El espíritu del Dojo

Por Sergio Hernández Beltrán
ryubukan@hotmail.com
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Este es sólo un pequeño artículo a modo de introducción y a petición del Jefe de Redacción de la revista, el Sr. Jordi Sala. No es más que un intento de desgranar, con mejor o peor suerte, mi percepción personal de un concepto que generalmente utilizamos los practicantes de artes marciales japonesas muy a la ligera, sin conocer la mayoría de las veces su significado y su realidad en el país de origen de nuestras amadas disciplinas. Simultáneamente, y de ahí este artículo doy a conocer, no ya la creación, si no la apertura de mi propio dojo privado, que principalmente para quienes me tienen en estima y para quienes aman de forma similar las disciplinas seguro será una noticia agradable.
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En el verano de 2014, acompañado de un equipo de practicantes de España y Andorra, fuimos al Honbu Dojo de la Zen Nihon Toyama-Ryu Iaido Renmei en Machida, Tokio.
Para acceder es necesario subir una escalera exterior hasta el tercer piso. Al llegar al mismo, uno de los integrantes del grupo pensó que aquella estancia de no más de 40 metros cuadrados, tan sólo era una sala de paso, o la recepción. Su cara fue un poema al descubrir que en realidad había entrado directamente desde la calle al dojo, y que aquel reducido lugar era el dojo central de la organización a la que pertenecemos.
En 1994 hice mi primer viaje a las islas centrales de Japón y también visité Okinawa. En aquella ocasión practiqué en un polideportivo de un colegio, pero también lo hice en tres dojo privados. Los tres eran parte de la vivienda del Maestro que yo visité. Uno fue el Yoshukan Dojo del Maestro Kenei Mabuni en Osaka. El dojo estaba, y aún esta en los bajos de la vivienda, donde el Maestro, entonces habitaba en el piso superior.
Otro fue el famoso Shubukan Dojo, en Futenma, Okinawa, sede central del estilo Uechi-Ryu, y a la vez casa familiar de la familia Uechi. Mientras que los bajos es la estancia del dojo, el piso superior era la vivienda del entonces heredero del estilo Kanmei Uechi. Aún hoy vive allí su viuda y madre del actual Soke, Kansho Uechi.
Y el último, fue en Naha, Okinawa, y no era otro que el Honbu Dojo de la Okinawa Dento Kobudo Hozonkai del Maestro Masahiro Nakamoto, el afamado Bunbukan Dojo.
En este caso la estancia del dojo, se situaba en el segundo piso, mientras que el maestro habita en la planta baja.
A escasos días de mi regreso de Japón, una vez más, he podido visitar dos dojo tradicionales. Uno dedicado a la espada, como es el ya explicado Honbu Dojo de la Zen Nihon Toyama-Ryu Iaido Renmei, y el otro, en este caso nuevo para mí, dedicado al trabajo de Karate-Do, Ryukyu Kobudo, Hakutsuru Kenpo y Takeda-Ryu Sobudo. Este no era otro que el Shinbukan Dojo, en Saitama, al norte de Tokio y como aquí expongo, tenía en común que en el piso superior vive su propietario y Maestro, Toshihisa Sofue Soke.
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Todos los dojo visitados compartían algunos puntos en común:
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Uno, eran de pequeñas dimensiones, espartanos y sobrios, claramente destinados a cumplir su función.
Dos, en todos el acceso era directamente desde el exterior, no existía ninguna recepción o recibidor, como mucho un pequeño espacio dedicado a descalzarse y que alberga un zapatero para depositar el calzado.
Tres, todos eran parte de la casa del maestro en el caso de los que yo conocí, y si no era así, estaba muy cerca de la vivienda del sensei.
Cuatro, ninguno poseía vestuario, ni duchas. Como mucho un lavamanos y/o un inodoro.
Cinco, ninguno de ellos era un lugar aséptico o impersonal, todo lo contrario, todos poseían un espíritu propio, una atmósfera única que va más allá de la pura comprensión racional.
Seis, en ninguno había rótulos con luces de neón anunciando la disciplina o al maestro, ni tampoco gigantescos dibujos o fotografías de practicantes en la entrada, todo lo contrario. Existe cierta dificultad en localizarlos si uno no sabe dónde dirigirse, y si se es occidental, se deben conocer los kanji que podrían identificar el lugar.
Siete, el número de personas practicando simultáneamente es reducido, siendo de 5 a 10 practicantes como mucho y llegando a 14 o 15 en caso de tener espacio y trabajar a mano vacía. Cuando se utilizan armas, no es raro que haya un número inferior trabajando y el resto mirando hasta que les toca el turno. Este último ejemplo cuando se trata del manejo de la espada es bastante habitual.
Ocho, el nombre de los dojo tradicionales es básico y de gran importancia. Su significado tiene una relación con el fundador, con los principios y filosofía de aquello que se practica…


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