El ecosistema y la biodiversidad de Capoeira

 

Por Cristina Martín

 

Afirmar que la Capoeira y la Selva Amazonas son ejemplos de la biodiversidad y los ecosistemas puede resultar llamativo y en cambio guardan perfecta similitud.
En la Selva Amazonas tenemos toda clase de animales, árboles y frutos exóticos. En Capoeira tenemos apodos como Fera (fiera), Jaguar, Urubú (ave parecida al buitre), Cajú (una especie de anacardo), Fubá (harina de maíz), Guaraná (fruta tropical)… y aunque ya no son necesarios para ocultar la identidad de los jugadores, siguen usándose por tradición y para definir la personalidad y el modo de jugar de cada uno.
La Selva Amazonas se extiende por varios países. En Capoeira, algunos de los grupos tienen sedes por varias ciudades e incluso países. Cada uno entrena en su gimnasio y organiza rodas da rua en zonas urbanas determinadas, como el Templo de Debod en Madrid, o la Plaza Colón en Majadahonda.
El capoeirista necesita su hábitat, su ambiente, que es el medio en el que se encuentra para crecer y desarrollarse, necesita relacionarse con otros capoeiristas ¿Cómo si no va para enfrentar la malicia y la mandinga (el juego del engaño característico)? ¿Cómo va a medir su maña o aprender nuevas tretas? Y por su puesto necesita de su grupo. Es quien le da el apodo, el batizado, las enseñanzas y valores y le proporciona un estilo de jogo.
Cada ecosistema es diferente del resto. La Selva Amazonas se diferencia de la Africana igual que los grupos de Capoeira se diferencian de los demás: por el tipo juego más o menos agresivo, acrobático, rápido, endogámico, competitivo… por la tipología de sujetos (distintas edades, niveles y destrezas), la ubicación, el tamaño, el ambiente, etc.
La biodiversidad consiste en la variedad de grupos existentes, cada uno con características propias e identificables. Lo fundamental son la conexiones entre los grupos, cómo se adaptan al momento actual. Es el resultado de un proceso totalmente dinámico e improvisado, como la propia evolución natural.
La importancia del ecosistema y su biodiversidad radica en el sustrato o el tipo de alimento que proporciona al individuo. El entorno condiciona tanto que puede sacar lo mejor de cada jugador o puede impedir explotar toda su energía o sus habilidades.
Cada capoeirista influye y se ve influido por los compañeros según su personalidad; motiva o desmotiva con su propia actitud, con sus patadas, con su sonrisa, o su orgullo; da lo mejor de sí y a veces, también saca lo peor que lleva dentro. Es producto y parte de los valores del grupo y de la transmisión de las enseñanzas para generaciones futuras.
El clima del grupo también interviene en este ecosistema, como en todos. En ocasiones, el ambiente reinante o algunos individuos pueden desestabilizar al grupo con las críticas, el juego sucio o su falta de valores y provocar que otros jugadores se desanimen y abandonen.
No depende de uno sólo, pero tampoco puede ser una excusa para no entrenar. La motivación interna es la que pone en marcha al individuo, pero es el hábito y la disciplina el que hace al capoeirista. Lo importante es entrenar a pesar de que las circunstancias no sean las mejores, porque el propio ecosistema vuelve al equilibrio.
La situación familiar y personal del capoeirista, disponibilidad horaria, ubicación geográfica etc., también afecta a la manera en cómo se relaciona con el grupo, en la energía proyectada y en la transmisión de los conocimientos de Capoeira… (artículo entero en la revista).


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