Entrevista a Joaquín Marcelo

Fuerza de voluntad en estado puro

 

Por Tony Martínez
Fotos Jesús Dechus y Román Rodríguez

 

 

¿Cuándo y cómo fueron sus inicios en las artes marciales?
Comencé a los 6 años con la práctica del Judo a través de Toshiyazu Uzawa, por aquel entonces 6ª Dan y uno de los pioneros del Judo en España. A los 13 años comencé con el Kenpo Karate, y de forma salteada practiqué otras artes como Taekwon Do o Thai Boxing.

 

 

Tengo entendido que usted tiene una deficiencia auditiva desde muy joven. ¿Qué fue lo que le aportaron las artes marciales en su infancia?
Si, yo perdí completamente la audición a los 8 años a consecuencia de una enfermedad vírica. A esa edad, una discapacidad sensorial puede traer como consecuencia ciertas inseguridades y falta de adaptación. Teniendo en cuenta que asistí siempre a un colegio normal y no a uno especializado, las artes marciales lo que principalmente me proporcionaron fue seguridad. Y esto pudo extrapolarse a otras facetas, como mi relación con mis compañeros. Durante la pubertad, algunos niños pueden llegar a ser incluso crueles con quienes consideran más débiles, sobre todo si padecen alguna malformación o discapacidad. Desde mi propia experiencia, las artes marciales me dieron la seguridad para poder enfrentarme a estas circunstancias, y eso se tradujo en un mayor respeto por parte de mis compañeros.

 

 

¿Recomendaría la práctica de artes marciales en este período tan importante del desarrollo del ser humano? Si es así, ¿qué artes marciales piensa que son más idóneas para estas edades y por qué?
Sí, desde luego. Aparte de los beneficios físicos que conlleva su práctica (haciendo una mención especial a la coordinación y equilibrio con respecto a otras prácticas deportivas), las artes marciales aportan también beneficios psicológicos y de carácter.
Creo que cualquier arte marcial que conlleve un buen plan pedagógico puede servir, pero lo que considero más relevante no es el arte marcial que practique el niño, sino las cualidades del profesor.

 

 

Usted estuvo estudiando diferentes artes marciales en la Inosanto Academy y también Kenpo Karate con Ed Parker. ¿Qué fue lo que le hizo cambiar su visión de las artes marciales en su auto-desarrollo marcial y decantarse finalmente por el Jun Fan Jeet Kune Do?
En cada momento de tu vida pasas por una serie de etapas. El Kenpo me deslumbró en mi adolescencia, y más adelante me enamoré de la diversidad de estilos y de la fluidez con que se combinaban que enseñaba Dan Inosanto. Pero una parte de mí notaba que me faltaba algo… Se trata sobre aplicación y simplicidad. Para mí, el arte de la lucha debe ser simple. Buscar los mínimos recursos que te den un máximo de soluciones. Y eso no lo había encontrado en ninguna de las artes que había practicado anteriormente.

 

 

¿Qué es para usted y cómo definiría el Jeet Kune Do?
Para mí, Jeet Kune Do es el arte que Bruce Lee desarrolló para sí mismo, basándose en sus propias cualidades psico-físicas. Pero éste es un arte adaptable, cuya filosofía trata de evaluar nuestras capacidades, al igual que hizo su fundador, de manera que no es necesario (o por decirlo de otra forma, es ridículo) querer realizar los movimientos como los hacía Bruce Lee. Pero de lo que se trata es que aquellos principios a los que él llegó funcionen en cada uno de nosotros.

 

 

¿Qué le ha aportado el Jeet Kune Do y la filosofía de Bruce Lee en su desarrollo como ser humano y de qué manera la ha aplicado?
En varios aspectos, tanto personales como profesionales. No quieras abarcar más de lo que luego vas a ser capaz de usar. No des vueltas alrededor de tu objetivo y sigue un camino directo hacia él. La conexión yin-yang. Aplicación de la filosofía en la acción.

 

 

¿Cómo definiría su experiencia en la enseñanza del Jeet Kune Do?
Empecé con la enseñanza del JKD en 1991, cuando Jerry Poteet me nombró instructor, y en 1996 empecé a enseñar bajo la autorización de Ted Wong. Pero por motivos profesionales, he pasado muchos años viajando, con lo que desde hace algo más de una década sólo he estado enseñando a través de cursillos y clases esporádicas, pero no de manera continuada en clases regulares. Ahora resido en Madrid de forma más estable, y esto se ha traducido en la formación de un nuevo grupo de entreno en Madrid. Quizá necesite algo más de tiempo para responder bien a tu pregunta…

 

 

Algunas veces en las entrevistas, se pregunta cómo debe de ser un buen instructor, pero pocas sobre cómo debería de ser un buen estudiante. ¿Para usted, cuáles son los aspectos más importantes de un buen estudiante, tanto a nivel de esfuerzo, sacrificio, de técnica, como a nivel moral etc.?
Buena pregunta. Yo creo que un buen estudiante, o al menos lo que yo considero como tal, debe tener en primer lugar una buena base moral. Sin unos principios morales sólidos, mi relación con él nunca fructificaría; simplemente no le aceptaría como alumno. Después debe tener una actitud positiva de aprender, de ilusión por lo que hace. Seguidamente un buen alumno debería tener constancia en la práctica y capacidad de asimilación de aquello que aprende. Por supuesto, si el estudiante tiene una alta coordinación innata aplicará antes aquello que se le enseña y avanzará técnicamente más rápido. Pero aún así, prefiero tener a un estudiante que es constante, aunque le cueste más conseguirlo, que aquél otro con unas cualidades extraordinarias que sólo entrena muy esporádicamente.

 

 

¿Personas con algún tipo de discapacidad podrían practicar JKD?¿De qué manera ha influido su deficiencia auditiva en su práctica y evolución como artista marcial?
Esa sería una pregunta para Bruce, que mostraba en la serie “Longstreet” cómo enseñar a un ciego… Hablando en serio, en caso de perdida auditiva, el principal problema con que te encuentras es la falta de equilibrio. Toda persona que no oye sufre, en mayor o menor medida, algún problema con el equilibrio. Pero esto es fácilmente superable con una práctica adecuada que ayude a mejorarlo, y las artes marciales son una buena opción (aunque sin duda alguna lo mejor para el desarrollo del equilibrio es la danza clásica). Por lo demás, ningún problema.
Pero enseñar a un ciego debe ser algo muy difícil que nunca he tenido oportunidad de experimentar, pero creo que sería algo más como Bruce Lee mostraba en aquella serie, algo más filosófico que puramente físico. El sentido de la distancia con respecto al adversario que un ciego puede tener supongo que deberá estar muy distorsionado, y por este motivo creo que habría que potenciar la superior percepción auditiva que tienen las personas ciegas con respecto al resto de la gente.
Hablando de una discapacidad física, como estar en una silla de ruedas, la única opción es enseñarle a usar sus brazos y aplicarlo en la lucha cuerpo a cuerpo. Si el adversario no se acerca lo bastante, no hay nada que hacer…


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