Dr. Kacem Zoughari. En el Lado Oscuro de la Bujinkan

Por EL BUDOKA 2.0

Con la colaboración de Renan Perpinyà

Fotografía: Albert Verdaguer Genis

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Poder contar con la presencia del Dr. Kacem Zoughari en las páginas de EL BUDOKA 2.0 supone un reto que aceptamos con humildad y cierto vértigo. Su prestigio, amplísimos conocimientos y virtuoso discurso, todo ello aliñado con un material gráfico espectacular, necesitan una presentación esmerada, veraz y justa.

Alumno directo de Tetsuji Ishizuka, estudioso de la lengua, civilización e historia del Japón del Instituto Nacional de la Lengua y Civilizaciones de París, el Dr. Zoughari viene precedido de una fama gana a pulso.

Cuando responde a cualquier pregunta, su respuesta no deja lugar a dudas. Sabe lo que debe responder, y lo hace sin miramientos y sin faltar a la verdad.

Ser conferenciante en diversas universidades, tener un Doctorado en filosofía e historia de las Artes Marciales, haber sido ganador de la beca Lavoisier del Ministerio de Asuntos Exteriores, instructor militar para las Fuerzas Especiales, especialista en seguridad y técnicas de protección a personalidades… además de estudiante, practicante e instructor de artes marciales clásicas y ninjutsu, le otorgan un saber, una riguridad y un temple difícilmente igualables…

Nuestro agradecimiento al Dr. Kacem Zoughari por su tiempo y al maestro Renan Perpinyà por su ayuda y colaboración.

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Sr. Zoughari, ¿podría resumirnos su trayectoria en el estudio de las artes marciales?

Por supuesto, es muy simple… nada especial, ningún título ni grado importante. Empecé con la práctica del Karate Shotokan cuando tenía 10 años, pero lo encontré demasiado limitado. A continuación, con 13 años practiqué Full-contact –lo encontré más divertido– pero tuve que dejarlo. A los 14 me inscribí en un dôjô de París. La persona al cargo decía enseñar el “ninjutsu” de la organización conocida más tarde bajo el nombre de Bujinkan. También, gran parte de lo que sé, proviene de la observación en la calle de los diferentes estilos practicados por varios amigos durante mi juventud.

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¿Y en lo que refiere a su trayectoria profesional?

Me gradué en Estudios Japoneses en 2008, en el INALCO (Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales) donde realicé toda mi formación universitaria. He obtenido diferentes becas para estudio e investigación: Lavoisier, Japan Foundation, Toshiba, etc.

He ido organizando toda mi actividad según atendía a diferentes demandas: trabajo de investigación en el medio universitario sobre los documentos de transmisión de las técnicas de combate, estrategias y tácticas militares, espionaje, utilización del cuerpo… También trabajos de traducción, redacción de artículos y libros además de asesoramiento. He realizado conferencias para diversos organismos y trabajado como investigador invitado en el Nichibunken de Kyôto, la Casa Franco-Japonesa. Actualmente me dedico a la escritura de diferentes obras como investigador/conferenciante y asesor independiente para distintos organismos.

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Ha conocido usted a muchos maestros y mantiene aún estrechas relaciones con algunos de ellos…

Sí, he ido al encuentro de un gran número de maestros. Algunos de ellos me han presentado asimismo a otros y así sucesivamente. Es realmente difícil mantener el contacto con todos ellos, pero lo hago en función de las fechas importantes para ellos: año nuevo, cambio de estación, nacimiento, defunción, etc. Mantengo un contacto cordial y respetuoso con algunos. Con otros, menos. O ningún contacto en absoluto. En lo que concierne a esos diferentes maestros, se trata primordialmente de una relación como investigador. Nunca me he considerado alumno o discípulo de ninguno de ellos ni he asistido a sus clases en calidad de estudiante, sino como historiador. Es importante para mí destacar este punto porque mucha gente, dentro y fuera de la Bujinkan, difunde información incorrecta sin ni siquiera conocerme ni haberme preguntado a mí ni al maestro al que creen que he frecuentado. En todos esos casos no pueden aportar ni una sola prueba. Mi relación es exclusivamente con Hatsumi Sôke e Ishizuka Shihan.

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Como practicante e historiador, ¿podría indicarnos las principales diferencias entre las artes marciales modernas, conocidas bajo el nombre de Gendai Budô y las escuelas de Kôbujutsu?

Esta pregunta de por sí ya sería un excelente tema para una tesis doctoral. En cualquier caso, requeriría un estudio serio y minucioso. En lo que me concierne, es difícil responder en unas pocas líneas debido a que los diferentes aspectos ligados al contexto histórico, político, técnico, a la transmisión del conocimiento, a la relación entre maestro y discípulo, etc., requieren una explicación detallada.

En primer lugar, habría que definir lo que entendemos por koryû (xxxx), su definición en función de la primera mención histórica del término. A todo ello habría que añadirle un estudio etimológico e histórico basado en las fuentes más rigurosas sobre los términos Heihô o Hyôhô (xxxx), Bujutsu (xxxx), Bugei (xxxx) y Budô (xxxx).

Una vez comprendida la definición del término koryû, habría que realizar un estudio de los diferentes koryû en función de los periodos de la historia de Japón, puesto que el término koryû mismo engloba tres tipos de koryû que van a esparcir y transmitir un conocimiento en relación a un contexto histórico preciso, la visión del combate y las estrategias, tácticas militares, cambios y evolución política y social que acompañaban al desarrollo económico de las ciudades en tiempos de paz, de guerra… Como puede usted constatar, no se puede simplemente responder a una pregunta tan compleja con una respuesta al uso, pero vacía de contenido. Lo que sí puedo resumir es que las principales diferencias son las siguientes:

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– Diferencias a nivel de la funcionalidad y uso y protagonismo en la historia de los bushi o guerreros.

– Diferencias en cuanto a la utilización del cuerpo en función de la las armas y porte de la armadura, la cultura del movimiento regenerador, economía del movimiento, gestión de la energía, utilización del cuerpo por sustracción de fuerza, biomecánica, ergonomía, etc.

– Diferencias en los métodos de transmisión del conocimiento, la relación que liga maestro con discípulo, la cuestión de las finalidades y, por supuesto, la búsqueda de un sentido en la práctica misma…

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Podemos deducir entonces que las posiciones de combate así como el modo de moverse ha experimentado un proceso de adaptación a lo largo del periodo Edo (1603-1868), Meiji (1868-1912) …

Sí, los más antiguos textos, los Emaki (xxxx), incluyendo dibujos de las actitudes corporales y, por extensión, la utilización del cuerpo y de las armas, nos muestran que estos eran completamente diferentes. A lo largo de los periodos Sengoku (Azuchi-Momoyama) y Edo (asimismo subdividido en 4 etapas), el modo de utilizar el cuerpo así como las armas van a experimentar modificaciones y a evolucionar. Todas esas modificaciones a lo largo de un periodo de 300 años van a propiciar, durante el periodo Meiji, la aparición de las distintas disciplinas del gendai budô o deportes de combate como el Kendô, Jûdô, Aikidô, Karate, Iaidô, etc., que promueven una utilización del cuerpo que toma como modelo una nueva visión del mismo profundamente influenciada por la civilización occidental.

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Y actualmente, ¿en qué situación se encuentran? ¿Ha cambiado el movimiento en el seno de las diferentes escuelas hasta el punto de contradecir las directrices originales de los maestros fundadores?

Hay varios factores que llevan al cambio, a la modificación –por añadidura, omisión, olvido, pérdida, transformación radical, etc.– del saber de un maestro, de un koryû. Como en el caso de la pregunta sobre las diferencias entre los kôryu y los gendai budô, creo que es erróneo responder de un modo simplista si consideramos por un instante la complejidad de los diferentes factores cuyo núcleo reside en el aspecto humano, la relación, la práctica, las finalidades, la búsqueda de sentido, etc.

El cambio se inscribe fundamentalmente en el saber de un koryû. De hecho, es la matriz, el corazón mismo del conocimiento incluido en el significado del kanji Ryû (xxxx), cuyo significado es la continuidad, manar… Por lo tanto, lo que continúa toma la forma propia de su época para fundirse en ella. En otras palabras, la adaptación va siempre de la mano con la continuidad.

Para responder a su pregunta sería necesario realizar un análisis empírico e histórico de los documentos de transmisión y de la utilización del cuerpo de cada koryû, lo que, en mi humilde opinión, es imposible de efectuar circunscribiéndonos a una simple pregunta. Y todo aquel que contradijera esto sin haber estudiado suficientemente los documentos originales no sería más que un charlatán.

Por otro lado, por lo que respecta a numerosos koryû, hay un cambio radical en el modo de utilizar el cuerpo y las armas. Los motivos están relacionados principalmente al acceso mismo al saber, a la intención, a los conocimientos, a los deseos de aquel que transmite, muestra, enseña, explica, demuestra… En algunos casos, la utilización del cuerpo, así como las actitudes corporales, están tan alejadas de lo que fue originalmente indicado por el fundador que algunos se centran únicamente en el espíritu, el dogma de la práctica. En otros casos es a la inversa. Existen incluso casos donde la práctica misma no guarda ya relación alguna con la realidad del combate. Otros promueven la educación moral, transmisión de valores, etc. Podemos comprender la utilización recurrente del término “tradicional” otorgado a la práctica como un modo de otorgarle legitimidad, autenticidad o “verdad” a la transmisión de una práctica. Esas tendencias existen en todos los estilos, escuelas, organizaciones, etc.

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Observándole a usted en tanto que practicante, constatamos que su técnica está absolutamente desprovista de los protocolos y rituales habituales en la práctica de la mayoría de artes marciales comúnmente denominadas tradicionales, como es el caso del Aikidô, Katori Shintô, Musô Shinden ryû…

Cuidado aquí… yo no sitúo en el mismo plano la disciplina del Aikidô, que respeto, con el Tenshin Shôden Katori Shintô ryû y el Musôshinden ryû. Si por un lado existen puntos comunes en el ceremonial de esas tres disciplinas, las diferencias son notorias y creo que es importante respetar las especificidades de cada una de ellas. Es un aspecto importante saber diferenciar en función del contexto histórico y de la transmisión entre las diferentes disciplinas para, ulteriormente, detectar puntos en común, en caso de existir estos.

Antes de responder más adelante a su pregunta, creo que es importante, crucial incluso, saber qué es lo que entendemos por “tradicional”. Porque el problema reside en la definición etimológica del término “tradicional”. Este se ha convertido en una especie de ‘cajón de sastre’ utilizado para decorar la práctica, aportarle una cierta legitimidad o autenticidad a algo que es más bien una amalgama destinada a engañar a personas animadas por una voluntad sincera de indagar y practicar, en busca de una dirección correcta, precisa… una búsqueda de sentido. En lo que me concierne, si el protocolo, el ritual o la etiqueta contradicen la esencia misma de la práctica; en otras palabras, si se alejan de la realidad del combate, de la precisión y de la eficacia, entonces no merecen mi atención. Puedo comprender y acepto el respeto por la práctica, por el lugar de la práctica… el respeto por la integridad física y mental del compañero de entrenamiento o del estudiante…


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