiguiente otros se estiran; pongamos un ejemplo.
Si nos tumbamos boca arriba y tratamos de elevar la pierna recta hasta la horizontal, debemos tener en cuenta 2 cosas, una la tensión existente en el isquiotibial (que es lo principal en lo que nos vamos a centrar seguro) y otra, la tensión existente en el cuádriceps (por ser el opuesto al isquiotibial en generación de movimiento). Si ahora modificamos el ejercicio, llevando la rodilla flexionada a la horizontal y pretendemos desde allí estirar la pierna, notaremos que por un lado, la tensión del isquio es mayor, ¡pero es que también ha aumentado la del cuádriceps! Es decir, el cuádriceps no tiene fuerza suficiente para vencer la resistencia del isquio a ser estirado; y esto es lo que hace (entre otra cosas) que no se patee alto, rápido y fuerte-efectivamente deberíamos añadir estabilidad, trabajo de otros músculos que intervienen en el golpe, etc etc…..-pero lo principal es entender la gran diferencia… (artículo entero en la revista).


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