Defensa Personal y los RTS

Por Enric Navarro

Técnico en Autoprotección

www.EnricNavarro.es

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Ha colaborado en este artículo:

Francisco Javier Alcalde

Perito judicial experto en seguridad

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Quien me conoce sabe que llevo mucho tiempo argumentando que el hecho de chutar fuerte un balón contra una portería no me convierte en buen jugador de fútbol. Esta habilidad me ayudará, por supuesto, pero necesitaré de otras cosas como saber posicionarme o conocer las normas del deporte para no pisar la línea de fuera o no disparar cuando estoy en fuera de juego.

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Muchos maestros de artes marciales se lanzan a enseñar Defensa Personal, mostrando técnicas tan aisladas como chutar un balón, sin reparar en que más allá del chute hay todo un mundo llamado “partido”, y más allá del puñetazo o el agarre hay todo un mundo llamado agresión.

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Ser capaz de bloquear un golpe y responder, o de soltarte y huir es importante, pero lo que ha hecho que lleguéis ahí, o lo que pasará inmediatamente después, es necesario estudiarlo en Defensa Personal o estaremos haciendo meros ejercicios que a la hora de la verdad nos valdrán de poco en el mejor de los casos.

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Todos hemos oído máximas marciales comunes a casi todos los sistemas como “aprovechar la fuerza del contrario” o “unirse al movimiento del contrario” para de este modo invertir menos recursos físicos y lograr un desequilibrio, proyección o colocarle donde nos interesa para responder con nuestro golpe, pero podemos ir un poco más allá, no solo en conocer que hace físicamente nuestro agresor al iniciar una acción ofensiva, sino qué hará cuando la acción la realicemos nosotros.

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Los llamados RTS, o Reality Training Systems, existen desde siempre, aunque llevan de moda alrededor de una década con distintos nombres dependiendo del sistema que los emplea.

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Otros de los términos usados para los RTS son “Escenarios” o “Aplicaciones”, pero para que salgan correctamente las técnicas, tanto el que tiene el rol de agresor, como el que tiene el rol de agredido, deben implicarse en su papel y ejecutarlos correctamente: un puñetazo debe apuntar al cuerpo, no al lado del cuerpo, o un agresor no debería golpear con la cabeza atrás y la columna inclinada a la huida, sino se deteriorará el ejercicio y no se entrenará correctamente.

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De este modo introduciremos tres trabajos en nuestro entrenamiento de Defensa Personal para añadir la metodología RTS:

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Primer trabajo: Iniciativa del agresor en base a objetivo

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Todos hemos entrenado resoluciones ante agarres, sin embargo, el mismo agarre, de la misma forma, en la misma parte del cuerpo, cambia completamente si el agresor me está intimidando (estático o con zarandeo), si me está reteniendo (con la otra mano tal vez me quiere pegar), o si me está trasladando (porque me quiere secuestrar por ejemplo).

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Resolver el agarre “en dinámico” ya no es lo mismo que uno frente al otro en actitud colaborativa, posiblemente la suelta que funciona en cualquiera de estos casos no funcione en los otros dos.

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Como respuesta, muchos entrenadores me han dicho en alguna ocasión que por eso enseñan varias técnicas, por si falla una que el alumno pueda tener más recursos, sin embargo, considero que sería mucho mejor agruparlas en base a su utilidad y tener en cuenta esa utilidad en función de cada escenario durante los entrenamientos.

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Pero podemos dar otra vuelta de tuerca, y es que la agresión no solo es dinámica, sino que además es continua hasta que alguien la detiene.

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El siguiente ejercicio para cada escenario debe ser que el agresor continúe con empujones y gritos en una intimidación, o con otro agarre y traslado en un secuestro, o que comience a golpear inmediatamente después de la suelta si el agarre era de retención.

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Bien, ya tenemos la primera parte, cuando el agresor toma la iniciativa, así que vamos a por lo siguiente: ¿Qué ocurre si estamos en nuestro tiempo de respuesta?, ¿Si dejamos de ser un sujeto pasivo, y ahora somos un sujeto reactivo y vamos a tomar iniciativa de enfrentamiento?

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Segundo trabajo: Reacción del agresor a nuestras acciones

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Es posible que el agresor tense musculatura ante nuestros golpes, trate de conservar su verticalidad cuando intentemos derribarlo, mantenerse firme o avanzar de pecho si le empujamos, y tensar sus extremidades o auto-retorcerse en todas las angulaciones posibles ante nuestras luxaciones y palancas articulares.

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Trabajar de esta forma, conocido como “trabajo en No colaboración”, nos puede dificultar enormemente nuestra acción técnica si no estamos acostumbrados, pero también nos reportará grandes ventajas entre las que destaco conocer todas las posibilidades viables en una situación real y adquirir la habilidad de fluir de una técnica a otra en función de cómo se mueva nuestro agresor, pudiendo trabajar en la “doble técnica”, algo muy usado en deportes luctatorios como lucha, judo o aikido, y que es tan simple como meter un pequeño empujón justo antes de estirar, o un pequeño estirón antes de empujar, ya que ante la reacción natural del agresor de oponerse a nuestro movimiento, si la conocemos, podemos sacarle provecho evitando su oposición y finalizando como queríamos.

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Partiendo de esta base (intencionalidad del agresor + respuesta física del agresor ante nuestros gestos), podemos comenzar a trabajar la defensa personal de una forma mucho más seria dentro de nuestro sistema, y poco a poco ir introduciendo factores que nos aproximen a lo que nos encontraremos en agresiones reales: estrés fisiológico, impactos mono laterales por reflejo interlimb cuando hay presentes elementos sistémicos, o desplazamientos alrededor del agresor cuando modifique su eje sagital para minimizar las consecuencias del efecto túnel al ser capaces de apreciar mejor las rupturas de figura.

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Tercer trabajo: Control del entorno y legislación de cada sitio

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Cuando hablamos de los RTS o Reality Training Systems, siempre se habla de los diferentes escenarios y aplicaciones. De los diferentes roles de agresor y víctima, pero en pocas ocasiones nos paramos a estudiar nuestro entorno…

 


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