Sin ofender

Si no se ha usado en una jaula, no sirve

 

Por Tengu

 

Parafraseando varios míticos post de conocidos foros ciber marciales, parece que lo antiguo y lo nuevo a veces no se llevan bien. Prepararse para un combate real implica entrar en una jaula, lo demás no sirve,… Estos temas son camisas de 27 varas. No obstante, lo que buenamente podemos hacer es diferenciar claramente lo que es una cosa de otra, y luego escoger lo que más nos interese. Destripar gratuitamente, tras un teclado, no nos lleva a ningún camino sano.

Parece que las artes más tradicionales no saben de eso de “darse palazos hasta caer vencido, para poner a prueba al sistema y al luchador”. Parece que es algo moderno, propio de la evolución y del cross-training. Bueno, siento discrepar, pero no es así. El cross-training han existido desde los tiempos del sílex. Todas las escuelas tradicionales que hoy conocemos nacen de la fusión de varias formas de combate, fruto del entrenamiento en varias de ellas simultáneamente, y de la experiencia en combate de un individuo. Incluso cuando ya no existía la guerra y en tiempos de la revolución industrial, los duelos “a muerte”, entre escuelas, estaban a la orden del día. Recuerden sino en Japón los inicios del Kodokan, donde la supremacía y posición de un nuevo método de Jujutsu (Judo) se midió a base enfrentamientos de “Vale Tudo”, saldándose con varios muertos. Y hablamos de hace poco más de 100 años. El hombre, el guerrero, siempre ha fusionado. La tendencia y el dogma para alcanzar la efectividad en combate, siempre ha sido estudiar todo lo que estuviera al alcance. Y luego, con la experiencia, crear un método personal. Eso, es lo que diferencia un estilo de otro, porque las técnicas, señores, están todas inventadas desde hace muchos siglos. Lo que cambia son las leyes, el orden social, la tecnología y para con ello los sistemas de entrenamiento. La técnica, es la misma.

En los tiempos que vivimos, y que nos ha tocado vivir, valoramos erróneamente las disciplinas que tenemos el privilegio de aprender, gracias a la sangre y a las muertes de otros en el pasado. La competición es una cosa, la defensa personal es otra, y la supervivencia otra bien distinta. Postular y sentar cátedra sobre la validez de una técnica desde un teclado, desde un kimono bordado con dragones o desde un diploma con muchos danes, pero sin haber sudado la gota gorda en el tatami, no sirve de mucho. Bueno si, encharca el ego y la caja registradora. Cada estilo, método, arte o sistema, se practica con unos fines concretos y objetivos con peso específico. La jaula, para la que hay que tenerlos grandes y entrar, sirve (y mucho) para medir muchas habilidades en la lucha, uno contra uno. Hay algunas reglas (tiene que haberlas), pero eso no quita un ápice de veracidad a lo que sucede ahí dentro. Sólo unas pocas disciplinas son válidas para una jaula o un ring, con cierto nivel de realidad y contacto, y contra alguien entrenado y preparado para pelear, y que quiere vencer. Por el contrario, prepararse y ser capaz de abortar un ataque repentino y armado, o con múltiples atacantes, familiarizarse con la improvisación de armas, utilizar el factor sorpresa, caer donde no hay lona ni árbitro que cese el enfrentamiento si hay un KO… Es harina de otro costal. Se trata de entrenar para sobrevivir a una agresión. Simplemente es otro registro. ¿Hablamos de supervivencia? Hablemos pues del sureste asiático, donde muchos niños se pasan todo el día entrenando para meterse en un ring, con apenas 14 años, y poder dar de comer a su familia. ¿Por qué no le hablan a ese niño de realidad y de eficacia?… (clicar para ver más).


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