De disculpas

Por Girona-Miguel
Fisioterapeuta
Instructor de Hung-Kuen

 

Durante años la compré. Durante años la critiqué. No especialmente en voz alta: tampoco es que tuviera mucha gente con la que hablar del tema. Era más una cosa interior y la crítica no tenía que ver con las fotos, la edición, el color o el número de páginas. No. Lo que me traía a mal traer es el que sirviera de portavoz (o quizás habría que decir de altavoz) a unos cuantos personajes que (y en especial en lo que concernía a lo que yo hacía, Kungfu) sin papel de por medio y una vez en persona (y yo los conocía en persona), dejaban mucho que desear en habilidad y conocimientos.

 

Junto con eso, y aún con más importancia para mí, lo otro que me sacaba de quicio era la cuestión “gramatical”. Muchos de los que escribían no eran especialmente unos dechados de la pluma, cosa que aderezaban con proliferación de faltas de ortografía… entre otras cosas y sin entrar en disquisiciones idiomáticas. Yo, que por alguna razón jamás he tenido problemas gramaticales y para más INRI soy del tipo al que le hace daño la vista ante una palabra sin acento o una be transformada en uve, no podía soportar el ver mis amadas Artes Marciales en semejantes manos. Tampoco me gustaba el que el corrector, el impresor, el estilista o a quien diantres le competiera, no pareciera compartir mis desagrados.

 

Con el tiempo y llevado por el “no te quejes: haz algo” (que por eso hago un Arte Marcial. Porque no lloro: peleo) acabé escribiendo en aquella revista. Durante todos aquellos meses, todos aquellos artículos se publicaron y durante el tiempo que lo hice y pese a lo caústico de mi estilo y pese a que había gente a la que no le gustaba lo que escribía, mis artículos se respetaron de pe a pa y salvo en una ocasión en que me cambiaron unas cuantas palabras (reconozco que quizá me pasé de sangriento), mi estilo y mis palabras se expusieron tal como las escribí. No conozco demasiado el mundo de la prensa: pero por lo que conozco, no todo el mundo puede decir lo mismo.

 

Ya conocen el dicho: “detrás vendrán los que buenos nos harán”. Con el tiempo aparecieron otras revistas de Artes Marciales. Con más color, más brillo, más estilismo y más lo que quieran. Algunos saltaron entusiasmados. A la larga, las cosas se pusieron en su sitio y empezaron a verse claras las intenciones y las propuestas. Muchos recapacitamos sobre aquello de cuánta verdad se esconde tras la sabiduría popular.

 

En ocasiones, el cerebro es lento. Tuvo que pasar un tiempo para que abriera los ojos. Un día desperté. Dios mío ¿en que había estado pensando? ¡Qué simple! ¡Qué ciego! Durante años había tenido una joya ante mi y durante años no me había dado cuenta de que lo era… (artículo entero en la revista).


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