Captar la atención y despertar la motivación

Por José Santos Nalda Albiac (obra publicada)
5º Dan Aikido
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La anécdota, el cuento, la historia, una frase, un eslogan etc., tienen el poder de conectar con los alumnos, despertando su atención y aprovechando el “gancho” de lo que se les expone, transmitir una enseñanza basada en valores.
Sin duda alguna, seleccionando con acierto tal frase o historia, los oyentes se motivarán para obrar en el sentido de la exposición y la recordarán durante mucho tiempo.
Una frase original o un eslogan sencillo pero llamativo, y fáciles de recordar, captan la atención y generan el interés de todos, como, por ejemplo, para referirse a la necesidad de mantener la alerta continua (zanshin).
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Quien no espere lo inesperado no será capaz de detectarlo
Heráclito (540-470 a.C.)
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La anécdota, la historia o la frase, ha de contener el principio de utilidad práctica e inmediata en el dojo y en la vida cotidiana, de manera que los oyentes han de percibir que lo que les enseña el profesor es útil, aplicable y beneficioso en su aquí y ahora, y no teorías irrealizables.
El primer minuto es esencial para captar la atención utilizando estos recursos, por ejemplo, antes de empezar el entrenamiento o al iniciar una charla.
Por ejemplo:
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Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa, por eso nos pasa lo que nos pasa
José Ortega y Gasset
(1883-1955, filósofo y ensayista español,
autor de la frase Yo soy yo y mis circunstancias)
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El objetivo de este recurso es despertar en los alumnos, o la audiencia, el deseo de aprender y poner en práctica lo que propone el profesor, porque ha sabido generar en ellos una emoción agradable.
Otra forma de avivar la curiosidad y el interés por el tema, es formulando preguntas, a favor y en contra del tema elegido, para que activen el sentido crítico de cada uno, y les haga dudar o afirmarse en sus conocimientos y certezas.
La extensión de la anécdota, el cuento, la historia, el eslogan, etc., ha de ser breve, de manera que pueda contarse con el menor número posible de palabras, según el principio de la navaja de Ockam, para no caer en el error de querer demostrar que el profesor sabe mucho sobre la cuestión (Lo breve, si es bueno, dos veces bueno).
Hay que tener muy en cuenta que no solo es importante lo que se dice o se pretende transmitir, sino que lo es tanto o más la forma de transmitirlo para que agrade, emocione y motive.
La atención no se presta ni se regala, ha de saberse captar y retener, proponiendo durante la sesión de entrenamiento variedad de contenidos y enfoques de situaciones, durante breves periodos de tiempo, sabiendo que cada situación nueva es una fuente de aprendizaje.
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El descubrimiento personal en Aikido
Se fundamenta en uno de las normas establecidas por Ueshiba para su dojo:

El instructor enseña solo un pequeño aspecto del arte. Sus versátiles aplicaciones deben ser descubiertas por cada alumno, a través de la práctica y del entrenamiento constante
Kishomaru Ueshiba, en su libro
El espíritu del Aikido (pág. 95)
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La gran mayoría de aikidokas de cualquier ciudad o parte del mundo abrigan la creencia de que para aprender y progresar en el arte de Ueshiba, es conveniente asistir al mayor número posible de stages, cursos, seminarios, etc., dirigidos por diferentes expertos que ofrezcan distintas visiones técnicas.
La actitud de humildad generalizada, reconociendo o afirmando que de todos se aprende, solo es una verdad a medias. Hay expertos que orientan de verdad, pero hay otros que sin mala fe extravían, sin saber ni ellos mismos que lo hacen, y no todos los asistentes a estos encuentros poseen suficiente experiencia para distinguir a dónde les lleva un camino u otro.
Si bien asistiendo a dichos encuentros se pueden aprender nuevas formas o astucias técnicas, el progreso real y la madurez en la comprensión del verdadero alcance del Aikido, pasa por otra vía como es la búsqueda y el esfuerzo personal.
Buscando en otras fuentes del saber, ajenas al ámbito del tatami, pero no menos orientadoras, encontramos al famoso psicoterapeuta estadounidense Ken Wilber (1949) advirtiendo que, mientras el adepto va saltando de maestro en maestro buscando el progreso de su técnica, nunca descubrirá que el verdadero avance se encuentra en toda su pureza, debajo de sus pies en cada instante…


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