Por Cristina Martín
Los grupos de Capoeira terminan convirtiéndose en Casas, como las del Colegio de Magia de Hogwarts. No somos “internos” pero sí que vamos a eventos fuera de la ciudad y se habilitan pabellones y albergues. Incluso se reserva un tiempo para específico para reunirnos, conversar y que los Mestres compartan sus experiencias.
Cada Casa además tiene su seña de identidad, definidas por la técnica, la rapidez, las acrobacias, ataques más directos o incluso mejores fiestas en torno a sus graduaciones.
No hay sombrero mágico que determine a qué casa perteneces. Pero sí un Mestre, que te da el apodo, tu nombre de Capoeria. Según tus cualidades y capacidades así es tu nombre, incluso según tus defectos.
Y como cualquier colegio, pieza fundamental son los compañeros, con los que te metes en los peores o mejores apuros. Que se lo digan a Harry Potter. En Capoeira tenemos “parceiros o irmâos”, hermanos, compañeros de andanzas.
Los hermanos no son siempre de sangre, en Capoeira son hermanos de golpes. Son las personas que te encuentras en el entrenamiento. Con toda probabilidad se han llevado una buena patada tuya, que te ha dolido más que en carne propia. Y justo entonces, te han sonreído y han dicho: “no pasa nada, vuélvelo a intentar”.
Conocen más de ti que muchos otros. Te ven de la peor guisa posible: cansado, frustrado y hasta deprimido. Te abrazan cuando más sudado estás. Te sonríen cuando le diste la patada más fuerte de lo esperado y además le restan importancia al dolor del golpe. Incluso prefieren verte de esta manera, sin filtros, y te dicen: “¡Así eres más divertido!”.
Unos son coetáneos, con la misma cuerda. Otros ya estaban ahí. Hermanos Mayores a los que pedir consejos. Otros recién llegados, como los hermanos pequeños, a los que decirles que tengan calma cuando se lesionan a sabiendas que en su lugar eras igual.
¿Cómo explicar que lo que te quita el sueño es hacer el pino? ¿quién te anima a continuar cuando los callos de tus pies laten y no puedes más?. Con los hermanos de Capoeira no hace falta explicar nada.
Con ellos te preguntas qué haces aquí y terminas encontrando un sentido. Ellos hacen que despiertes porque te dan la fuerza suficiente para que la tierra tiemble.
Te sacan del aletargamiento. Hacen que le sigas y te veas cogiendo el coche en el peor día de lluvia para entrenar Capoeira. Pero vas porque tu irmâo te anima. Motivo más que suficiente.
Y con el tiempo te encuentras en un punto al que no crees que llegarías y sólo por que “tu parceiro” te lo sugirió, con la ironía entre los dientes. Una locura más. Paso a paso superando limites…
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