Por Tengu
A menudo hablamos de los antiguos como aquellos que en su día fueron, pero que ahora no tendrían nada que hacer. Tanto huele a naftalina, que hoy en día es inaplicable. Ya nadie lleva sables, ni va armado, ni ataca de la misma manera… Es cierto. Pero el sentido gregario de la gran mayoría de instructores y alumnos nos ha llevado a la situación de muchas artes clásicas, es decir, la total ineficacia marcial. Pero esto no sólo sucede en occidente, sino también en oriente. Como espetó un maestro japonés, y me quedé clavado en el sitio dándole la razón, en estos tiempos, ya nadie quiere ser samurai. Un samurai nace muerto: o lo matan, o se mata. Ese, y no otro, es el verdadero corazón del tema. El interior, no el exterior.
El miedo a la muerte, o el total desapego a la misma, es lo que realmente diferencia a un verdadero guerrero, del que no lo es. No hace mucho fui al cine a disfrutar una espléndida película de samuráis, llamada “13 asesinos”. Una de las citas culminantes del film, es cuando uno de sus protagonistas afirma que ya no quedan verdaderos samurai, cada vez es más difícil encontrarlos. Y no se refiere a la habilidad con el sable (que también) si no al espíritu, a la intención, al desapego a la vida. A defender una causa, un pensamiento, un valor, un principio,… sin tener miedo a nada, y estar dispuesto a dejar la vida en ello, si es necesario. ¿Cuántos de nosotros somos tan humanos y tan íntegros? Precisamente el verdadero objetivo del guerrero es fortalecer su espíritu, y no temer a nada. Y ya no hablo sólo de encajar un gancho en el hígado o cortarse con una hoja. Hablo de enfrentarse al conflicto, hablo de ir de frente, hablo de mantener la mirada, hablo de templar los nervios en una discusión trivial,… hablo de ser un guerrero íntegro. De los de verdad.
El entrenamiento en un dojo, desde el primer día, debería estar enfocado sobre la actitud, al mismo tiempo que la técnica. Ya lo decía el anuncio, potencia sin control, no sirve de nada. Técnica sin actitud, tampoco. No es necesario hacer coaching aplicado a las artes de combate. No vamos al dojo, gym o club a eso. Vamos a entrenar, a controlar una pelea, a gestionar un conflicto, a luchar contra nuestro peor enemigo. Nosotros mismos. No ya sólo la pereza de levantarnos del sofá, pelar contra el frío, el cansancio, la arrogancia, el ego…… (artículo entero en la revista)
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