Por Luis Fernando Briceño Zuloaga
“Odiseo gritó a Polifemo jactándose ¡No te hirió nadie, sino Odiseo! Desafortunadamente, no sabía que Polifemo era hijo de Poseidón” fragmento de la Odisea de Homero. Desde hace miles de años los héroes quieren ser reconocidos por sus hazañas, quieren que se divulgue de boca en boca sus logros y proezas, realidad con un poco de ficción, mezcla que se convierte en mito en la mente del hincha.
En la actualidad las cosas no son muy distintas, los campeones en el mundo de las MMA, que batallan como pocos para llegar al ansiado título, despertando temprano, evitando vicios, entrenando horas, recorriendo un camino que sólo unos cuantos estarían dispuestos a andar, sin la publicidad adecuada, sin el apoyo del público, simplemente se pierden en el olvido, en espera de que alguien más popular se vuelva “el campeón del pueblo”.
La palabra ídolo es complicada, pues no siempre la obtiene quien la merece, es por eso que en los últimos años las empresas se han esforzado no sólo por sacar campeones, también por producir ídolos, pues al final, estos son los que llenan estadios, los que venden pagos por evento, los que se pueden volver la imagen de todo un deporte.
Ejemplos podemos citar bastantes y otros más vendrán a la cabeza del lector; Brock Lesnar era el monarca perfecto para UFC y no por su técnica, lejos de ser merecedora del laurel que ostentaba, si no por que con su presencia atrajo miles de nuevos seguidores, odiado o amado, no importaba, todos querían verlo en el octógono. El actual campeón de la categoría: Caín Velásquez, ha conseguido entrar en el corazón público latino bajo la imagen del guerrero mexicano, a pesar de que nació en Estados Unidos y su español es bastante limitado… (artículo entero en la revista).
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