El Aiki-Dojo: un guerrero está por encima

Por Sensei Dr. David Ito
Jefe Instructor The Aikido Center of Los Angeles, USA
www.aikidocenterla.com
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Traducción: Santiago G. Almaraz
Director CD Kodokai
www.kodokai.es
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Agradezca incluso las dificultades, los contratiempos y las personas malas. Hacer frente a tales obstáculos es una parte esencial de la formación en el Arte de la Paz
Morihei Ueshiba
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El coronavirus ha propiciado una situación única que está impactando a todos los artistas marciales por igual sin importar su estilo, frontera o nacionalidad. La adversidad de la pandemia es un regalo que está revelando nuestro verdadero carácter.
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Independientemente del arte, todos los guerreros o artistas marciales siguen un Camino (), un conjunto de principios que guían todos los aspectos de la vida del guerrero. El autor Nitobe Inazo describió el Camino como Ocho Virtudes: Rectitud (Gi ), Coraje (Yu ), Benevolencia (Jin ), Respeto (Rei ), Honor (Meiyo 名誉), Honestidad (Makoto ), Lealtad (Chugi 忠実) y Autocontrol (Jisei 自制). Sin embargo, en el papel y en nuestros labios, éstas son solo palabras porque, sin acción, no tienen sentido.
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Seguir un camino requiere que el guerrero sea una persona justa. La rectitud son las reglas que gobiernan nuestras acciones y es algo que cultivamos a través del entrenamiento. Cada budo tiene kata () o formas predeterminadas. Estos modelos son las reglas que gobiernan nuestros movimientos pero también esconden en ellos enseñanzas mentales y espirituales. Entonces, en cierto sentido, el entrenamiento de budo da forma a la persona que somos por dentro y por fuera. La rectitud no comienza y termina en la puerta del Dojo. Está en todo lo que practicamos en el Dojo, desde la limpieza y la reverencia, hasta la forma en que nos defendemos y, finalmente, estas prácticas se convierten en parte de todo lo que hacemos. La práctica de la justicia nos permite mejorar la calidad de nuestra vida diaria.
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La famosa cita Zen “Cae siete veces, levántate ocho”, ejemplifica la valentía de un guerrero. Por lo general, una persona tiene que ser valiente para incluso iniciarse en un arte marcial. El coraje se pone en práctica muchas veces al día en clase cuando nuestros compañeros nos atacan. Con cada técnica y cada bloqueo, golpe o lanzamiento, estamos aprendiendo a mantenernos firmes frente a la adversidad. Al principio puede ser difícil seguir adelante, especialmente cuando las cosas se ponen difíciles o abrumadoras, pero el guerrero dentro de nosotros dice: “Sé valiente y hazlo de nuevo”. Se necesita valor para seguir adelante cuando la adversidad asoma su fea cabeza.
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La mayor fuerza que puede tener un guerrero es ser benevolente. No se requiere ningún entrenamiento para lastimar o matar a otro, cualquiera puede hacerlo. Es por eso que en las artes marciales se dice: “El verdadero budo no mata” (Shinmu fusatsu 真武不殺).
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El entrenamiento de Budo consiste en desarrollar la fuerza del carácter para ser amable. Cuanto más entrenamos, más amables nos volvemos porque nos damos cuenta de la fragilidad de la vida y la letalidad del arte que manejamos. Se necesita una gran cantidad de fuerza interior para no ceder a los deseos de nuestro ego. La verdadera fuerza interior no se demuestra en lo que podemos hacer, sino en lo que elegimos no hacer.
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Existe un famoso proverbio japonés que ilustra la fuerza de la benevolencia: Nasake ni hamukau yaiba nashi” (情けに刃向かう刃なし) o “No hay espada que pueda oponerse a la bondad”. Cualquiera puede matar, pero solo unos pocos pueden elegir ser amables.
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También existe un dicho en budo que dice así: “Todo comienza y termina con respeto” (rei ni hajimari rei ni owaru 礼に始まり礼に終わる). La mayoría piensa así, inclinarse como un gesto de respeto hacia el oponente y eso es aparentemente en parte cierto. Sin embargo, el respeto que en realidad estamos cultivando cuando nos inclinamos no es solo por nuestro oponente, sino también por nosotros mismos. La única forma verdadera de respetar a los demás es respetarnos a nosotros mismos. Así, en el entrenamiento, aprendemos a movernos con dignidad y gracia que viene con el respeto por nosotros mismos. Por eso los japoneses dicen: Yaiba ni tsuyoki mono wa rei ni suguru” (El mejor guerrero supera a todos los demás en decoro). Actuar con respeto es tener respeto por uno mismo.
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Un guerrero es una persona de honor y tenemos verdadero honor cuando nuestra persona interior coincide con nuestra persona exterior. Algunos podrían llamar a esto integridad. Muchos de nosotros lo decimos, pero pocos lo hacen. Para mí, el honor debe ser la última virtud porque es la virtud que asegura todas las demás. No hay rectitud, coraje, benevolencia, honestidad, lealtad o disciplina sin honor.
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No hace falta decir que todos los guerreros son honestos, pero la honestidad de un guerrero va más allá de decir la verdad. La honestidad se trata de intención. ¿Vivimos una vida similar a los Cinco Preceptos del Budismo de no matar, robar, mala conducta sexual, mentir o intoxicarse? Nuestras acciones hablan de nuestro carácter. Por lo tanto, en el entrenamiento, la honestidad se trata realmente de la intención de nuestras acciones. Cuando tengamos un mal día, abstengámonos de desquitarnos con los demás. Cuando nos enfrentamos a la adversidad y actuamos de esta manera, no somos conscientes de nosotros mismos y, por lo tanto, no actuamos con una intención honesta.
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Los mejores guerreros no siempre son los más leales. Los movimientos del budo pueden ser aprendidos por cualquiera y así cualquiera puede fingir ser o decir que es leal. Es fácil de hacer cuando otros están mirando, pero la verdadera prueba de lealtad es cuando no hay nada que ganar y cuando nadie está mirando. La verdadera lealtad revela nuestro verdadero carácter y nuestra verdadera motivación.
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La virtud característica de todos los guerreros es el autocontrol. Todas estas otras virtudes son solo conceptos que requieren autodisciplina para llevarlos a cabo. Quizás por eso el autocontrol es la última virtud. El verdadero budo tiene que ver con el cambio, pero no solo con el cambio físico. El cambio que todos buscamos en el entrenamiento es la realización del yo. Los conceptos son solo palabras, pero cobran vida con diligencia y esa práctica con el tiempo crea un cambio o realización personal. Seguir el camino del budo es difícil y requiere un trabajo constante. Por eso en el budo se dice: “Vivir es difícil, morir es fácil”. En clase, aprendemos la disciplina para tener autocontrol. Sin disciplina, las palabras son solo palabras. Con disciplina, las palabras ayudan a guiar nuestras acciones y nos ayudan a alcanzar nuestras metas…


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