Kajutsu. El arma del fuego

Por Luis Nogueira Serrano
Presidente European Bugei Society
Fûryûkan Bugei Dôjô
www.bugei.eu
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Cómo hacer fuego y su dominio es seguramente uno de los descubrimientos con mayor impacto sobre la historia de la humanidad. A él se le deben antiguos cultos religiosos, mitos y tradiciones que llegan hasta nuestros días. Desde el primer momento el hombre descubrió su poder purificador y calefactor, pero también conoció de cerca la destrucción que provocaban sus incendios o la asfixia de su humo. Este poder destructor tentó al hombre en convertirlo en arma, ya fuera esgrimiendo una antorcha o incendiando la morada ajena.
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El hombre incrementó el poder destructor del fuego con un descubrimiento casual. Durante la dinastía Tang en China (ss. VII a X) los alquimistas taoístas buscaban una fórmula para el elixir de la vida, con el que lograr la inmortalidad. Podemos intuir que emplear un elemento ígneo, el azufre, representando el fuego, otro marino, el salitre, representando el agua y finalmente otro vegetal, el carbón, representando la madera, sea algo que atribuyamos a una lógica alquímica, ya que son 3 de los 5 elementos (fuego, agua, madera, metal y tierra). Casualmente, la naturaleza ha hecho que estos sean respectivamente un propagador, un comburente y un combustible. Su resultado fue tan sorprendente que los alquimistas se afanaron en crear una medicina del fuego antes de que su uso se convirtiera en una de las grandes innovaciones en el armamento militar a partir del siglo X.
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Que la invención de la pólvora fuera en China (de hecho, es considerada como uno de sus Cuatro Grandes Invenciones, junto con el papel, la brújula y la xilografía) nos puede hacer caer en la cuenta que la afirmación de que las armas de fuego fueran llevadas a Japón por los occidentales es, cuanto menos, una afirmación inexacta. Es cierto que los portugueses en 1543 introdujeron un modelo arcabuz, un fusil de mecha, que fue tomado como el estándar de fusil que se popularizó durante el periodo Sengoku Jidai, conocido como hinawajû (lit. cañón de mecha), o muy frecuentemente denominado tanegashima, en referencia al lugar de introducción y fabricación de estas armas. Pero desde la llegada de la pólvora y las primeras armas de fuego a Japón en el s. XIII hasta que se incorpora el fusil de mecha en el s. XVI hay todo un proceso de introducción y miríada de usos.
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El kajutsu o hinojutsu (lit. arte del fuego) es la denominación que se realiza a la disciplina de preparar mezclas y fabricar dispositivos que tengan un propósito armamentístico o bélico. Posteriormente se desarrolló el hôjutsu (lit. arte de los fusiles) para el uso y desempeño de fusiles con fines marciales.
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Los fundamentos kihon del kajutsu se basan en la capacidad de poder encender fuego mediante técnicas tradicionales, usando yesca hokuchi y pedernal hiuchiuishi. Normalmente, una yesca de trapo de consumo lento era portada dentro de un cilindro porta-ascuas conocido como dônohi que servía además de portar las ascuas, que facilitan la labor de encender un fuego en un viaje o en una misión, para calentar en el frío invierno. Estos fundamentos también incluyen el aprendizaje de mezclas similares a la pólvora kayaku 火薬 (lit. polvo de fuego) para ser empleadas como iluminación o para hacer señales, pero también en artefactos incendiarios, ahumadores o detonadores, así como en ejecuciones (éstas últimas se mencionaron el artículo de El Budoka 2.0 nº 58). A partir de este punto, a pesar de que restringiremos el nivel de detalle en artefactos y mezclas, debemos alertar al lector de que manipular mezclas inflamables es peligroso y debe evitar cualquier experimento o prueba que pueda llegar a deducir de la información presentada.
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En primer lugar, se estudian diferentes técnicas y elementos para alumbrar como diferentes formas de antorchas como el taimatsu (lit. pino brillante). Otra forma es una mezcla en forma de bola llamada kaichû shoku (lit. lámpara de bolsillo) que encendida permite ser portada en mano y lanzada oportunamente para desviar la atención o iluminar un espacio a distancia. Existen una gran variedad de confecciones y mezclas que permiten usos prolongados, latentes (que se apaguen y se enciendan de nuevo con facilidad), impermeables, etc.
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El fuego y el humo también se emplearon en la guerra para realizar diferentes códigos de señales, éstas eran conocidas como noroshi (lit. humo de lobo) y eran uno de los elementos de comunicación fundamental dentro del campo de batalla (como ya se comentó en El Budoka 2.0 nº 61), ya sea encendiendo numerosos fuegos o con códigos con el humo como si fueran toques de tambores taiko.
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Dentro del ámbito militar se desarrollaron una multitud de técnicas e instrumentos para causar incendios como es el caso del tsutsuhi, un recipiente cilíndrico, normalmente de bambú, con orificios en sus costados y que se rellena de kayaku. La confección de una mecha hinawa (con cuerda, segmentos de papel o una propia traza, algunas incluso impermeables) hace que se pueda encender a distancia. Una vez encendido, el fuego sale propulsado por los orificios en diferentes direcciones.
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Kajutsu – El arma del fuego

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El empleo de cañones de fuego kaenzutsu (ya mentamos esta arma en El Budoka 2.0 nº 51) consistente en un cilindro metálico, como el de un fusil, cargado con mezcla incendiaria, permite portar en mano el cañón y proyectar las llamas direccionalmente.
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Igualmente, se podía lanzar este fuego a una distancia lejana a través de flechas flamígeras hiya (también presentadas en el nº51) disparadas con un arco, o existe la opción de dardos de mano como el conocido como tenguhi (lit. fuego de tengu) consistente en un virote de varillas de bambú con una punta metálica y una tela impregnada que permite lanzarlo a través de las aspilleras yazama o cualquier otro orificio en la edificación para ver qué hay en el interior o incendiarlo.
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El temor que se tiene a ser quemado se utilizó eficazmente en instrumentos como el uchitaimatsu (lit. antorcha de golpeo), una antorcha como vimos unos párrafos atrás que se utiliza para golpear, o en otras versiones, un tramo de tronco de bambú, cargado con una mezcla que es proyectada a través de un orificio frontal que causa una profunda ceguera además del riesgo de quemaduras en rostro y cuerpo.
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En este mismo sentido, también era habitual encender las puntas de las lanzas hitsukeyari (lit. lanza en llamas) para poderse enfrentar a múltiples enemigos. Las llamas pueden prender las ropas de los enemigos produciendo un efecto desmoralizador enorme en las tropas.
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Otro de los grandes potenciales de las armas de fuego es la capacidad de reducir la visión y la capacidad respiratoria a través del humo producto de la combustión. Existen mezclas que provocan gran cantidad de humo y que son empleadas a través de diversos elementos como el hatsuenzutsu (lit. cañón de humo) que emplea el mismo cilindro metálico o de bambú que se emplea para producir llamas, pero utilizado para causar humo direccionalmente, especialmente útil en entornos confinados como en asedios de castillos, shirozeme.
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Finalmente, el otro gran poder de los derivados de la pólvora es la capacidad de explosión. Las mezclas compactadas y en un recipiente cerrado causan una reacción virulenta que causa grandes daños por la onda expansiva.
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Fruto de este efecto se sitúan las armas de fuego, que en su vertiente más clásica se situaba un proyectil metálico junto a la mezcla en un cañón y, mediante mecha, explotaba disparando el proyectil en la dirección donde se apuntaba. Los primeros teppô (lit. cañón de metal) se desarrollaron de esta forma aunque su uso fue limitado dado el riesgo que entraña para el usuario, así como la falta de precisión y fiabilidad, a pesar de los grandes efectos destructivos.
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Igualmente, se emplearon elementos detonadores en recipientes enterrados a modo de minas como es el caso del uzumihi (lit. fuego enterrado), consistente en un mecanismo de fuego latente que cae en un habitáculo inferior cargado de mezcla explosiva cuando se rompe la cobertura una vez que se pisa.
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Éstas son algunas pocas de las numerosas técnicas y artefactos tradicionales del empleo del fuego dentro del kajutsu. En su gran mayoría enseñadas dentro de la tradición de Natori Ryû, de la cual tengo el honor de ser alumno activo e instructor, bugeisha, y divulgador destacado…


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