Por Oriol Petit
Instructor. Escuela Sui-Lin-Dao
Me encontraba en la preciosa ciudad de Kunming, de la provincia de Yunnan, en marzo de 2006. Era una mañana de domingo soleada y magnífica y me preguntaba si era realidad lo que me habían contado en muchas ocasiones. Me explicaban que, de bien temprano, incluso en invierno, mucha gente practica en los parques, alguna de las modalidades que la mayoría de nosotros llamamos artes marciales chinas.
Pensé que ese era uno de los muchos tópicos que se extienden sin ningún sentido, en este caso en relación a China o Taiwán. Quería saber si ello era diferente del tópico de que en España todo el mundo baila flamenco o sabe tocar las castañuelas. Así que salimos a la calle, no muy abrigados, ya que en esa provincia en marzo no hace mucho frío mientras que en Beijing, en esa misma época, estaban a 8 grados bajo cero.
Dejamos el hotel y pensamos en visitar alguno de los muchos parajes bonitos de Kumming, como Fuxian Lake o el Yangzong Sea aunque por proximidad al hotel donde nos hospedábamos, decidimos ir finalmente al Parque Cuihu.
Pasamos por diferentes calles y compré unos extraños caramelos con sabor a gamba aunque ya habíamos desayunado mucho. Nos dejábamos llevar por el color de las calles y por el gentío, y nos sentíamos agradecidos por el buen temperamento y el carácter afable de las gente de esa capital. Yo sólo conocía la palabra nihao, hola. Así que la repetía mientras tomaba imágenes inolvidables, con mi cámara, de todas las calles, de las gentes, las bicicletas de todas las formas y colores y nunca olvidaré la imagen de un hombre que llevaba una torre de varios pisos, elaborada con garrafas llenas de agua amarradas en el porta-equipaje de su bicicleta.
Llegamos pues al parque que se encontraba animado con mucha gente, familias enteras… todo hervía de bullicio y estaba lleno de vida. Yunnan es la provincia de las flores, y es, sin duda, la provincia de la eterna primavera.
Vimos el lago a la izquierda de la entrada al parque y cientos de aves volaban y se oía una música animada que llenaba de alegría todo aquel magnífico ambiente que me emborrachaba de ilusión y energía.
Subí por unas escaleras hasta un pequeño altar donde había un pequeño budha al que di gracias por ese maravilloso día y por tener la suerte de estar en ese sitio tan especial. Desde allí vi a unas señoras bailando y más allá un renglón de gente realizando ejercicios de Taiji y otros de Chikung. Era una mezcla interesante donde todos tenían cabida y donde nadie, ni maestros ni alumnos, necesitaban lucir cinturones.
Bajé del pequeño templo y nos encaminamos hasta una zona del parque donde un hombre mayor daba clase de Taiji con espada. Tenía ocho alumnas de avanzada edad que seguían con precisión a su maestro. Me quedé un rato contemplando la escena y saqué unas fotos que al final no pude aprovechar porque salieron desenfocadas.
Me preguntaba qué estilos debían seguir cada uno de los practicantes de las diferentes modalidades. Me interesaba conocer a qué escuela pertenecían, a qué linaje. Incluso intentaba hacerme la idea de la edad que debía tener alguno de los alumnos y sobretodo alumnas que se movían con una agilidad que ya desearía verla en nuestros ancianos y ancianas.
Empecé entonces a interesarme realmente por todo aquello aunque ya conocía algunas cosas sobre Taijiquan, Baguazhang y Xingyiquan que había leído en algunos libros. También había recibido algunas clases de Wing Tsung aunque yo había practicado mayoritariamente artes marciales japonesas desde los diez años.
[8 Julio del 2013] Habían pasado ya algunos años de mi primera visita a China. Me encontraba en la Beijing Language and Culture University. Hacía mucho, mucho bochorno y llevaba tres días seguidos lloviendo, aunque el calor no dejaba de apretar. Decidí abandonar la habitación después de una siesta mal dormida y me llevé mi chándal y zapatillas para hacer mis ejercicios. Había dejado atrás, ya hacía tiempo, otras disciplinas de artes marciales y debo a ellas muchísimo. Aun y así hace tiempo que exploro otros métodos y voy fijándome y practicando estilos originarios de China. Lesiones, decepciones, quirófanos y otras situaciones me han acercado a formas más suaves, circulares y al mismo tiempo explosivas y efectivas…
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