Costumbres y tradiciones de Japón: Kaizen

COSTUMBRES Y TRADICIONES DE JAPÓN
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Kaizen – El arte de mejorar
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Por José Antonio Martínez-Oliva Puerta (obras publicadas)
Escritor, profesor de japonés, maestro de iaidô y abogado
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De vez en cuando hay palabras japonesas que, sin saber muy bien por qué, se ponen de moda. Es el caso de kaizen, que literalmente se podría traducir por “mejorar“. Sin embargo, con independencia de que dicho término exista en nuestra propia lengua, esconde detrás toda una filosofía basada en el reciclaje y en cuidar especialmente lo que nos rodea.
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Últimamente tengo la impresión de que esta sociedad moderna en la que nos ha tocado vivir, tan apremiada por los continuos cambios tecnológicos y el ritmo acelerado de vida, desecha cualquier cosa con demasiada facilidad. De mis primeros viajes a Japón recuerdo ver vídeos o radiocasetes abandonados en la basura. Un jesuita amigo mío me comentaba por aquel entonces que era terrible ver cómo el consumismo hacía que mucha gente tirara objetos que probablemente pudieran ser reutilizados. Quizá sea esta una “enfermedad” moderna de la que deberíamos ir pensando todos en “curarnos”.
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Frente a la ideología imperante de deshacerse de lo antiguo en cuanto deja de sernos de provecho, yo propongo aquí el antiguo arte japonés del kintsugi. Esta técnica consiste en restaurar objetos que se han fracturado uniendo sus piezas de nuevo con láminas de pan de oro y otros materiales. Aunque existen ya registros de que se usaba este método en la época Jômon se extendió más ampliamente durante el periodo Muromachi, sobre todo en los ambientes relacionados con la ceremonia del Té. La idea principal es la de conseguir que un objeto que ha perdido su valor, no solo lo recupere, sino que incluso renazca mejorado. Sin duda los que hayan tenido la suerte de ver vasijas unidas con kintsugi se darán cuenta del enorme trabajo artístico de restauración que hay detrás de ellas.
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Recuerdo un programa de la televisión japonesa en la que se invitaba a extranjeros que querían ir a Japón para aprender diversos aspectos de su cultura. Una señora italiana, enamorada de esta técnica del kintsugi pasó un mes en Kyôto aprendiendo de todo un maestro. Su intención era luego volver a su país y escribir un libro sobre la misma. Son este tipo de iniciativas, las que, en medio de la vorágine consumista que nos envuelve, nos hacen recuperar la fe en el humanismo y en una visión que valora más el trabajo y la utilidad que hay detrás de las cosas.
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Detrás de la idea de kaizen existe un sentimiento de gratitud hacia los que han trabajado en la vasija original. Ese trabajo se recupera embellecido mediante el esfuerzo de otro artesano que prolonga la vida de la pieza para que otros la disfruten. Este espíritu de gratitud es el mismo que tenía, por ejemplo, un pastelero de Kyôto el cual recuerdo que no cerraba su pastelería hasta vender prácticamente todo lo que producía en un día. Lo hacía según él para no tener que tirar nada y respetar así la materia prima, elaborada por otros. Respeto hacia quien te ha precedido con su trabajo y respeto hacia el objeto en sí mismo, como base de un nuevo trabajo que intenta mejora el original…


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