El Yomogi y su Esencia

La artemisa o yomogi (jap.) puede ser considerada una de las plantas sagradas de la cosmología japonesa puesto que sus usos eran muchos y variados en la vida diaria del Japón tradicional. En un mundo en el que cada día es más habitual consumir recursos obtenidos a miles de kilómetros de distancia, resulta muy interesante constatar que como toda sociedad tradicional, Japón utilizaba con éxito aquello que tenía cerca para sobrevivir.

 

La variedad del genero artemisia es uno de los más ricos que existen. Están catalogadas unas 2000 variedades alrededor del mundo. En la Edad Media , occidente conocía está planta como el Cingulum Sancti Joanis (lat.) o Cinturón de San Juan Bautista, siendo reconocidas sus propiedades emenagogas, vermífugas, aperitivas y diaforéticas. Es en Japón donde su uso se populariza enormemente ya que es una planta silvestre, considerada casi una “mala hierba”, que crece cerca de los caminos y faldas de algunas montañas como el monte Fuji. Aún hoy en día, la artemisa que servirá para preparar los productos de mejor calidad es recogida silvestre y procesada para su uso.

 

El cuerpo del Yomogi
Una de las aplicaciones más popular del Yomogi es en el ámbito de la salud. La mogusa (yomogi procesado) es el medio básico para realizar las técnicas tradicionales de moxibustión (okyu). Estas técnicas gozaron de gran popularidad y desarrollo durante el periodo Edo como medio para tratar cualquier enfermedad, llegando a ser practicadas en el seno de muchas familias. En la memoria de casi todos los japoneses de mediana edad, podemos encontrar recuerdos, y en sus cuerpos cicatrices, vinculados a la moxa.

 

Clásicamente en el ámbito de la medicina tradicional oriental se entiende que okyu trata la sangre, es decir, su acción terapéutica va dirigida a la estructura física (yang), a diferencia de las agujas de acupuntura que sirven para tratar la circulación energética (yin). Gracias a la ciencia actual, sabemos que cuando aplicamos moxa directamente sobre el cuerpo provocamos acciones sobre la microcirculación y sobre la química sanguínea, aumentando el número de linfocitos y su capacidad fagocitaria. Esto tendrá una consecuencia directa sobre la actividad del sistema inmunológico, así se explica el éxito del uso del okyu en el tratamiento de enfermedades infecciosas. Posteriormente a la segunda guerra mundial, la tuberculosis era tratada en Japón mediante okyu.
Las técnicas de moxibustión son diferentes y variadas aunque pueden ser dividas en dos grandes grupos: técnicas directas (okyu) y técnicas indirectas (onkyu). La diferencia entre los dos grupos es si su aplicación es directamente sobre la piel o es a distancia… (artículo entero en la revista).


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