AGRESIONES EN LA CALLE. DEFENSA CONTRA AGARRES DE BRAZO/HOMBRO
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Por Carlos Alba Alonso (bibliografía)
7º Dan Jiu Jitsu
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El ámbito de la defensa personal es amplio y diverso. Puede ser analizado desde muchos puntos de vista y contextos y está sujeto a muchas interpretaciones. Mi propósito en este artículo no es otro que mostrar un conjunto de situaciones y resolverlas realizando movimientos y técnicas sencillas que se puedan practicar en un entrenamiento normal en el dojo.
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Teniendo en cuenta que el éxito de la defensa está en evitar ser atacado y que el estrés del momento y las características en que se produzcan las agresiones hacen de ellas algo singular y distinto, no podemos ejercitar estos movimientos que propongo, ni otros que pudieran ser similares, trasladando al practicante el éxito asegurado si son bien realizados.
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La importancia de la práctica en los ejercicios de defensa personal, a diferencia de los propios de una disciplina concreta, está en que el practicante: observe con atención, se anticipe, se disponga, que adopte una actitud de firmeza y energía tal, que sorprenda al atacante rompiendo su iniciativa y haciéndole sentir nuestra disposición a ganar la pelea. Estos son los aspectos donde se debe incidir, no tanto en la más o menos correcta ejecución técnica.
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El contexto donde enmarco mi presentación es el de AGRESIÓN A UNA MUJER, en una situación de baja o media intensidad o peligro, materializada por una amenaza o sujeción del cuerpo mediante agarres de brazos/hombro.
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Las artes marciales pueden llegar a ser un instrumento para aprender a canalizar y resolver situaciones en las que estemos sometidos a una amenaza o agresión, pero no solo necesariamente nos enseñan técnicas concretas para ello; las artes marciales nos enseñan también a percibir, a no provocar, a prevenir, a disuadir, a contener y poder canalizar de forma progresiva nuestra respuesta.
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En primer lugar me gustaría indicar que las situaciones de amenaza o agresión en la calle pueden tener muchas y diversas características y peligrosidad, por el lugar donde nos encontremos, si estamos solos o acompañados, la hora, el número de agresores, su intencionalidad, la presencia o no de objetos o armas…. Por lo tanto, las respuestas deberán estar en consonancia con todo ello.
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Siempre habrá que tener presente que actuamos en un contexto de legítima defensa y que nuestra respuesta debe ser proporcional a la agresión recibida.
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No es posible dar consejos o respuestas concretas y taxativas antes situaciones de peligro, pero sírvanos de referencia, que si causamos un daño desproporcionado podremos ser responsables de resarcir por ello al agresor.
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Mi propuesta de trabajo por lo tanto se ha concretado en 3 SITUACIONES en las que el peligro va en aumento, pero en todas las finalizaciones se busca el abandono del lugar de la agresión para huir o pedir ayuda…
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