EL BUDISMO (II): SO-SAN
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Por Andreu Martínez
VII Dan de Taekwon-Do ITF
IV Dan de Haidong Gumdo
Director de la Escuela Juche Kwan
master@juchekwan.org
https://juchekwan.org
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El General Choi Hong Hi dedicó dos de las 24 formas del Taekwon-Do a monjes budistas muy queridos en Corea. Won-Hyo, tal y como vimos en el artículo anterior, fue un personaje cercano al pueblo que también supo ganarse el favor de la corte. El marco histórico en el que vivió So-San, en cambio, fue muy diferente y no tan propicio.
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El Budismo, tras gozar de privilegios como religión oficial durante las dinastías de Silla y Koryo (un período que abarcó alrededor de 1000 años), entró en recesión con la llegada de la dinastía Joseon (1392-1910) y su predilección por el Confucianismo: se confiscaron propiedades e incluso se prohibió que los monjes entraran en las ciudades, incluyendo la capital Hanyang (actual Seúl). En este contexto adverso, el Budismo no declinó, sino que siguió vivo en las montañas, en monasterios apartados de los centros de poder. Durante la vida de So-San, además, se produjo la invasión de Corea auspiciada por Toyotomi Hideyoshi, también conocida como la Guerra Imjin (1592-1598).
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Nuestro protagonista nació en 1520 en lo que hoy en día es Corea del Norte. Perdió a sus padres a muy temprana edad, quedando a cargo de un magistrado rural amigo de su padre. Debido a su talento natural, llegó a ingresar en la más prestigiosa institución educativa, el Seonggyungwan, con solo 12 años. Lamentablemente, al no contar con el apoyo de una familia noble, no pudo superar los exámenes oficiales para conseguir un puesto en el gobierno. Con unos amigos decidió peregrinar al monte Jirisan, donde conoció al Maestro Sungin y aprendió los Sutras del Budismo. Fue entonces cuando abrazó un camino que ya no volvería a abandonar.
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A los 21 años fue ordenado monje, recibiendo con el tiempo los nombres de Hyujeong y Cheongheo. Pero fue más conocido como So-San (Montaña del Oeste), debido a que pasó buena parte de su vida en el monte Myohyangsan, que también recibe este sobrenombre. Con 29 años había ascendido a la posición más alta de la comunidad budista coreana, dedicando muchos de sus esfuerzos a conciliar las dos tendencias principales en aquella época: la Escuela Seon, también conocida como Zen y basada en la transmisión directa de mente a mente, y la Escuela Doctrinal, basada en el estudio de los textos budistas. Aunque poco después renunció a su posición para dedicarse a la meditación, a la escritura y a la formación de futuras generaciones de monjes.
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En 1952, en el 25º año del reinado de Seonjo, tuvo lugar el inicio de la Guerra Imjin: Toyotomi Hideyoshi había planeado invadir y conquistar China pero, ante la negativa de la corte coreana a permitir que sus tropas atravesaran el País de la Calma Matutina, Corea se convirtió en el primer objetivo del ejército japonés. Dicha guerra supuso, inicialmente, una gran devastación para la cual el país no estaba preparado. Afortunadamente, acabó con la retirada de las tropas japonesas, especialmente tras las victorias del Almirante Yi Sun-sin (Choong-Moo, al cual dedicaremos otro artículo próximamente).
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Un episodio menos conocido, que también resultó determinante para la derrota del ejército invasor, es el de la participación de los Monjes Guerreros. El Rey Seonjo, desde su exilio, consciente del potencial que suponía la comunidad monástica budista (altamente organizada y disciplinada) encomendó a So-San, que entonces contaba con 72 años de edad, la formación de una milicia de monjes. Resulta complicado imaginarse una decisión más angustiante y difícil: para empezar, el Budismo encarna los ideales de compasión y respeto por todos los seres vivos; para más inri, la petición venía del mismo gobierno que había relegado al Budismo al estado de ostracismo en el que se encontraba. A pesar de todo ello, So-San se hizo cargo de reunir a un ejército de alrededor de 8.000 monjes, consciente de la necesidad de proteger a su país, sus habitantes y su importante legado cultural. Las decisivas victorias del Almirante Yi Sun-sin fueron debidas a su sublime estrategia, pero también contaron con la colaboración, entre otros, del vasto ejército de Monjes Guerreros, que contribuyeron a bloquear el avance de las tropas japonesas por tierra. Tan pronto como la capital fue recuperada, So-San renunció nuevamente a su posición para volver a una vida retirada, falleciendo a la edad de 84 años.
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So-San también es reconocido actualmente por su obra escrita. Podemos destacar, entre otros libros, el Songwa Kwigam (traducido como El espejo del Zen y todavía editado actualmente), posiblemente uno de los más citados hoy en día en los templos budistas de Corea.
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Queremos destacar, para terminar, la importancia de que So-San sea la forma 22 del Taekwon-Do. Requerida para VI Dan, sus 72 movimientos hacen referencia a su edad cuando organizó a su milicia de Monjes Guerreros e, implícitamente, nos recuerda la importancia del entrenamiento continuo a pesar de la edad. Podemos recordar aquí que la International Taekwon-Do Federation, actualmente, sigue exigiendo rendir un exámen hasta la categoría de VIII Dan precisamente por este motivo. Y que una de las muchas referencias que esconde su logo es, precisamente, el caparazón de una tortuga, símbolo de longevidad que nos recuerda la importancia de mantener un cuerpo y una mente sanos…