Por José Santos Nalda Albiac (bibliografía)
5º Dan Aikido
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Aunque tiene su origen en la India, la fábula de los ciegos y el elefante se encuentra en el texto budista UDANA, con una antigüedad de más de 2500 años, y que fue divulgada en Europa a mediados del siglo XIX por el poeta americano John Godfrey Saxe (1816-1887), con una versión propia, en la que el elefante representa a Dios y los ciegos a las diferentes religiones cada una pretendiendo poseer la verdad.
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La historia contada acorde con nuestro objetivo, y aplicada al mundo del Aikido, es como sigue:
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En una remota aldea de la India vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio.
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Un día discutían sobre la forma que debía tener un elefante, y como cada uno tenía su propia idea diferente a la de los demás, decidieron ir a la selva para encontrar alguno y afirmarse en sus ideas.
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Puestos en fila, uno detrás de otro, con la mano en el hombro del que iba delante, se internaron en la jungla y al poco rato oyeron como barritaba un elefante.
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Se aproximaron despacio hasta oír la respiración del animal.
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El más valiente se acercó y le tocó todo el costado, y dijo: es como una pared de barro seco.
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El segundo fue hacia el animal con los brazos extendidos, y tropezó con los colmillos y dijo: este elefante tiene la forma de dos lanzas.
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El tercero se acercó desde otra dirección y tocando la trompa en toda su longitud dijo: este elefante es como una gran serpiente.
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El cuarto fue a dar con la cola oscilante del animal y agarrándola dijo: El elefante es como una cuerda que se mueve a modo de látigo.
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El quinto, al acercarse se encontró con la oreja y dijo: estáis equivocados, el elefante es como una tela grande.
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El sexto se acercó despacio y lo primero que tocó fue una pata delantera y dijo: todos estáis equivocados, el elefante tiene la misma forma que el tronco de una palmera.
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El elefante siguió su lento caminar alejándose de los ciegos, que regresaron a su centro de reunión para seguir discutiendo sobre la forma del elefante convencidos cada uno de su verdad y de que los demás estaban equivocados.
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Un hombre sabio, al pasar cerca de ellos y oyendo su acalorada discusión, les dijo:
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– ¿Por qué motivo estáis discutiendo tan exaltados, si tenéis a bien decírmelo?
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– Pues porque no estamos de acuerdo en cómo es la forma de un elefante. Y cada uno de ellos le expuso su propia idea.
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Con una sonrisa, el sabio les dijo: todos estáis en lo cierto, la forma del elefante tiene todas las cualidades que citáis, pero es porque cada uno ha tocado una parte diferente del animal, y desconocéis las demás.
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La discusión se dio por finalizada satisfactoriamente porque todos seguían convencidos de haber descubierto la forma del elefante, sin querer darse cuenta que cada uno solo poseía una parte de la totalidad.
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Si trasladamos esta fábula al ámbito del Aikido local, nacional e internacional, los aikidokas de todos los grupos, asociaciones, estilos, escuelas, federaciones, etc. sin excepción, nos encontramos en una situación parecida.
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Morihei Ueshiba tuvo el acierto de crear el Aikido, de darle una forma y una filosofía, pero ya a partir de sus más destacados alumnos, aparecieron las diferentes escuelas y versiones según el modo personal de entender este arte de cada uno de ellos, como podemos constatar citando únicamente las más conocidas:
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YOSEIKAN BUDO – Escuela creada por el maestro Minoru Mochizuki
SHIN SHIN TOITSU AIKIDO (KI AIKIDO) – Método creado por el maestro Koichi Tohe
YOSHINKAN (YOSHINKAI) – Su fundador es Gozo Shioda
TOMIKI AIKIDO (SHODOKAN) – Método creado por el maestro Kenji Tomiki
IWAMA RYU – Es la escuela creada por Morihiro Saito
AIKIDO NISHIO – Estilo desarrollado por el maestro Shoji Nishio
NIPPON KAN – Creado por Gaku Homma
AIKIDO TRADICIONAL – Propuesto por el maestro Rinjiro Shirata
TENDO RYU (TENDOKAN) – El fundador de este estilo es Kenji Shimizu
ESCUELAS AIKIDO UESHIBA – Es el estilo elegido por Mitsugi Saotome
SEIDOKAN – De Roderick T. Kobayashi
SHI BU KAI – Creado por el maestro Shizuo Imaizumi
AIKIDO OSAKA BU IKU KAI – Fundada por Hirozaku Kobayashi
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Todas ellas, lejos de ser motivo de confusión –aunque a veces involuntariamente contribuyen a ello– son una muestra de la gran riqueza formativa que se encuentra en el Aikido.
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En la mayoría de ciudades coexisten dojos de Aikido, seguidores o afiliados a diferentes estilos o escuelas, e incluso podría decirse que hay tantas versiones de este arte como maestros que lo enseñan, cada uno con sus preferencias y su particular concepción de lo que es, o debe ser, el camino de la paz y la armonía.
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También se da la circunstancia que en muchas ciudades, habiendo varios dojos de Aikido del mismo estilo o escuela, algunos alimentan la creencia de ser los mejores y los únicos que transmiten el auténtico método, mostrando al mismo tiempo, indiferencia, rivalidad o menosprecio a los demás.
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Cada uno defiende su propia verdad, la que ha vivido o creído entender, ninguno cree estar equivocado, como los ciegos de la fábula, y tal visión es la que conduce a dificultar la comunicación y genera incomprensión e indiferencia entre unos y otros.
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La lección de la fábula
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¿Qué podemos aprender los aikidokas de esta historia?
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1.– Que todos los puntos de vista suelen ser limitados y parciales, cuando no interesados, pues cada aikidoka, cada maestro o profesor, ha construido su versión del Aikido según con quién ha empezado su andadura, el ambiente que ha vivido en su dojo, sus creencias, sus valores, sus predilecciones, sus intereses personales, etc.
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2.– Que todos se equivocan cuando pretenden poseer la realidad total, apoyada en su propia experiencia siempre limitada.
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3.– Que es posible que cada uno posea una parte de verdad, pero la autenticidad absoluta ¿quién puede asegurar que la tiene?
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4.– Que la realidad nunca es el resultado de un solo punto de vista o de una forma personal de concebir el Aikido, pero que compartir las diferentes versiones individuales puede dar lugar a una visión más conforme y próxima a la realidad.
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5.– Que cuando aceptamos poseer solamente una parte de la autenticidad, estamos en condiciones de ser más objetivos, admitiendo que los otros también tienen su parte de verdad y, en consecuencia, hacer posible la creación de un espacio de respeto mutuo, exento de fanatismo y rivalidad estéril.
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6.– Que no debemos encerrarnos en la creencia de estar en la verdad absoluta, fundamentada en nuestra experiencia, al fin y al cabo, subjetiva, tan subjetiva o igual como las verdades de los otros, que caen en el mismo error. Creerse el mejor, el único, el auténtico, nos hace intransigentes, nos empobrece, y nos coloca en la irrealidad de un pedestal de barro.
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Dado que todos poseemos una parte del conocimiento del Aikido, y al mismo tiempo una visión limitada de la realidad absoluta, es de esperar que un día seamos capaces de juntarlas todas y establecer un enfoque común, enriquecido con todas las ideas aportadas por las diferentes versiones…
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