Costumbres y tradiciones de Japón: Itai dôshin

COSTUMBRES Y TRADICIONES DE JAPÓN
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Itai dôshin – Distinto cuerpo, mismo corazón
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Por José Antonio Martínez-Oliva Puerta (obras publicadas)
Escritor, profesor de japonés, maestro de iaidô y abogado
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Estos días tan terribles que nos ha tocado vivir a todos ha venido a mi mente la idea de itai dôshin (distinto cuerpo, mismo corazón). La misma se le atribuye al monje budista Nichiren Daishônin (1222-1282) y detrás de ella hay un entramado de cohesión social y solidaridad que en Japón se manifiesta en todos los ámbitos de la vida diaria.
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Acostumbrados a sufrir desastres naturales (tifones, terremotos, tsunamis, incendios, desprendimientos por lluvias torrenciales, etc.), los japoneses han hecho siempre gala de una ejemplar disciplina a la hora de combatir la adversidad de manera unida. Entre los miles de episodios de héroes anónimos que han dado su vida para salvar a su conciudadanos, recuerdo ahora el caso de la ciudad de Minami-sanriku-chô en Miyagi-ken, cuando una funcionaria de 24 años, Miki Endô, se mantuvo en su puesto alertando a la población por megafonía para que escaparan a lugares altos ante la llegada del tsunami que finalmente acabó con su vida. Desgraciadamente, en nuestro país hemos tenido que hacer frente también a este tipo de fenómenos que requieren de la cohesión absoluta de la sociedad para superarlos con el caso de la pandemia del COVID-19.
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Hay momentos en los que una sociedad debe recurrir a la disciplina y a la calma para garantizar su subsistencia. Esto es algo que también se puede y se debe, en mi opinión, aprender en las escuelas desde pequeños. Hacer que nuestros hijos se dediquen, como hacen en Japón, a limpiar ellos mismos la clase estableciendo turnos para ello, repartir los alimentos en los comedores escolares, formar antes de entrar a clase, ponerse de pie cuando entra el profesor y saludar, etc. Todo esto forma ciudadanos responsables y comprometidos con el grupo, que saben anteponer los intereses de los demás a los suyos propios. Y, lo más importante, personas que no desprecian ningún tipo de trabajo porque los han conocido y experimentado de propia mano.
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Occidente, tan preocupado por sus “ismos”, por sus ideologías y sus religiones, ha perdido quizá de vista lo más importante, la subsistencia del propio ser humano. El pueblo japonés, quizá por la influencia de Confucio, del budismo zen y de todos estos desastres a los que he hecho referencia antes, ha sido siempre más pragmático, más atado a la realidad, menos pendiente de ensoñaciones y quimeras.
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Creo que ha llegado el momento de copiar su modelo. Sin duda, no es un modelo perfecto y arrastra consigo muchos problemas terribles (suicidio, enclaustramiento o hikikomori, etc.), pero es la mejor forma de, permítaseme la expresión, “dejarnos de tonterías” y tener un poco más de sentido común. Nos jugamos mucho todos…


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