Por José Santos Nalda Albiac (bibliografía)
5º Dan Aikido
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En la mayoría de dojos la práctica del Aikido comienza con el aprendizaje de las técnicas que conforman el programa de grados por un periodo de tiempo que va a durar dos o tres años, hasta dominar las respuestas básicas a todos los tipos de ataque que contempla esta disciplina.
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Desde la buena fe de profesores y alumnos, existe la creencia que lo mejor es insistir en las bases, pulir la técnica, mediante repeticiones que se prolongan durante meses y años, hasta el punto que los entrenamientos se basan en elegir unas cuantas técnicas del catálogo de grados y ocupar la clase en hacer lo mismo, tanto si eres cuarto Dan, como tercer Kyu, y la realidad muestra que, limitarse a practicar las formas fundamentales, en todas las sesiones, limita el progreso y produce aburrimiento.
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No es aceptable que, bajo la excusa o el argumento de dominar y volver una y otra vez a las bases, la mayor parte de los entrenamientos se realicen casi en su totalidad en modo Kata Geiko, tanto si los asistentes a las clases son principiantes, como cintos negros. Esta es una forma de caer en la rutina monótona, y estancar el progreso, y también la causa de que muchos abandonen decepcionados, por no haber encontrado lo que esperaban del Aikido.
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Cuando una persona aprende a escribir, en una primera fase traza los rasgos de cada letra, imitando el modelo que se le ofrece, después pasa a escribir silabas, y el siguiente paso escribe palabras. Hace caligrafía.
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En la segunda fase, conociendo ya todas las letras, y el modo de enlazarlas para formar palabras y frases, da un paso adelante siendo capaz de escribir al dictado.
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Pero si quiere avanzar en el arte de escribir, debe abandonar las fases anteriores y pasar a la fase creativa, escribiendo libremente sobre lo que piensa, lo que desea, bajo la única guía de su experiencia o intuición.
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¿Sería razonable seguir haciendo siempre caligrafía, aunque cada vez mejor…? ¿Aprendería el arte de escribir libremente sobre el tema que quisiera?
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Shu-Ha-Ri
El aprendizaje y el progreso de las artes marciales, hasta llegar a la maestría, está fundamentado en una trayectoria que pasa por tres fases sucesivas, conocidas como Shu-Ha-Ri.
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Shu significa: obedecer las reglas mostradas por el profesor, imitando sus movimientos, recibiendo y asimilando la información que se le ofrece. Es una fase transitoria, en la que se aprenden las técnicas de los programas de cada grado, pero que no debe eternizarse con el argumento de “pulir las bases”.
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Ha significa: Comprende lo que está aprendiendo, y comienza a cuestionarse sobre la viabilidad y la eficacia del Aikido, así como de sus ventajas y límites, desarrolla su espíritu crítico, y personaliza lo aprendido en la fase anterior. En el ejemplo de aprender a escribir, está en la fase de escribir relatos desde su creatividad personal.
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Ri significa trascender lo aprendido, adaptar las reglas a sus propias preferencias o necesidades, la experiencia adquirida le permite investigar y crear nuevas formas de hacer, si bien respetando siempre los principios esenciales del Aikido. Está en la fase en la que puede salir de la forma, sin desnaturalizar el arte al que ha dedicado tantas horas y tantos años.
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Shoshin significa el espíritu o la actitud del principiante, que no conviene abandonar incluso cuando se ha llegado a la fase Ri, porque la humildad, la perseverancia, la sinceridad, y la automotivación, son imprescindibles para seguir progresando y descubriendo nuevas competencias y valores en la vía del Aikido.
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Una vez alcanzada la etapa Ri, tanto el profesor como los alumnos (puede que algunos estén en posesión del 3º, 4º o 5º Dan) necesitan programar los entrenamientos no ya como una mera repetición del catálogo de técnicas, sino que sirviéndose de ellas se aborde el descubrimiento de otros muchos conocimientos propios del Budo, como la estrategia, las leyes físicas de la energía y el movimiento, la biomecánica, la psicología del combate, las actitudes y la ética Aiki, etc.
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La práctica tiene que ir más allá del propósito de “pulir la técnica”, explorando situaciones nuevas, para descubrir nuevos comportamientos. Entrenar siempre en forma de Kata Geiko como se hace en muchos dojos, y como puede verse en infinidad de vídeos que circulan por internet, no manifiesta la riqueza y las posibilidades de superación que podremos alcanzar si nos atrevemos a salir de la forma.
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Las técnicas no son un fin en si mismas, sino el vehículo que nos va a permitir realizar auténticos progresos, como aikidokas y como personas realizadas. Salir de la forma no es un desafío, o un desprecio a la enseñanza heredada, sino un saber adaptarla a las necesidades y expectativas de las personas del siglo XXI.
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Es necesario tomar consciencia de que no se puede entretener a los alumnos cuatro o cinco, o diez o veinte años programando los entrenamientos únicamente en forma de Kata Geiko porque cansa, aburre y desmotiva a todos, ir al dojo a hacer más de lo mismo o parecido… si ese día llueve, o hace frío o hay un partido de futbol interesante, me quedo en casa…
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Es un hecho constatable y generalizado que, actualmente el Aikido está pasando por un periodo de escaso interés entre la población, hay pocos que se inscriban en los dojos, y los que llevan muchos años, abandonan por la edad, las lesiones o la monotonía de las clases, tal vez porque los profesores organizan las sesiones con propuestas excesivamente repetitivas, sin dar ocasión a que los alumnos den rienda suelta a su creatividad, proponiéndoles situaciones que les motiven y despierten las competencias y valores que venían a buscar.
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Empezando por el maestro Ueshiba, y siguiendo por los más destacados expertos en el arte del Aikido, todos coinciden al recomendar la necesidad de aprender para desaprender, y caminar hacia la libertad de acción, una vez bien aprendidas las bases.
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En el libro EL ARTE DE LA PAZ de John Stevens, podemos leer estas frases de Ueshiba:
En el aikido no hay formas… No os dejéis atrapar en las formas, porque si lo hacéis perderéis las distinciones sutiles que funcionan en las técnicas.
En realidad, el aikido carece de formas, de pautas fijas… Este es el consejo que os ofrezco: ¡aprended a olvidar! ¡Aprended a olvidar!
Las técnicas del arte de la paz cambian constantemente; cada encuentro es único, y la respuesta apropiada debería emerger con naturalidad. Las técnicas actuales serán distintas mañana. No te dejes atrapar por la forma y la apariencia de un desafío.
El arte de la paz carece de forma: es el estudio del espíritu.
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En una entrevista realizada a Christian Tissier, por Guillaume Erard, el 10 de septiembre de 2015, este maestro decía: Si alguien que llega al cuarto o quinto Dan, con un buen nivel técnico, sin lesiones, y lo vuelves a ver treinta años después, y sigue haciendo las mismas cosas, es que ha perdido el tren en alguna parte…
Cuando practicamos, a veces hacemos algo que no sabíamos que éramos capaces de hacer y nos damos cuenta que esta nueva forma es más económica, más fácil. Entonces, si continuamos trabajando un poco más, creamos algo levemente distinto, pero no es que nos levantemos una mañana y descubramos algo nuevo. Christian Tissier Entrevista Asociación Sudamericana de Aikido 10 julio 2012.
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El camino de la realización del aikidoka comienza entrando respetuosamente por la forma, pero no se puede quedar ahí eternamente, solo podrá ir más allá, y progresar cuando sea capaz de salir de la forma, como recomiendan los mas afamados maestros.
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El problema está perfectamente identificado, es necesario aprender las bases para poder en un futuro, servirse de ellas con otros fines, ampliando de esta manera la riqueza de los valores que subyacen en el vasto mundo del Aikido, y esta tarea corresponde a los profesores, que son los guías encargados de llevar a los alumnos hasta el trampolín de la libertad y la creatividad en el comportamiento…
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