Bruce Lee: El movimiento mental determina el movimiento corporal

 

Por Toni Giménez Fajardo
tonigimenezfajardo@gmail.com
www.tonigimenez.cat

 

El cuerpo es el mejor retrato del alma
Ludwig Wittgenstein

 

El cuerpo expresa lo que las palabras son incapaces de expresar
Martha Graham

 

Lo que pensamos, al igual que lo que sentimos, determina tanto lo que somos como lo que hacemos. O sea, nuestra dimensión mental va estrechamente unida a nuestra dimensión emocional. Y podemos mostrarnos como deseemos: coherentes (pensar o sentir algo y mostrarlo tal como lo pensamos o sentimos) y con la verdad por delante, o incoherentes e hipócritas (decir o actuar de manera diferente de lo que se piensa o se siente, tan solo para quedar bien o para aparentar algo distinto), siendo falsos con los demás y con nosotros mismos.

Observar a alguien es observar, en especial, cómo se mueve, o sea, qué es lo que dice y qué es lo que hace. Algo tan simple como detenerse un rato en un parque público y ver lo que hacen los niños y las niñas a través de su juego natural, nos brinda la oportunidad de ver cómo conciben el mundo. Y a mayor sea su edad más reflejarán el mundo de los adultos. Sus movimientos corporales y gestuales no necesitan palabras para interpretar cómo captan la realidad y la muestran hacia afuera. Nuestros movimientos corporales, nuestra acción a través del cuerpo muestran nuestro mundo interior, o sea, tanto nuestros aspectos emocionales como mentales, o lo que es lo mismo, nuestra experiencia de vida. Alguien dijo que no somos un cuerpo con un alma dentro, sino todo lo contrario, un alma que necesita un cuerpo para poder mostrar lo que siente y piensa, ya sea amor o violencia, abrazos o distancia, movimiento o quietud. Los movimientos, la forma de nuestro cuerpo, las arrugas, las lesiones, las erupciones cutáneas e incluso el estado de nuestros órganos internos no son más que el reflejo de nuestra alma (entendida desde el punto de vista psicológico, no religioso, o sea el alma como identidad personal) que muestra tanto la felicidad como el dolor que vivimos a lo largo de nuestro deambular diario por el camino de la vida. Incluso la mayoría de las enfermedades que tenemos están relacionadas con nuestras dimensiones mental y emocional.
La neurología ha demostrado que tan solo pensar en un movimiento, en una acción corporal concreta, el cerebro lo vive como si realmente hubiésemos realizado tal movimiento. El poder de la mente es enorme, ilimitado, esto ya lo sabemos desde hace muchos años y se ha demostrado por activa y por pasiva en multitud de situaciones y casos, incluso en la actualidad, por poner tan solo un ejemplo, se ha podido diseñar un sistema que permitirá a las personas con extremidades paralizadas poder moverlas con el pensamiento (Maryam Shanechi, profesora de ingeniería electrónica e informática en la Universidad de Cornell y neurocirujano de la Escuela Médica de Harvard, en Estados Unidos, ha desarrollado este sistema. Bastará con que las personas paralizadas imaginen un movimiento para que las neuronas de la corteza motora del cerebro se activen aunque la comunicación entre el cerebro y los músculos esté rota. Se trata de una prótesis cortical-vertebral que, una vez implantada, decodifica el pensamiento y lo “traduce” permitiendo mover los miembros. Fuente: Revista Discovery Salud página 17, número 170, abril de 2014). Esto también se hace evidente en las llamadas visualizaciones, o sea, en concentrarse y positivar situaciones deseadas, viéndolas con la mente, o sea con nuestra capacidad imaginativa, ya que la imaginación es eso: crear imágenes y el cerebro las recibe como una realidad más. De aquí aquella famosa frase popular: ¡La imaginación al poder!
Bruce Lee tuvo una grave lesión en la columna, los médicos le avisaron de que difícilmente podría volver a las artes marciales, pero Bruce no se rindió y buscó la manera de cambiar esa circunstancia, esa sentencia de la vida. El movimiento mental, su fuerza mental, fruto de una gran fuerza interior, no tan solo demostró que volvería a las artes marciales, sino que sus mejores películas las hizo después de esa lesión. Toda una lección de pasión por la vida y de superación de las adversidades.
Las artes marciales son —deberían ser— artes de expresión e incluso, si me apuráis, artes terapéuticas: nos expresamos a través de ellas y nos mostramos tal cómo somos. Cualquier arte es un medio para mostrar y expresar nuestro mundo interior. Y cada cual encuentra “su arte”, por esto hay tanta variedad de artes marciales y estilos. Y hay quien aún va más allá y tiende a fusionar diferentes estilos, aprovechando lo que le es útil de cada uno de ellos, al igual que hizo Bruce con su Jeet Kune Do. ¿Cómo se realiza esto? Pues reflexionando y valorando cada uno de los movimientos que hacemos no tan solo para combatir mejor, sino también para mostrar la máxima belleza y, en especial, para conocernos y mostrar a los demás la mejor versión de nosotros mismos. No es fácil, es un camino que dura toda la vida y necesita tiempo… (artículo entero en la revista).


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