Por José Santos Nalda Albiac (obra publicada)
5º Dan Aikido
Maestro Nacional Refejyda
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¿Quién habla de espiritualidad en las clases o entrenamientos de Aikido?
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¿Qué relación puede haber entre la espiritualidad y un arte de combate?
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¿Qué aporta la espiritualidad a la formación del aikidoka?
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¿Están preparados los profesores o “maestros” de Aikido para tratar la espiritualidad y su relación con el Aikido de M. Ueshiba?
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La espiritualidad del maestro Ueshiba
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El maestro Ueshiba mantuvo una estrecha relación con la religión sintoísta Omoto, gracias a la cual creó, en 1931, la Sociedad para la promoción de las artes marciales, aunque en 1935 sería prohibida por el gobierno japonés.
En Iwama construyó el santuario Aiki Jinja en honor de los dioses del Aikido, dado que la espiritualidad que alimentaba y proponía para el cuerpo ético del Aikido estaba fuertemente influenciada por la religión sintoísta.
En ningún momento se atribuyó el mérito de la creación del Aikido, sino que tal descubrimiento lo atribuía a la inspiración de los kami que invocaba al principio de cada clase o entrenamiento.
Por otra parte, sin abandonar sus prácticas sintoístas, declaró y escribió en varias ocasiones que creía en Dios, en el Dios creador del Universo.
El sueño de este maestro en sus últimos años de vida, era la creación de un mundo mejor y en coherencia con tal propósito decidió cambiar el nombre de Aikido, por el de Shobu Aikido, que significa: Vía marcial de la sabiduría y la armonía, convencido de la necesidad de cultivar los valores del espíritu mediante un conocimiento y entrenamiento espiritual, como podemos deducir de algunas de sus enseñanzas:
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La verdadera victoria de Shobu Aikido es combatir y destruir el espíritu de la duda y del conflicto en nosotros mismos, Shobu Aikido os propone realizar y poner en acción el destino que habéis recibido de la divina providencia.
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El Aikido es una vía hacia una experiencia espiritual, porque conduce al individuo a transformarse moralmente, y actuar de otra manera siempre mejor.
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El amor es la diosa protectora de todas las cosas, nada puede existir sin él. El Aikido es la realización del amor.
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Si no comprendéis esta enseñanza, y solo empleáis el Aikido para combatir, nunca alcanzareis su secreto.
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No debéis entrenaros para haceros más fuertes o capaces de vencer a cualquier enemigo, sino para que podáis ser útiles a la paz universal.
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Combatir, vencer, dominar… ¿para qué sirve?, ganar hoy significa perder mañana… entonces, ¿qué valor pueden tener las artes marciales?
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En una carta del maestro Ueshiba a André Nocquet, escrita a finales de los años 50 del siglo XX, le manifestaba que conseguir Danes no es capital, lo que si es esencial es alcanzar Danes de amor. (Jean Daniel Cauhepe: LES ARTS MARTIAUX INTERIORISES, pág. 185).
Shobu Aikido, en la voluntad de Ueshiba, significaba transformar un método de combate en una disciplina de comportamiento individual.
De las declaraciones hechas con posterioridad, por los alumnos directos de los primeros tiempos, se aprecia que éstos no se sentían nada atraídos por el aspecto espiritual del Aikido ni entendían el significado de las conferencias y prácticas religiosas de Morihei Ueshiba.
En nuestros días, contemplando la enseñanza y la práctica de este arte, en la mayoría de dojos de cualquier país, ¿acaso no podríamos decir lo mismo, respecto al olvido o indiferencia, hacia la parte espiritual de la formación del aikidoka?
¿Por qué el maestro Ueshiba concedía tanta importancia a la espiritualidad? ¿Por qué consideraba el Aikido como un medio de armonizar y equilibrar el estado del cuerpo, de la mente y del espíritu?
Algunos dokas o recomendaciones escritas por Ueshiba, consideran el Aikido como una forma de misogi, o rito de origen sintoísta, que se practica con el fin de purificar los pensamientos, las palabras y los actos negativos que perjudican a la persona en su comportamiento, y por extensión en sus relaciones interpersonales…
Pero, ¿cómo abordar este tema en una clase o en un cursillo de Aikido?
En nuestro mundo cada vez más globalizado, caótico y cambiante, el profesor de Aikido ¿no debería ocuparse de favorecer el acercamiento a una cultura del espíritu, como sugieren las enseñanzas del fundador, y como aconsejan los más destacados estudiosos del comporta-miento humano, por su gran e innegable influencia beneficiosa en las relaciones humanas?
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Pero… ¿Qué es la espiritualidad?
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La cuestión de la espiritualidad tiende a confundir a todos aquellos que la vinculan inseparablemente con alguna religión y a los que la consideran como algo ajeno a la vida real sin ningún efecto práctico para su quehacer diario.
Según el diccionario de Etimología, la palabra “espiritualidad” procede del griego espíritus (respiro), alis (lo relativo) y el sufijo dad (cualidad), y se refiere a la cualidad de lo espiritual en la naturaleza del ser humano.
El famoso psiquiatra Boris Cyrulnik afirma que la espiritualidad está profundamente inscrita en la condición humana.
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La inteligencia espiritual es la inteligencia existencial o capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos, con los rasgos existenciales de la condición humana…
Howard Gardner (1943, investigador y psicólogo Univ. Harvard, autor de la teoría de las inteligencias múltiples)
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La espiritualidad es una invitación a descentrarnos, a no encerrarnos en nosotros mismos, a salir de los egoísmos, y relacionarnos, a trascender nuestra individualidad, e integrarnos en algo mayor, en algo que nos supera.
Josep Oton Catalán (1963 doctor en Filosofía Univ. Barcelona)
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La espiritualidad se ocupa de la vida interior de la persona y el conocimiento de lo que es importante para ella con el fin de elevar o enriquecer su espíritu, y ayuda a entender el significado de la vida y de la condición humana, al plantearse cuestiones vitales, como:
¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué hay sufrimiento? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Existe un Dios creador? ¿Cuál es mi misión en la vida?
La búsqueda de una sabiduría universal, respecto a cómo vivir del mejor modo posible, ha sido un anhelo permanente en la historia de la humanidad, y de este quehacer se ocupa la espiritualidad.
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La espiritualidad tiene el poder de despertar ciertos recursos internos, muy necesarios en situaciones difíciles, que nos permitirán afrontarlas y superarlas, por ello debe tener un sentido práctico aplicable a la vida cotidiana, por los beneficios que aporta:
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• Mejora la autoestima y la autoconfianza
• Protege el sistema inmunológico
• Disminuye o elimina el estrés
• Favorece la calidad de vida
• Ayuda a tener una actitud positiva en momentos de crisis
• Mejora del bienestar emocional
• Mejora de las relaciones interpersonales
• Mayor sensación de conexión con uno mismo y con los demás
• Favorece el auto conocimiento
• Proporciona sensación de paz y tranquilidad
• Mayor sentido de gratitud y aprecio.
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La espiritualidad se aprende y se vive a través ciertos valores, principios y actitudes como: el respeto, la tolerancia, la generosidad, la bondad, la responsabilidad, el agradecimiento, la lealtad, el perdón, la humildad, el coraje, la resiliencia, la paciencia, la armonía, la honestidad, el autocontrol, la justicia, la paz, el amor, la amistad, la amabilidad, la compasión, la autodisciplina, la caridad, etc.
En todos los dojos del mundo está presente el retrato del maestro Ueshiba al que se saluda al principio y al final de cada entrenamiento con todo respeto, a modo de agradecimiento por haber creado el Aikido que tanto nos apasiona, pero… ¿cuántos son los que han entendido el verdadero mensaje de esta Vía o Camino?
Actualmente ¿quién se atreve a dar algunas pautas de espiritualidad Aiki en una clase o entrenamiento de Aikido, cuando la mayoría de practicantes se conforman con adquirir un notable nivel técnico, desde la creencia que ese es el único y verdadero objetivo del Aikido?
En definitiva, la dificultad se presenta en cómo presentar y transmitir los valores citados imbricados en la forma de practicar las técnicas, para que este arte sea de verdad, un método de formación integral como pretendía el maestro Ueshiba, aunque en el mundo actual, tal objetivo parezca una utopía…
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