Morio Higaonna: La tradición del Karate de Okinawa

Por Juan Antonio García Ruiz
Antonio Camacho Arcas
José Manuel Domínguez García
www.budoblog.es
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Hacía mucho calor. En Okinawa, en agosto, las temperaturas son muy elevadas, pero además el altísimo grado de humedad hace que el ambiente sea casi insoportable. Por eso, en el pequeño Honbu Dojo de la International Okinawa Goju ryu Karate Federation se suele interrumpir la práctica cada media hora para rehidratarse y poder seguir con el entrenamiento. Se trata de un espacio reducido, sin recepción ni vestuarios, con acceso directo de la calle a la zona de práctica. Según desde dónde nos acerquemos, desde fuera ni siquiera nos daríamos cuenta de que es una escuela de Karate. Ese día, como el anterior, dirigía la práctica un exigente Kuramoto Sensei, que tras el calentamiento y los ejercicios de nigiri game se disponía a comenzar el trabajo de Kata. Realizamos el saludo correspondiente e iniciamos la ejecución de Shisochin, pero después de los primeros movimientos el maestro miró por encima de todos nosotros y se cuadró para saludar hacia la puerta. Allí esperaba Morio Higaonna Sensei, Cinturón Negro 10º Dan y fundador e Instructor Jefe de la International Goju ryu Karate Federation. Acababa de bajar desde su casa, en el piso de arriba, para relevar al maestro Kuramoto al frente de la clase. A pesar de los años, su presencia es imponente. Se puede adivinar su físico poderoso, pero recubierto ahora de un halo de serenidad formado a través de la experiencia. Había visto muchas veces en diferentes videos lo gruesos y robustos que son los dedos de sus manos, encallecidos por la práctica de makiwara y dando la impresión de ser capaces de agarrarte un brazo para no soltarte jamás, del mismo modo que los dedos de sus pies parecen preparados para agarrar al suelo y echar raíces.
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Tras las presentaciones nos pusimos rápidamente manos a la obra. Flexiones y técnica básica. ¡Y no he sudado tanto en mi vida!
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Luego, más relajados y con el dojo ya vacío, y asistidos por Miguel Da Luz, responsable de la Oficina de Información del Karate de Okinawa, pudimos hablar largo y tendido con Higaonna Sensei. El clima era más distendido y el maestro, toda una leyenda del Karate, nos acogía en su dojo, en su casa, con sorprendente humildad y sencillez y con una permanente sonrisa. Una sonrisa sencilla, cómplice y tremendamente jovial pese a sus casi 80 años de edad, pero que permite leer en sus ojos un fondo inteligente y un punto de picardía. En este ambiente distendido y sobre la misma madera en la que el maestro ha ido forjándose y forjando a sus alumnos en el arte del Karate, rodeados de los makiwara, los chishi y los nigiri game y bajo la mirada del retrato de Chojun Miyagi, procedimos a realizar la siguiente entrevista:
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Maestro Higaonna ¿cómo comenzó a practicar Karate?
Hace mucho tiempo, cuando tenía 14 años, mi padre, que fue policía y practicaba Shorin ryu, estaba enseñando Karate a su amigo en el cuarto donde estaba el tatami (rokujyoo). Entonces este edificio (refiriéndose al Hombu Dojo que es también su casa) era solamente una planta con techo de chamizo. Estaba mirándoles cuando estaban practicando Kata (tsuki, keri, uke…) y me emocioné, y me entraron ganas de practicar Karate. En ese momento, el amigo de mi padre me llamó y me ofreció practicar con él.
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Antes de esa historia, cuando tenía 13 años, mi padre siempre me llevaba a las competiciones de Karate en el teatro de Naha. La competición era una convivencia de Goju ryu, Shorin ryu y Uechi ryu. El teatro de Naha estaba donde hoy está el mercado que está situado en la parte izquierda de la avenida de Heiwa. Allí se hacían las mejores demostraciones de Karate. Después me enteré de que mi padre quería que aprendiese Karate.
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Y luego cuando tenía 16 años, Shimabukuro Tsunetaka San (Shorin ryu) me llamó para practicar con él cerca de la calle Yamuchin y me enseñó Gekisai Dai y makiwara y kihon en su jardín. Él practicaba Matsubayashi ryu y Goju ryu también, por eso pudo enseñarme Gekisai. Un día Shimabukuro Sensei me dijo: “Estás dotado para el Goju ryu. A 5 minutos de camino desde aquí está un gran maestro que se llama Miyagi Chojun. Ve a seguir aprendiendo con él”.
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La primera vez que entré en su jardín, que era el lugar donde se practicaba, fue con 17 años en el momento de mi ingreso en el Instituto de Comercio de Naha, y para entonces el maestro Miyagi Chojun ya había fallecido, así que no llegué a conocerle. Allí encontré a Miyagi Anichi.
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¿Era diferente su forma de enseñar en esa época y ahora?
Yo enseño de la misma forma que lo hacía Miyagi Chojun.
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Miyagi Anichi decía que hay que empezar a hacer movimientos amplios y dibujar como con un lápiz. Y poco a poco, cuando va mejorando el nivel, ir haciendo movimientos más cortos. Miyagi Anichi enseñaba por etapas. Observaba si practicábamos seriamente, mirando también el carácter de cada uno, si aceptábamos obedientemente sus consejos o no… Ahora pienso que me enseñaba a través de la observación de mi carácter…


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