Por Miguel Ángel Martín Rivero
Mucho se ha hablado de la labor integradora y educadora de las artes marciales, ya no solo como cualquier disciplina deportiva, sino como los valores propios que la integran. Es importante saber cuál fue el origen de estas modalidades de lucha que han llegado hasta nuestros días, si bien modificadas en algunos de sus aspectos y evolucionando con los tiempos, pero aún guardando la esencia de sus orígenes.
Hoy en día la sociedad ha evolucionado quizás a un ritmo que muchas personas les cuesta asimilar. Si bien se han conseguido conquistar determinados derechos civiles, se han perdido las formas de cortesía que hace años existían entre nuestros conciudadanos, a ello les sumamos la competencia en el terreno laboral y el no ser dueño de nuestro tiempo y obtendremos una sociedad cada vez más egoísta y poca solidaria. Lo niños están continuamente bombardeados por estímulos y no siempre son positivos, los colegios son centro de conflictos en algunos casos como el acoso escolar. Todo ello sumado a la falta de valores éticos y humanos por parte de los representantes de nuestra sociedad, hace que el deporte de base sea un reducto donde se pueda educar a los futuros ciudadanos de una forma en la cual prima el esfuerzo, el compañerismo y el respeto, por poner tres ejemplos.
Las artes marciales es el producto de la necesidad de protegerse, por parte de una clase oprimida como eran campesinos, artesanos e incluso religiosos y también del adiestramiento por parte de los ejércitos de los distintos señores feudales. Muchos detractores dicen que han quedado obsoletas, supongo que si algo no funciona se pierde con el tiempo, otros lo ven como algo místico, bueno sobre gustos ya se sabe. Para mí son técnicas, que con algunas variaciones hace quinientos años ya se practicaban, está claro que todo evoluciona, pero lo importante son los principios, los cuales siguen intactos. El día que desparezcan éstos, solo serán meros deportes de combates, sin esos valores que les hacen tan especiales.
Existen tantos motivos para la práctica de las artes marciales como practicantes, cada uno busca el suyo, si eres joven quieres competir, a cierta edad se busca más el aspecto de la defensa personal y el mantenimiento físico. He visto a muchos practicantes que con los años han ido cambiando sus motivaciones y su evolución, pero lo importante es no perder la ilusión, sin motivación nada puede hacerse.
Desde aquí quiero mandar un mensaje de apoyo a todos los profesionales en la enseñanza de cualquier estilo marcial, que cada día ponen su empeño y conocimientos a disposición de sus alumnos, para hacer de ellos no solamente personas más seguras de sí mismas, sino también ciudadanos más dignos y respetuosos.
Para mí es un orgullo formar parte de esa gran familia marcial, que nada tiene que ver con algún innombrable que o bien busca llenarse los bolsillos con una enseñanza que no tiene nada del verdadero espíritu marcial y por otra parte por supuesto con mero delincuentes que se refugian en estas disciplinas para realizar sus fechorías…
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