Otra visión del Aikido

Por Angelo Armano
Dan Aikido Aikikai
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Coordinación José Santos Nalda Albiac
Dan Aikido
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El Aikido y mi vida desde la juventud fueron de la mano.
Estaba recién matriculado en la Facultad de Derecho de la Universidad Federico II de Nápoles, que en 2024 cumple ochocientos años desde su fundación, cuando a finales de 1971 vi los carteles de una demostración de Aikido, preparatoria de la apertura de un dojo. Siempre había oído hablar del Judo, incluso mi madre que era profesora de literatura antigua, pero me fascinaba el Karate y las prácticas de tameshiwari. Cuando vi la demostración de Aikido me dije que era demasiado complicada para mi gusto; pero me acababa de recuperar de una caída en moto, y las ágiles caídas que vi me hicieron pensar que al menos habría aprendido a caer. Así que en enero de 1972 comencé a practicar con el maestro Pasquale Aiello, 1º dan en ese momento.
Siempre me ha gustado el deporte y, en aquella época, era un apasionado practicante del atletismo, con bastante talento para las carreras rápidas de media distancia. La aparición del Aikido pronto dejó al atletismo en un segundo plano e inmediatamente aproveché para asistir a talleres con maestros japoneses. En Padenghe, a orillas del lago de Garda, en 1974, mi primera pasantía internacional dirigida por el maestro Tada, donde conocí por primera y última vez al maestro Katsuo Chiba –entonces sexto dan– y al que precedía la fama de violento. Caminando por el tatami y practicando con los alumnos, debo decir que conmigo, siendo apenas un cuarto kyu, fue intenso y amable, dejándome un excelente recuerdo…

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