Bruce Lee: Tu verdad no es mi verdad

Por Toni Giménez

Las cosas no son tal como son, sino tal como somos.
El Talmud

 

¿Qué es la verdad? Desde un punto de vista filosófico, la verdad es la adecuación de nuestro concepto de realidad con la propia realidad. Pero, ¿realmente conocemos la realidad? Seguramente no. Tan solo nos acercamos a ella, conociendo básicamente sus fenómenos y poco más, y siempre de una manera subjetiva, relativa y con prejuicios. Cada persona capta la realidad desde su propia realidad individual y desde su manera personal de construir su visión de la vida y del mundo. Y en esta captación y construcción de la realidad hay que tener en cuenta, como mínimo, la cultura donde hemos nacido, si tenemos alguna limitación física, psíquica o sensorial, si eres niño, joven, adulto o anciano, si eres hombre o mujer, si eres rico o pobre, si donde vives hay guerra o paz.
La verdad es agua que fluye y que se adapta a la situación y a la circunstancia, siempre en constante renovación. La verdad no es algo fijo, establecido para siempre como sucede con los dogmas. Bruce Lee, como fruto de una gran intuición filosófica alimentada constantemente con lecturas y estudio, supo fundamentar su práctica marcial sobre una base filosófica simple pero segura, por eso seguramente ha traspasado el tiempo y cualquier frontera, manteniéndose fresca y actual. No hay trampa ni mentira, es un juego limpio en busca de su propia verdad a través de un medio (las artes marciales) que ya concebían este aspecto reflexivo y de crecimiento personal desde antaño.
Bruce no busca pelear por pelear (a pesar de que sus películas muestren superficialmente este aspecto), hay que ahondar en lo que hay detrás de sus palabras, de sus movimientos, de su arte. Su manera de penetrar en la verdad es buscando la simplificación. Simplificar para quedarse con el alma de lo simplificado, o sea de la propia existencia humana: lo esencial. Lo único que realmente muestra lo que somos, nuestro propio espejo (como se muestra en el guión que escribió y que tituló “La flauta silenciosa”, aunque finalmente se tituló “El círculo de hierro” y no fue interpretada por él). El arte marcial como medio para realizar nuestro propio camino, no como competición para ganar. Ganamos en tanto que nos conocemos mejor, no dejando KO una persona en un ring o en un tatami.
Nuestra verdad no es la verdad de los demás aunque haya aspectos en común e incluso podamos compartir verdades muy parecidas. Nuestra verdad es el resultado de nuestra propia experiencia y de nuestra manera concreta de acercarnos a la realidad de las cosas, situaciones y personas. Cada persona vive la vida a su medida, saca sus propias conclusiones y a partir de aquí concibe la verdad como algo seguro y concreto. A pesar de todo, hay que poner en duda constantemente nuestras propias verdades, aunque sea algo que siempre incomoda, puesto que el ser humano es cómodo por naturaleza y poco amante de cambios. En Este aspecto, tanto el filósofo Sócrates como Bruce Lee, llegaban a la misma conclusión, a pesar de separarles casi veinticinco siglos. Podríamos decir que el fin último de la vida sería no poseer ninguna verdad. El camino del día a día debe poner a prueba cada verdad, cada certeza como si de un hilo dependiera.
Cuántos juicios morales se celebran bajo la frase “la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. Se puede ser cien por cien moral y ser a la vez cero por ciento ético. La moral es comunitaria, la ética personal. La verdad se encuentra en el interior del ser humano.
Las artes marciales pueden ser entendidas como un deporte de defensa (e incluso de ataque) o como un arte de autoconocimiento. El movimiento físico puede llegar a ser espectacular pero lo más espectacular es llegar a tener categoría de persona humana. Valiente no es el que vence en una pelea (el propio Bruce Lee decía que si alguien te propone una pelea lo mejor es correr), valiente es el que se enfrenta a sus propios problemas, supera sus limitaciones y hace de eso un triunfo personal, único e intransferible. Valiente es el que pudiendo pelear (porque posee ese conocimiento), acepta la fragilidad de su posible contrincante y rehúsa la agresividad… (artículo entero en la revista).


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