The Aiki-Dojo: Respeta a tu oponente

Por Sensei Dr. David Ito
Jefe Instructor The Aikido Center of Los Angeles, USA
www.aikidocenterla.com
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Traducción: Santiago G. Almaraz
Director CD Kodokai
www.kodokai.es
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Rei ni hajimari, rei ni owaru
Todo comienza y termina con respeto
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En la mentalidad moderna, el budo es un deporte y, por lo tanto, hitonomi o “no pensamos en nuestro oponente”. La mayoría de las veces, vemos a la persona que está frente a nosotros como nada más que nuestra presa o un obstáculo que atravesar hacia nuestra gloria.
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En la época de los samuráis era diferente, pues tenían en alta estima a sus oponentes y casi los veneraban. El oponente era respetado porque para los samuráis no hay “enemigos”. Un samurái no puede elegir a su oponente. Los generales o los señores trazan las líneas de batalla y hacen las guerras, y el trabajo del samurái es librarlas.
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A pesar de ser el pináculo de la sociedad japonesa, el trabajo de los samuráis no era glorioso. De hecho, para los japoneses, se pensaba que un guerrero era una profesión desagradable porque tenían que lidiar con sangre y muerte, que se pensaba que eran aku o “impuras”. Tratar o tocar impurezas en japonés es un mal augurio que se supone que traerá desgracias. Por lo tanto, desde el punto de vista samurái, esta persona que los enfrenta tuvo tanta mala suerte como ellos. Ambos han afrontado la mala suerte y se han resignado a su destino pero, al mismo tiempo, ambos se toman en serio sus responsabilidades y, por lo tanto, ambos se han desarrollado para ser oponentes dignos.
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Este sentimiento se ilustra en el libro Zen and The Samurai de D.T. Suzuki. Suzuki escribió: “Permítanme señalar algo sobre el consuelo espiritual de los muertos de [Hojo] Tokimune. El monasterio Engakuji era un monumento a los guerreros japoneses y mongoles caídos. La idea de que tanto los amigos como los enemigos, una vez muertos, deben ser tratados con igual respeto, esto se originó en el budismo, ya que enseña que todos somos de la misma naturaleza búdica y que, mientras vivimos en este mundo de detalles, podemos abrazar una variedad de causas y principios. Pero estas controversias se desvanecen cuando pasamos de estas existencias individuales a la otra orilla de la sabiduría trascendental. Desde el punto de vista samurái, la idea de lealtad y sinceridad se enfatiza más que cualquier otra cosa. Los enemigos son tan fieles a su causa como nosotros a la nuestra y este sentimiento, cuando es genuino, debe ser reverenciado dondequiera y como sea que se muestre. De ahí un monumento dedicado a los espíritus de amigos y enemigos”.
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Los samuráis creían en esta idea de que la muerte nos acecha a todos y que tarde o temprano cada uno de nosotros sucumbirá a su destino. Esto plantea la pregunta: “¿Cómo quieres vivir este momento?” El samurái desea vivir su vida con honor y morir sin vergüenza. Por lo tanto, intentan vivir sus vidas al máximo sabiendo que van a morir. La vida de los samuráis es de servidumbre y por eso creen en seihakatakushihayasushi  o “Vivir es difícil; morir es fácil”. Así, dos guerreros se encuentran con un pacto tácito: “Vivamos este momento al máximo”. Esta plenitud es lo que los japoneses lo llaman ichigo ichie o “Vivir toda la vida en una sola reunión”. Estos dos guerreros se han estado preparando simultáneamente durante toda su vida para afrontar juntos una muerte honorable. Esta “muerte honorable” se conoce como gyokusai, pero es una definición demasiado juvenil. Gyokusai es la belleza de “morir en el intento”. Por eso el gyokusai también se utiliza en el amor cuando una persona profesa su amor pero es rechazada. Hay belleza en la honestidad pura de una persona a pesar de la posibilidad de rechazo o muerte. Al darse cuenta de la gravedad de la situación, el samurái respeta a su oponente en lugar de despreciarlo.
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El samurái utiliza a su oponente como motivación. No de una manera odiosa. Motivarse con odio o emoción demuestra un bajo nivel de habilidad. Los samuráis se motivaban por honor y respeto. Los japoneses dicen aiteshidai o que “determinamos nuestra actitud según nuestro oponente”. Por lo tanto, si somos capaces de ver más allá del barniz de una persona que intenta hacernos daño y darnos cuenta de que no es diferente a nosotros, entonces podemos respetar su compromiso, sacrificio y determinación.
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Por eso en las artes marciales japonesas se dice rei ni hajimari, rei ni owaru, que significa “Todo comienza y termina con respeto”. La mayoría piensa que el respeto abarca el acto de inclinarse antes y después de la práctica o competencia. Sin embargo, como podemos ver, las raíces del respeto son mucho más profundas que el acto de inclinarse o decir “por favor” o “gracias”.
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Respetar a los demás es un reflejo de nosotros mismos. Mostramos respeto y nos involucramos en la etiqueta porque eso muestra nuestro nivel de desarrollo. Una persona que sólo puede ver a la otra persona como un enemigo o como alimento para nuestro éxito es una persona vacía.
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Al hablar de una tsuba o “guardia de la espada”, Furuya Sensei escribió una vez: “La calavera es una alusión poética a Musashino o las llanuras de Musashi donde tuvo lugar una feroz batalla y años después, todo lo que queda de estos gloriosos samuráis que lucharon contra esta batalla son sus huesos blanqueando al sol. Se dice que existe un infierno especial donde los guerreros que mueren de forma violenta en batalla van a una especie de infierno llamado Ashura. De esta escena se escribieron muchos poemas famosos. Una línea de un gran poema es “todo lo que queda de estos valientes guerreros”. Y otra línea es “¡los guerreros son realmente un grupo triste!”. Lo que esto significa es que los guerreros nunca deben glorificarse a sí mismos porque su trabajo es matar a otros y no es un trabajo del que estar orgulloso porque siempre los llevará a Ashura. Como guerreros de Aikido, siempre debemos ser humildes y modestos en todo lo que hacemos”.
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A pesar de lo que nos dicen las películas, la mayoría de los duelos de samuráis terminaron en aiuchi o “derrota mutua”. En las artes marciales, el camino más seguro hacia la derrota es sobrevalorar nuestras propias habilidades y subestimar las de nuestro oponente. Por lo tanto, se supone que siempre debemos pensar que nuestro oponente tiene al menos la misma o mayor habilidad que nosotros. Esto nos obliga a formarnos y desarrollarnos. Así, en cierto sentido, esa persona nos hizo más grandes. Entonces, hay una hermosa tristeza cuando dos grandes guerreros desarrollaron su máximo potencial solo para morir poéticamente juntos. Entendiendo esto, nuestros oponentes siempre merecen nuestro respeto y elogios.


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