Por Tony Martínez
Entrevistamos para EL BUDOKA 2.0 a un aikidoka que lleva muchos años dedicado al arte de O’sensei Ueshiba y que ha tenido el privilegio de compartir tatami con grandes maestros. Ricard Coll defiende un Aikido tradicional y sobrio, tal como se desprende de sus palabras, un Aikido no exento de sacrificio y dedicación, que puede verse reflejado y mejorar el día a día de sus practicantes. Éstas son sus palabras.
Si alguien te preguntase qué es el Aikido, ¿qué le responderías?
Que es un arte marcial de origen japonés, basado en el trabajo con armas y trasladado a las manos vacías.
Y para ti, Ricard ¿qué es el Aikido?
Es un estudio del funcionamiento de las fuerzas que rigen el cuerpo humano y, como todos los estudios, no tiene fin.
¿Cuándo y cómo fueron tus inicios en el Aikido?
Empecé en el Aikido a los 18 años, después de haber probado otras artes marciales durante un espacio de tiempo bastante corto, hasta que encontré un lugar donde practicaban Aikido. Todos mis recuerdos son buenos, ya que desde siempre me lo he pasado muy bien practicando.
¿Cómo fueron aquellos años de estudio del Aikido en el Aikifeilen?
Como fuimos de los primeros en iniciar la práctica en el dojo, tenía la sensación de vivirlo todo más profundamente (ukemis, técnicas…), sería debido a que toda la gente era nueva y empezábamos el Aikido desde cero.
¿Qué fue lo que te atrajo tanto del Aikido?
El hecho de poder practicarlo toda la vida, que sea un arte marcial tradicional.
¿Qué te ha aportado el Aikido en tu desarrollo como ser humano?
Me resulta difícil contestar por que el Aikido abarca el trabajo de cuerpo, mente y espíritu, con lo cual, los beneficios son enormes en todos los aspectos.
Hace unos años decidiste abrir tu propio Dojo de Aikido en Terrassa. ¿Cómo surgió esta idea?
Quería dedicar mi vida al Aikido, y no hay mejor manera que dar clases. Con el tiempo, me di cuenta que dando clases en diversos sitios, como gimnasios, centros deportivos, etc., no podía crear el ambiente que se respira en un dojo. Así que decidí abrir mi propio dojo.
¿Podrías explicar cómo es un Dojo de Aikido para aquél que no lo ha escuchado nunca?
Dojo significa “lugar donde se practica la vía”, en este caso, el Aikido. No se debe confundir con un gimnasio o similar, no sólo porque en éstos se practican diferentes actividades, sino porque el ambiente que se respira es distinto. Supongo que es debido al trabajo que realizamos, un trabajo de crecimiento personal con una mentalidad de conjunto.
¿Cómo están yendo estos primeros años?
Siempre que me preguntan, respondo automáticamente “muy bien”. Desde mi visión como profesor estoy muy contento, mis expectativas, a nivel de dojo (ambiente, convivencia, trabajo…), respecto a lo que quería conseguir, están más que superadas. A nivel económico, es complicado, sobre todo en los tiempos que vivimos.
¿Cómo definirías tu experiencia en la enseñanza del Aikido?
Muy educativa, se aprende mucho enseñando, con cada día que pasa, te das cuenta que te falta mucho por aprender y mucho por enseñar.
En tu Dojo también dais clases a niños, ¿en qué aspectos crees que les beneficia la práctica del Aikido?
Empecé hace unos tres años. Creo que es bueno a nivel físico, ya que aprenden a ser más conscientes de su cuerpo y su funcionamiento. También en el aspecto mental, creo que les ayuda a auto-controlarse, a entender mejor sus emociones, a no competir y a trabajar con el resto de compañeros.
¿Piensas que sería factible y beneficioso implantar el Aikido como una asignatura más en nuestro sistema educativo? ¿Sería posible hacer esto?
Creo que plantearlo como una asignatura sería absurdo, ya que hay que tener una predisposición previa. Desde esa perspectiva, habría infinidad de actividades planteables como asignatura, cada una con sus razones… (artículo entero en la revista).
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