Discursos sobre la salud, remedios para la salud

Dr. Marc Boillat Sartorio
Diplomado Medicina y psicoterapeuta
Sport Coach
drboillat.sci@gmail.com
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SEGUNDA PARTE: EL PRINCIPIO DE LA ACUMULACIÓN

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En medicina, sobre el envejecimiento, se sabe solamente que es un proceso natural de decaimiento. No obstante, la decrepitud, es decir, el decaimiento tribulado del cuerpo no es una condición necesaria del envejecimiento. Hacerse mayores de manera sana y natural conlleva que las funciones se mengüen hasta apagarse, pero no necesitan volverse enfermamente destructivas. En medicina china, y especialmente en Qi Gong, el envejecimiento se ha considerado siempre como el efecto de una acumulación de agresiones que, al cabo de tiempo y repetición, llevan al organismo a ceder a los ataques, quedando dañado y con una capacidad cada vez más reducida de compensación y reparación. Actualmente la medicina occidental, en gerontología, parece considerar a esta teoría, la cual daría cuenta de muchos porqués.

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La funcionalidad del organismo global que vemos desde fuera (un cuerpo, una personalidad, unas funciones, acciones, pensamientos, etcétera) arranca en un plano invisible interior y celular: son el conjunto de reacciones químicas con el fin de producir energía, Qi, vida. Así pues, la persona que vemos delante de nosotros, comienza en sus células y acaba en lo que vemos a través de complejas interacciones de todas las partes que nos constituyen, a partir de lo más pequeño, hasta la conformación del “producto final”: la persona. Si todo esto funciona bien, hay salud.

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El aforismo en Qi Gong es: un hombre es fuerte y está sano si su Qi es fuerte. Sin Qi o con Qi débil y de mala calidad, enfermamos. A partir de allí, con el fin de la salud y la longevidad, la práctica es: generar en continuación Qi post-natal de óptima calidad (respiración, alimentación y actividad); acumularlo; hacerlo circular; usarlo; renovarlo; preservar el Qi pre-natal y transformarlo en esencia.

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En términos occidentales esto se traduce en: producir energía ATP en el plano celular; metabolizar nutrientes de óptima calidad de acuerdo con nuestra personal programación genética (esto es de vital importancia en la prevención de las enfermedades y lo veremos en detalle al hablar de alimentación emo-correcta[1]); mantenerse en la síntesis metabólica aeróbica, o sea utilizando el oxígeno (respiración externa e interna, celular) en lugar de utilizar la fermentación (anaerobia) para producir dicha energía. Y evitar el desgaste de aquellas células que intervienen en la reparación celular: las células estaminales es decir, el Qi pre-natal original, que nos viene con la concepción. Una vez que las células madre estén agotadas, “las pilas están agotadas”, el Qi original ha terminado. Por ello una vida sana es tan importante, porque retrasa este agotamiento al producir Qi post-natal de óptima calidad, lo que dará al organismo la capacidad de compensar y auto-repararse sin tener que recurrir a su preciosa reserva de Qi pre-natal (células madre).

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Resumiendo, el tema de cómo tratamos al organismo con vistas al futuro es cardinal, aunque se suela ignorar. Los jóvenes, porque no se sienten tocados por el asunto debido a la lejanía de posibles problemas de salud, descuidan el tema; los sujetos de mediana edad, quienes deberían considerarlo seriamente, lo ignoran por diferentes razones. Los comportamientos perjudiciales que actuamos a diario en contra de nuestra propia salud presente y futura, y recalco “futura” porque se trata de las décadas que tendremos delante, se deben a pautas.

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Por lo tanto, pensamientos, creencias y valores, determinan nuestra conducta que será más o menos saludable dependiendo también del conocimiento que tengamos sobre cómo van las cosas en el plano de la salud y de la prevención.

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Así como no es posible chupar y soplar al mismo tiempo, cada acción que “elegimos” realizar, excluye otra. Por ejemplo, cualquier pensamiento que nazca en la mente se debe a un objeto externo que lo origina o a un estado interior (una preocupación, un anhelo, etc.). La actividad mental se basa en dónde ponemos nuestra atención. Cuando dejamos que ella se centre en una cualquier cosa, ella no puede ser puesta en otras que, quizás, merezcan de verdad nuestra atención, como la práctica de la calma, de la respiración, la decisión informada, etc. Y para complicar el tema, muchos de nuestros pensamientos y creencias se fundan en hábitos. Ellos crean pautas comportamentales y su modificación requiere mucha dedicación…


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