Por José Santos Nalda Albiac
El Aikido se aprende esencialmente a través de los movimientos del cuerpo, por tanto en este sentido constituye una educación motora.
El dominio del cuerpo, y la destreza o habilidad en las acciones, se consigue mediante la repetición constante de las secuencias dinámicas de cada técnica buscando:
– La eficacia en los movimientos (velocidad, distancia, precisión, momento, energía ritmo, etc.).
– La economía de esfuerzos.
– La adaptación inmediata a las situaciones cambiantes.
– El aprendizaje de nuevos movimientos.
– La estética gestual (equilibrio, amplitud, belleza, sencillez, naturalidad, espontaneidad, etc.).
– La postura y actitud correcta en todo momento.
Las repeticiones de una misma técnica tienen por objeto la adquisición de habilidades motrices y la creación de un proceso de automatización de respuestas aprendidas que son:
– Adaptativas, en función de las variables del estímulo.
– Sistemáticas e inmediatas, es decir surgen siempre que se presenta el mismo estímulo.
– Durables. Una vez aprendidas permanecen en la memoria neuromuscular durante cierto tiempo, aunque pierde eficacia y calidad si se abandona indefinidamente su práctica.
El aikidoka, mediante estas repeticiones constantes de las diferentes técnicas, se configura una imagen visual-mental y propioceptiva del acto a realizar, al tiempo que se graban en su memoria las pautas dinámicas y sensitivas del mismo.
En los principiantes, el proceso neuromotor de la interacción entre Uke y Tori, o ataque y respuesta, está sujeto a estas fases:
1.- Percepción del estímulo por vía sensorial.
2.- Identificación del estímulo mediante la memoria cognitiva.
3.- Evaluación y selección de la respuesta. En esta fase puede aparecer la duda o la indecisión.
4.- Orden neuromotriz para ejecutar la respuesta… (artículo entero en la revista).
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