El Aikido como una vía de crecimiento personal

Por José Santos Nalda Albiac (entrevista)
Dan Aikido
Maestro Nacional Refejyda
https://aikicontrol.blogspot.com
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La práctica del Aikido puede ser contemplada y aprendida desde distintos enfoques u objetivos como:
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– Sistema de autodefensa
– Arte del movimiento y del diálogo corporal
– Arte de paz
– Actividad física o ejercicio lúdico
– Método de crecimiento personal
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La visión, la voluntad y el objetivo de Ueshiba era crear un arte marcial que trascendiese el aprendizaje de las técnicas de combate y convertir el Aikido en una vía de crecimiento y desarrollo personal y espiritual, pero una gran mayoría de practicantes y profesores no lo han entendido así, y se han quedado en el ámbito técnico.
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Todo cambia, y tampoco este arte escapa a la ley de la evolución, motivo por el que no resulta acertado en nuestros días, enseñar y practicar lo mismo y de la misma manera que se hacía en la década de los sesenta, alegando que es de precepto respetar lo heredado.
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La desafección creciente y generalizada que se experimenta hacia el Aikido es la prueba evidente que lo que se enseña y de la manera que se enseña, no despierta el interés ni merece la atención de la mayoría de personas en esta sociedad del año 2025.
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Esta indiferencia se debe, sin ninguna duda, a la pobre y ridícula imagen que hemos dado los aikidokas del arte que tanto nos apasiona, pero del que no hemos sabido interpretar y extraer toda la riqueza que realmente posee.
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Los entrenamientos centrados en la repetición mecánica de las técnicas y sus detalles, sin otros objetivos de búsqueda, generan aburrimiento y estancan el progreso del aikidoka, incluso en el ámbito técnico, amen de las numerosas acciones fantasiosas e irreales que se ejecutan desde el convencimiento erróneo de su eficacia real, creando en la mente de los aikidokas una falsa sensación de eficacia.
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Ojo con los entrenamientos basados solamente en la repetición constante de los movimientos, motivados por la idea de perfeccionar las bases, porque si no están acompañados de otros factores motivadores, resultan aburridos y frustrantes.
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El conocido maestro francés de Karate, 8º Dan y autor de más de cincuenta libros sobre artes marciales, como es Roland Harbetsetzer, afirma en uno de sus escritos: “El porvenir de las artes marciales se encontrará en la elaboración inteligente de un SHIN BUDO (nuevo Budo) integrando la fuerza, los valores, y las tradiciones del pasado, y todo lo que la evolución de las sociedades del mundo entero puedan aportar de valioso en este ámbito”.
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Vivimos en una sociedad muy avanzada tecnológicamente, pero sometida a un nivel de exigencia creciente ante los incesantes cambios, y a un alto grado de incertidumbre e inseguridad en todos los ámbitos, lo que genera múltiples trastornos y desequilibrios en las personas.
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Desde el punto de vista del crecimiento personal, justo es reconocer que la vía del Aikido posee todas las herramientas capaces de prepararnos y desarrollar las capacidades, los valores y los principios necesarios para vivir con acierto en un marco social tan complejo.
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Contemplado como una escuela de crecimiento personal, el Aikido ofrece al practicante la ocasión de alcanzar el conocimiento de sí mismo, la gestión de las emociones, desarrollar la resiliencia, cultivar la intuición, mantener la vigilancia activa y distendida, mejorar la aptitud física, etc.
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El arte de Ueshiba no solo persigue la adquisición de habilidades técnicas para el combate, sino ante todo constituirse en un medio para perfeccionarse y desarrollar todas las competencias que convertirán al practicante en una persona más útil a sí misma y a la sociedad.
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La cuestión a resolver se centra en el modo de estructurar las clases en el dojo, para que los entrenamientos se programen de manera coherente y holística, enriqueciendo el valor intrínseco de las técnicas con las competencias físicas, técnicas, cognitivas, emocionales, éticas y espirituales, que sus creadores estimaron necesarias para la formación integral del budoka.
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La dificultad estriba en: ¿Cómo programar la clase de Aikido, de modo que la ejecución de cada técnica contenga elementos físicos, técnicos, estratégicos, cognitivos, emocionales y valores éticos?
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Las técnicas no deben ser un objetivo en sí mismas, sino las herramientas que permiten educar un comportamiento coherente con todos los valores, principios y actitudes propios del Aikido, capaces de llevar al practicante a su máximo desarrollo personal.
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La meta de la práctica del Aikido, contemplada como vía de superación y crecimiento personal, se ocupa de cultivar el conocimiento propio, la confianza en si mismo, la autoestima, la inteligencia emocional, la serenidad, el autocontrol, la armonía cuerpo-mente, la disciplina, la constancia, el compañerismo, la ayuda mutua, etc. es decir, todas las cualidades, valores y actitudes que van a conformar una persona plenamente realizada, más útil a sí misma y a la sociedad en la que vive.
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Un amplio programa de formación a desarrollar, precisamente con las técnicas propias de este arte, enriquecidas con la búsqueda de un sentido y de una intención que va más allá de su utilidad como sistema de autodefensa, según era el deseo del maestro Ueshiba.
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Los entrenamientos con enfoque de crecimiento personal se sirven de las mismas técnicas del Aikido tradicional, pero ejecutadas desde una determinada actitud mental, emocional o ética, y un hilo conductor que da sentido a lo que se busca y lo que se hace, de modo que vaya educando un comportamiento acorde con los valores y las competencias que le convertirán en una mejor persona.
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En una entrevista realizada al maestro Sichi Sugano en 1994 ya advertía: “Si estudiáis solamente las técnicas, no comprenderéis verdaderamente lo que Ueshiba quiso enseñarnos”.
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Desde el punto de vista del crecimiento personal, cada técnica se estudia desde un enfoque técnico, estratégico, mental, emocional, ético, relacional y espiritual, enriqueciendo la experiencia con aportaciones de otros campos del saber, una pista muy orientadora a la hora de programar el contenido de cada entrenamiento.
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La práctica del Aikido bien estructurada, es susceptible de enriquecer la personalidad de los adeptos si se saben evitar dos caminos erróneos, uno centrarse solo en el aspecto técnico de combate o autodefensa, y el otro perderse en los vericuetos de un misticismo mal comprendido y peor explicado, en total incoherencia entre lo que se predica y lo que se hace.
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Las enseñanzas de los maestros Jigoro Kano y Morihei Ueshiba dejan bien claro que ambos perseguían un objetivo común, como es la realización plena de cada practicante…


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