Desafío Mógena: un ataque al corazón del Judo

Por Montse Coque

 

Irrumpir en ese terreno indómito donde se originan las razones para este gesto, donde nadie controla ni comanda esa nave que surca mares de sentimientos y pasiones, abordar el entusiasmo, la amistad y todos los gestos que derivan, acariciar con un texto ese universo es inalcanzable, como enumerar una emoción con porcentajes o explicar un gusto. Desde esos dominios nace este regalo de humanidad para con un amigo, se trata de compartir nuevamente su afición y devoción por el deporte que les arrastró desde niños hasta hoy que lo continúan aplaudiendo y lo seguirán haciendo en el futuro prácticamente del mismo modo como cuando se defiende algo a capa y espada, y es que el JUDO tiene esa forma de contrato solemne y vinculante, presenta siempre ese rasgo agudo, que cuando atrapa lo hace hasta la médula, de esta forma y con la camaradería que se forja en el tatami y el vestuario se han conjurado los chicos del Ronin Club de Judo para engalanar este regalo-fiesta y alegrar la tarde a un compañero que atraviesa momentos difíciles aunque ya se encargan ellos de animar y alentarle para que continúe porque la esencia que subyace en este deporte de nobleza también es la de levantarse tras caer y esa receta también va para fuera del tatami, en los aledaños de lo cotidiano.
Un gran motivo y la mejor excusa para disfrutar de una tarde de JUDO, así lo detallaban uno a uno parte de los puntales de este Club, comenzando por el Maestro Paco Pastor “el JUDO es apasionante, todo el mundo debería probarlo, me considero afortunado por la clase de alumnos que tengo, hemos pasado muchas cosas juntos porque este deporte es muy intenso, hay mucha convivencia y desarrollas unos lazos como de familia, están todos a una para ayudarse y ahora vamos a hacerle este regalo a un gran alumno que tengo desde que era un niño con 4 años, es una bellísima persona que ha estado ahí para cualquiera siempre y con muchísima humildad, ahora es nuestro turno para demostrárselo, y ahora es nuestro momento de decirle que nosotros estamos también ahí para él y que le queremos”.
Uno de los veteranos se deshacía en elogios para con su deporte, José Arroyo se mostraba firme “el JUDO es mi vida, representa una gran parte de ella, ha sido GRACIAS a mi MAESTRO Paco Pastor que nos ha enseñado a amarlo, ni siquiera he probado otros y a día de hoy tengo una implicación grandísima, me gustan todas las facetas del JUDO aunque la competición es mi debilidad, me encanta y la recomiendo, al igual que para los niños veo que este deporte es indispensable por los elementos educativos que tiene.
Aquí en el Ronin somos una familia y hacemos extensivos los problemas del otro, no es que se venga uno a confesar para recibir ayuda, esto surge de modo natural y también de modo natural se presta ayuda, como ahora mismo con nuestro amigo, que aparte de compartir muchísimo, también es de las personas que dejan huella por donde pasan, es un tipo muy humilde para mí es como un hermano pequeño”… (clicar para ver más).


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