Tres partes, tres fases: nuestra vida marcial

(VISTA DESDE UN COMBATE / EXHIBICIÓN DE OKINAWA KOBUDO)

 

Por Juan Morales
Dtor. Técnico de AMAKO

 

Tres partes: La enseñanza

A lo largo de más de una buena charla mantenida con mis alumnos acerca de las artes marciales y las tres partes del entrenamiento tradicional, mi opinión sobre esta cuestión siempre ha sido la misma: “Debemos entrenar tres elementos: los bloques técnicos (Kihon),  los Katas, y  los Bunkais o aplicaciones”. Kihon, Kata y Bunkai son los 3 pilares básicos e indiscutibles en los que se apoya el entrenamiento y la enseñanza ancestral del Karate y el Kobudo de Okinawa, de las cuales doy a mis alumnos mi propia y humilde interpretación: “Control físico/técnico, Conocimiento marcial y Aplicación real”. Basada esta interpretación en los años de práctica con mis maestros japoneses de Karate y Kobudo de Okinawa.
Afortunadamente siempre he seguido mi entrenamiento tal cual me fue trasmitido/enseñado por mis maestros, o sea: Kihon, Katas y aplicaciones marciales (Bunkai). También he charlado mucho con mis alumnos sobre cómo se debe realizar el entrenamiento físico y mental de las aplicaciones (evidentemente dentro de un dojo), cómo se tiene que desarrollar rozando la realidad, y cómo estos entrenamientos tienen que ir acordes a nuestra edad y nivel técnico, es decir, lo que debemos exigirnos a nosotros mismos durante el entrenamiento en el dojo en cada momento de nuestra vida marcial.
Si no lo hacemos así, tal cual fue creado, desarrollado y puesto en práctica hace más de 100 de años, la transmisión de la cultura que nos confiaron se habrá roto, se habrá perdido en el camino tras tantos años de experiencias. Tal vez se intente suplir lo que se ha quedado en el camino con nuevos conceptos y ejercicios modernos, que incluso pueden ser considerados como mejoras. Esto personalmente me parece perfecto, pero la cultura de donde vino no se puede ni suplir ni sustituir, pues en ese caso la disciplina como artista marcial y el respeto hacia nuestros maestros habrá fallado.
Pensar así no es vivir en el pasado, ni querer ser orientales, sino considerar que nosotros somos occidentales que hemos acogido, entrenado y amado una parte de la cultura japonesa hasta haberla hecho formar parte de nuestras vidas. Así pues, esto no es más que querer vivir en el presente manteniendo unos valores culturales basados en la tradición; unos valores, por otra parte, muy necesarios en nuestra vida actual como son el respeto, el compromiso, el sacrificio, la disciplina, la cultura, el honor, el cuidado de la salud y otros muchos más que sin duda se me quedarán en el tintero, pero que muchos lectores seguro que sabrán añadir.
Evidentemente en esta reflexión no voy a entrar a definir, desarrollar o explicar el secreto de las artes marciales okinawenses: “Kihon, Kata, Bunkai”, pues cada estilo de Karate y de Kobudo tiene los suyos, tienen su camino, su forma de transmitir… Todo esto es un mundo, una cultura, tan complejo como una gran enciclopedia, pero al fin y al cabo, todos llegan y pasan por las tres fases que paso a describir a continuación.

 

Tres fases: La experiencia

Me explico. Las fases de nuestra vida marcial –bajo mi punto de vista–, serían tres:

1.- Somos jóvenes, entrenamos duro, nos gusta rozar la realidad. Músculo.
2.- Llegamos a una edad media, y a lo anterior unimos los conocimientos históricos/culturales, centrándonos en el control físico/técnico y mental que nos ofrece el arte que practicamos. Músculo y Mente.

3.- En una edad madura, nuestros entrenamientos son enfocados y tienen como prioridad la salud, profundizamos en conocimientos históricos y valoramos mucho más el control de las aplicaciones técnicas de la parte del arte que intentamos manejar. Músculo, Mente y Salud.

Pasadas estas “3 fases”, que al fin y al cabo constituyen la “experiencia”, intentaremos transmitir el arte con sabiduría a nuestros alumnos, que también pasarán por estas tres fases de sus vidas marciales, y que nosotros debemos dirigir tras haber convertido la enseñanza en algo esencial para afianzar nuestros propios conocimientos.
Cada una de estas “tres fases”, siempre se guiará y se desarrollará dentro de “las tres partes” del entrenamiento tradicional: Kihon, Kata y Bunkai, la transmisión anteriormente comentada.
Mi alumno Mario Cañete, me envió hace poco unas foto/secuencias sacadas de un vídeo de nuestra exhibición de Okinawa Kobudo en la XXII Gala de Artes Marciales de Málaga 2015, organizada por AMAKO, y que adjunto para documentar esta reflexión. En las fotos muchas veces se aprecian detalles que el vídeo no nos ofrece, y esto dio lugar a un debate sobre cómo en la preparación de nuestro combate de exhibición habíamos pasado por todas estas fases de la enseñanza que acabo de describir.
Para montar estos combates predeterminados con armas tradicionales del Kobudo Okinawense, necesitamos tener una buena base técnica “Kihon”, buena práctica de los “Katas” y un buen conocimiento de sus aplicaciones marciales “Bunkai”. Teniendo estas tres partes bien claras, se monta el combate.
La salud es lo principal, pues nosotros no nos dedicamos profesionalmente a la enseñanza de las artes marciales. Nuestras vidas laborales van enfocadas a otros sectores de la sociedad. Con esto en mente, tenemos que tener mucho cuidado con nuestra integridad física, pues a falta de protecciones en nuestros cuerpos, éste tiene que estar muy bien protegido por un exquisito control y dominio técnico, fruto del entrenamiento de las tres partes anteriormente descritas.
Con el entrenamiento adecuado y con muchas horas de práctica bañadas en sudor, llegamos a la fase final, el día en el que hay que exponer nuestro trabajo, ese día en el que nuestro Okinawa Kobudo será juzgado por cientos de ojos que nos observan, que nos miran con curiosidad y expectación; pero nosotros confiamos en nuestro entrenamiento, en nuestra seriedad, en que lo que hacemos lo exponemos con todo el respeto y rigor que se merece; pues como no puede ser de otra forma, lo tenemos basado y fundamentado en la tradición, y en todas las habilidades que hemos desarrollado durante años, a lo largo de una intensa práctica del Karate y el Kobudo de Okinawa, bajo la atenta mirada de nuestros Maestros. Al final, esto se traduce simplemente, y nada más y nada menos que en respeto, disciplina, control, técnica, fuerza, velocidad, experiencia y salud. Todo esto se aglutina en una palabra: conocimiento.
En las foto/secuencias que ayudan a describir esta reflexión, vemos cómo nuestro trabajo vela por la seguridad de nuestra integridad física, con el control adecuado de la técnica, la distancia, los desplazamientos, la velocidad, y cómo con el paso del tiempo entrenado, nuestra distancia de combate se acorta y nuestra velocidad aumenta, para conseguir lo que en nuestros entrenamientos cotidianos machacamos y machacamos siguiendo la máxima que da titulo a la reflexión, “las tres partes y las tres fases de nuestra vida marcial” del entrenamiento tradicional. Técnica, conocimiento/realidad y salud…


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