Por Sensei Dr. David Ito
Jefe Instructor The Aikido Center of Los Angeles, USA
www.aikidocenterla.com
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Traducción: Santiago G. Almaraz
Director CD Kodokai
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Sun Tzu dijo: Toda guerra se basa en el engaño. Esencialmente, a lo que Sun Tzu se refiere cuando habla del engaño es de tenderle una trampa al oponente. Si la afirmación de Sun Tzu es cierta, entonces la teoría puede usarse contra un enemigo o contra mil y, por lo tanto, también se aplica al Aikido. El Aikido, como todas las artes marciales sofisticadas, no derrota a sus oponentes con la fuerza, sino que los atrapa.
La cita completa de Sun Tzu dice: Toda guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando seas capaz, finge incapacidad; cuando estés activo, inactividad. Cuando estés cerca, haz que parezca que estás lejos; cuando estés lejos, que estás cerca. Ofrece al enemigo un cebo para atraerlo, finge desorden y golpéalo. Por lo tanto, cuando pensamos en esta idea de engaño, lo que realmente estamos tratando de hacer es atraer a nuestro oponente a una trampa. Una trampa se define como una situación en la que la gente espera para realizar un ataque sorpresa…
Por Sensei Dr. David Ito
Jefe Instructor The Aikido Center of Los Angeles, USA
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Traducción: Santiago G. Almaraz
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El lugar por el que luchan todos los artistas marciales en su entrenamiento es mushin o “no mente”. Cuando decimos “no-mente” no nos referimos a un lugar de apatía o indiferencia. En el budismo se dice que en un estado de mushin, “la mente solo observa y no reacciona”.
El consejero de Miyamoto Musashi, el monje Takuan Soho, escribió en su libro La mente sin trabas que “Cuando esta No-Mente ha sido bien desarrollada, la mente no se detiene en una cosa ni le falta nada”. En Aikido, este estado de mushin se conoce como ki no nagare o “el flujo de ki”. En ki no nagare, nuestra mente fluye y nuestro cuerpo la sigue. Por lo tanto, mushin o ki no nagare es un lugar en el entrenamiento de uno, donde nada existe pero al mismo tiempo todo existe; hay movimiento, pero al mismo tiempo no hay movimiento…
Por Sensei Dr. David Ito
Jefe Instructor The Aikido Center of Los Angeles, USA
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Traducción: Santiago G. Almaraz
Director CD Kodokai
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En la década de los 40, la leyenda, 10º Dan Kendo, Moriji Mochida, estaba haciendo una demostración de Kendo frente al Emperador de Japón durante el torneo de la Copa del Emperador en Noma Dojo. En esta demostración, algunos dicen que Mochida alcanzó momentos de iluminación con la espada. Durante el combate golpeó sin esfuerzo a su oponente y detuvo con calma y destreza cada uno de los ataques agresivos de su oponente. Se dice que el seme o los ataques de Mochida eran casi sobrenaturales porque parecía adelantarse a todos los ataques de su oponente, lo que hacía que éste fallara.
Cuando se ataca a la mente o los pensamientos de nuestro oponente, se llama kizeme o “atacar su Ki”. En el manejo de la espada, para comprender la toma de iniciativa o seme, los estudiantes deben aprenderlo a través de algo llamado san sappo, que se refiere a “las tres formas de usar una espada” o “tres formas de matar”. Los tres sappo son: ken wo korosu o “derrotar la espada del oponente”, waza wo korosu o “derrotar la técnica del oponente”, y ki wo korosu o “derrotar el espíritu del oponente”. Es obvio que de esta lista los dos primeros sappo son más o menos fáciles de conseguir, porque son tangibles o perceptibles a simple vista, pero el último sappo requiere una gran habilidad que se consigue solo con mucha práctica…
Por Sensei Dr. David Ito (bibliografía)
Jefe Instructor The Aikido Center of Los Angeles, USA
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Traducción: Santiago G. Almaraz
Director CD Kodokai
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El mejor espadachín de toda la historia de Japón fue Miyamoto Musashi, que vivió en el siglo XVII y se dice que luchó en al menos 61 duelos y nunca fue derrotado. Musashi murió el 13 de junio de 1645 a la edad de 61 años. A la muerte de Musashi se descubrió un texto que estaba destinado a su último discípulo, Terao Magonojo. Ese texto se conocía como Dokkodo o El camino para avanzar solo, con el que debió haber querido ayudar a Magonojo a lograr el dominio después de su muerte y le dejó este manuscrito con 21 reglas para vivir.
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Algunas de estas reglas son sencillas, mientras que otras son más difíciles de entender. Y aunque hay que recordar que estas reglas fueron escritas en el siglo XVII y el contexto en el que se deberían de entender es el de esa época, hoy en día y desde el punto de vista de un maestro de Aikido, esas reglas son válidas y así es como las entiendo.