Costumbres y tradiciones de Japón: Honne y tatemae – La mentira “social”

COSTUMBRES Y TRADICIONES DE JAPÓN
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Honne y tatemae – La mentira “social”
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Por José Antonio Martínez-Oliva Puerta (obras publicadas)
Profesor de japonés
5º Dan Iaidô Musô Jikiden Eishin Ryû ZNIR
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Demasiadas veces estamos acostumbrados en nuestro querido país a escuchar a un político diciendo una cosa y hacer luego justamente lo contrario, inventarse datos o afirmar que se poseen titulaciones que no se tienen. Esto es algo que se ha vuelto tan frecuente, que ya a nadie le extraña e incluso hay muchas personas que lo aceptan y siguen apoyando a quienes mienten descaradamente. La mentira se ha establecido como algo cotidiano y natural en las altas esferas del poder, allí donde precisamente se debería dar ejemplo de honradez y sinceridad.
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Pero alguien se podría preguntar ¿acaso en Japón los políticos no mienten? Pues claro que lo hacen, al fin y al cabo son personas como todos los demás y son presas exactamente de los mismos defectos que el resto de la humanidad. La gran diferencia que nos separa de aquel país es la consecuencia de la mentira. Simplificando un poco la cuestión, podríamos decir que “en Japón si te pillan mintiendo estás acabado”. Y esta afirmación no es solamente válida para un político sino para cualquier figura pública expuesta a la atenta mirada del común de los ciudadanos. Ya hemos hablado en otros artículos sobre las ruedas de prensa pidiendo perdón por conductas antisociales (entre las que figura la mentira) de multitud de personajes públicos, así que me remito a ellos.
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Mentir, quién lo diría, está rematadamente mal. Es una de las conductas antisociales más reprobables que pueden existir. De hecho hay un proverbio que dice Usotsuki wa dorobô no hajimari, que podríamos traducir por “se empieza mintiendo y se termina robando”. Este trozo de sabiduría de la cultura popular japonesa se basa en que, quien es capaz de mentir sin ningún remordimiento, demuestra que carece de escrúpulos morales de cualquier tipo y, fruto de esa laxitud moral, algún día llegará a elevar el nivel de su actuación antisocial. El origen de este repudio hacia la mentira lo podemos encontrar en las mismas virtudes de Confucio, adaptadas como reglas de conducta del código del samurái. En concreto Gi o justicia en el sentido de actuación moral recta y Makoto, sinceridad, honradez, eran las piedras angulares del comportamiento deseable de un guerrero japonés. Por supuesto que podemos encontrar muchos ejemplos de engaños a través de la larga historia de Japón (sobre todo en Sengoku jidai), pues como he dicho al principio, la naturaleza humana alcanza a los japoneses igual que a los demás. Pero también podemos encontrar otros muchos ejemplos en los que la honradez se llevó hasta sus últimas consecuencias, pagando incluso con la muerte.
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Sin embargo, a pesar de ser tan estrictos con la mentira pura y dura, existe en Japón una cierta condescendencia hacia un tipo de actitud social que podríamos calificar como “hipocresía”. Hablo de los conceptos de honne y tatemae. El primero de ellos se refiere a lo que uno de verdad siente en su corazón, a lo que piensa por ejemplo de sus jefes, sus amigos, sus vecinos y el resto de personas que le rodean. Por otro lado, tatemae es la actitud o las palabras que se cruzan con aquellas personas con las que estamos obligados a convivir y que no reflejan fielmente nuestros pensamientos. Recuerdo algún alumno que me decía en clase que esto no podía ser, que estaba muy mal, que ser un hipócrita es algo también despreciable, que siempre había que decir lo que se pensaba. Yo, sin embargo, creo que estos dos conceptos son un mecanismo de adaptación que, por otro lado, existe en mayor o menor medida en todas las sociedades, y que son un instrumento de cohesión y de evitación de conflictos innecesarios. En otras palabras, uno no puede ir por ahí diciendo siempre todo lo que piensa de sus jefes, vecinos, profesores, amigos. Porque si hace esto, puede que algún día se encuentre solo y no tenga a nadie que le ayude…


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